Pepe Mejías: “Rodrygo es mucho mejor que Vinicius”

Dicen muchos veteranos que lo vieron jugar que Pepe Mejías (Cádiz, 64 años) fue el mejor jugador de la historia del club junto al incomparable ‘Mágico’ González. Centrocampista elegante y técnico, su fútbol era puro arte y el viejo Ramón de Carranza entraba en ebullición cada vez que la pareja de fenómenos sacaba a relucir su talento para poner a su equipo a la altura de los grandes. El genio salvadoreño aterrizó en la Tacita de Plata en 1982, con el equipo en Segunda División. Aquella temporada Mejías marcó 17 goles y el ‘Mago’ 14, el equipo ascendió y ambos comenzaron a convertirse en leyenda de la ciudad. Ahora es embajador del club y tiene una puerta del estadio con su nombre.

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Siguen hablando de usted como el mejor jugador que ha parido Cádiz…

Hay gente que me quiere mucho.

¿Cuál es el primer recuerdo que le viene a la mente de los Cádiz-Real Madrid de su época?

Entonces el Madrid era el equipo de muchísimos españoles y casi todos éramos madridistas. Uno de los primeros partidos que jugué, tras debutar con el primer equipo, fue en el Bernabéu. Era abril de 1978 y el Madrid iba a ser campeón de Liga a falta de tres jornadas si nos ganaba. Perdimos 2-0 con goles de Wolff y Santillana y lo celebraron allí mismo. Yo tenía 18 años y me alegré tanto que me uní a ellos.

¿Se unió a la celebración del rival que les había ganado?

Yo era un chiquillo y ver a Pirri, Juanito, Stielike, Del Bosque, Santillana o Goyo Benito festejando un título me encantó y me uní a ellos como un loco. Estaba alucinando y disfrutando muchísimo.

¿Qué le dijeron sus compañeros?

Yo era muy risueño y alegre y se reían viéndome. Era el niño pequeño del equipo, con gente muy veterana a mi alrededor. Hubo un momento en el que me dijeron que me fuese al vestuario porque estaba dando la nota (risas).

¿Sigue siendo madridista?

Por supuesto. Primero y por encima de todo soy del Cádiz, que es el equipo de mi corazón, pero luego del Madrid. Hay cosas que nunca se olvidan. En 1982 murió mi padre y el único club que me envió un pésame por escrito fue el Real Madrid. Si ya me gustaba el equipo, a partir de ese momento pasé a sentir devoción. Además, mi amigo de toda la vida, Juan José, fichó por ellos y eso me hizo acercarme aún más a esos colores. Al margen de ello, como rival, enfrentarme a ese gran equipo era un lujo y un desafío a la vez.

Usted fue compañero y amigo de ‘Mágico’ González, ¿cuál es su mejor anécdota con él?

¡Uff! Tengo mil. Era un personaje peculiar. Su fama de quedarse dormido siempre era cierta. Cuando Milosevic era entrenador me pedía que fuese a recogerlo para ir a entrenar porque me pillaba de camino y así lo hacía a diario. Pedí una llave de su casa porque si no la tenía era imposible que me abriera la puerta. Me costaba sacarlo de la cama, pero lo conseguía. Eso duró tres semanas…

¿Qué pasó?

Al cabo de ese tiempo echó el pestillo de la puerta para que yo no entrase, pero me puse a dar golpes hasta que la eché abajo. Partí la cerradura y entré. Lo gracioso es que estuvo una semana entera viviendo con la puerta abierta y completamente despreocupado. Tuve que llamar yo a un cerrajero para arreglarla. A él le daba lo mismo.

¿Era de trato difícil?

No. Había que entenderlo. Tenía cosas muy particulares. Por ejemplo, era muy bondadoso. A veces iba por la calle, alguien le pedía su chaqueta y se la daba. Tenía una gran generosidad, pero organizando su vida era un desastre.

¿Fue un genio?

Totalmente. Yo jugué contra Maradona, Cruyff y otros grandes y él estaba a su altura o por encima. Era extremadamente habilidoso y jugaba muy bien con las dos piernas. Era un portento. No he visto a ningún futbolista como él. Era el mejor. Jorge cogía el balón y se regateaba a todos los rivales. Eso lo hacían a veces Maradona y Messi, pero él lo convirtió en rutina.

¿Le faltó disciplina para ser una gran estrella mundial?

Si le hubieran exigido disciplina habría dejado el fútbol. Era un jugador de la calle, de barrio, de cuando jugábamos en las aceras o en la carretera. Por su filosofía del fútbol, encajó como un guante en el Cádiz. Tal vez en otro equipo que le hubiera exigido más profesionalidad no habría triunfado. Necesitaba sentirse feliz. A él le daba igual el dinero.

¿Llevaba una vida muy bohemia?

Era diferente a todos. Es cierto que se quedaba dormido con frecuencia y que alguna vez iba a una discoteca porque era una persona alegre y le gustaba pasarlo bien, pero casi nunca se perdió un partido por sanción o lesión. Si se miran las estadísticas se puede comprobar que jugó siempre. Era diferente y lo sigue siendo. Buscaba la felicidad propia y de la gente a través de su juego.

¿Y qué le hacía feliz?

La pelota. Jorge era un malabarista del balón. Cuando lo tenía era como si estuviera en el circo. Gozaba haciendo disfrutar a los demás.

Pepe Mejías no se quedaba atrás. Dicen de usted que su fútbol era puro arte…

Eso se comentaba. Era un fiel acompañante de “Mágico”. A mí también me gustaba hacer disfrutar a la gente. Tenía un cambio de ritmo muy bueno, llegada, buen toque de balón y marcaba goles. En los nueve años que estuve en el equipo de mi tierra, bregaba, luchaba y ayudaba mucho en defensa para que el equipo mantuviera la categoría. Cuando me fui al Zaragoza, me solté más en ataque y mostré un fútbol más ofensivo aún.

¿Qué jugadores actuales tienen el duende de ustedes dos en aquella época?

A mí me parece una maravilla Isco. Su filosofía me encanta. Igual que Rodrygo, el brasileño del Madrid. Para mí es mucho mejor que Vinicius. Tiene muchísimas cualidades como el regate, el cambio de ritmo, juega fácil, tiene gol y lo veo, en general, más futbolista que su compañero.

¿Cuál es su pronóstico para el partido?

Espero que el Cádiz pueda dar la sorpresa y ganar. Al Madrid le está costando algo más con algunos equipos modestos. Al Cádiz lo estoy viendo mucho más competitivo que otras veces. A pesar de algunos resultados me parece un equipo más hecho, más de Primera.

Si gana el Madrid tampoco va a llorar…

Aunque siempre quiero que gane el Cádiz, es un partido que disfruto mucho pase lo que pase. Como embajador del club veo los partidos en el palco y ahí me encuentro a Roberto Carlos y a Butragueño. Solemos hablar bastante. Con el Buitre siempre recordamos su debut con el Madrid en Cádiz en el año 84. Íbamos ganando 2-0, Di Stéfano lo sacó en el descanso y nos volvió locos. Marcó dos goles y acabó ganando el Madrid 2-3. También con Chendo, el delegado, me llevo genial.

Que lo disfrute…

Seguro que sí. Será, como siempre, una ocasión muy especial.

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