Pedro Ruiz: “Daría un brazo por poder jugar cinco minutos”
Goleador y generación de oro, se rompió el cruzado y dos meniscos. Años de infierno después, lo deja. Con 24 años, pero una nueva vida por delante...
Pese a ser un futbolista “con la mentalidad del tigre”, Pedro Ruiz Delgado (Valencina de la Concepción, 24 años) ha tenido que decir basta. El excanterano madridista, goleador hercúleo y uno de los Juveniles de oro que acabaron ganando la Youth League en 2020, se rompió el cruzado y los dos meniscos de la rodilla izquierda en un partido con el Castilla en 2021 y aunque lo ha intentado todo, se ha visto forzado a tomar la decisión de retirarse. Cierra un libro, el de futbolista, pero comienza a escribir otro, también ligado a la pelota, aunque desde el otro lado del campo. Está estudiando el Máster en Dirección de Fútbol del Real Madrid en la Universidad Europea y va a empezar a poner en práctica esa formación en Leaderbrock Sports, la agencia que llevaba su carrera como jugador. El sevillano visitó AS para contar de primera mano su experiencia y la ilusión con la que afronta su nueva vida en el fútbol...
Entrevista
―Supongo que estará aún en el proceso de asimilar algo tan duro como una retirada prematura...
―Lo bueno es que no ha sido del día a la noche. Ha sido un proceso de tres años con esa rodilla. Lo intenté todo hasta que ya no se pudo hacer más. Y una vez tomada la decisión, ahora quería algo que me motivase. Trabajaré con mi agencia de representación, que son como mi familia. Creo que sé de fútbol y con la experiencia que he tenido, puedo ayudar mucho a niños y a futbolistas. Veo en la cantera del Madrid niños que están despuntando y pienso en que me encantaría estar ahí a su lado para ver qué les hace falta, en qué puedo ayudarles. Es algo que me llama, porque siento que puedo ayudar tanto... También veré jugadores, por ejemplo ya he hecho informes de partidos. Creo que puedo aportar muchas cosas.
―Antes de hablar de esa terrible lesión, póngame en contexto, porque antes de ser un referente en el Juvenil madridista y en el Castilla, los goles los marcaba para el Betis...
―Sí, comencé con siete añitos en el equipo de mi pueblo, Valencina de la Concepción, a diez kilómetros sólo de Sevilla. Al año siguiente me llamó el Betis. Como en las pruebas con ellos hice un par de amigos, decidí fichar... aun siendo del Sevilla. Con 15 años me llamó el Madrid y allí aterricé.
―¿Ya era tan alto (mide 1,98 metros)?
―Siempre le he sacado una cabeza a todo el mundo, en la residencia del Madrid se pensaban que era del equipo de baloncesto (ríe).
―En La Fábrica pasó por las manos de gente como Guti, Solari y Raúl...
―Con Solari debuté en el Castilla, con 17 años. Estuve con Guti en el Juvenil A dos años, un técnico peculiar pero para mí es algo positivo, me gustan las personas especiales. Raúl y él eran la noche y el día...
―¿Es tan duro el Siete como parece desde fuera?
―Sí, pero a mí me encantaba. Me reflejaba en él por ser ambos delanteros y por su carácter. Quería empaparme cada segundo de él. Soy de carácter fuerte, por eso congeniamos. Yo también en el campo era un jugador muy cabezón y eso a él le gustaba. Raúl es hipercompetitivo. Cuando entraba a entrenar con nosotros era una pasada, hace con la pelota y contigo lo que quiere, una locura.
―Pero cuando comienza a irle todo rodado en el Castilla, la maldita lesión.
―Venía de hacer dos goles al PSG en la Youth League, me estaba sintiendo muy bien, y me pasó en el Castilla (ocurrió en el partido contra la Penya Deportiva, el 26 de enero de 2020). En un despeje de mi central salto con Copete, que ahora está en el Mallorca, me mete un poco el culo, yo salto con la rodilla encogida y al estirarla, me rompo todo. Cruzado, menisco interno y menisco externo. Aún así cosas mías con Raúl, me dijo que siguiera jugando que no tenía nada aunque yo estaba llorando y le dije, “¿quieres ver si tengo algo o no?”, y con mi cabezonería volví a jugar cinco minutos más. Pero recuerdo que nos hicieron gol y al ir al saque de centro, la rodilla se me fue del todo... Al salir le dije: “¿Ves como sí que tenía algo?”.
―Por desgracia ha habido una epidemia de lesiones similares a la suya, en la primera plantilla blanca y también en canteranos como César Palacios, Mesonero, Joan Martínez... Pero en 2021 era mucho menos habitual.
―En el fútbol profesional puede ser, quizá por la carga de partidos. Pero yo pienso en los futbolistas de antes, que no tenían ni la mitad de preparación y ayuda externa que nosotros. Y no se rompían como pasa ahora. Ahora los futbolistas son atletas y sin embargo, ocurre... En mi caso, los médicos a los que le enseñamos el vídeo no se explicaban cómo con una acción en la que aparentemente no pasa nada, me rompiera así. El doctor Leyes, el cirujano del Madrid, me dijo que era la peor lesión de rodilla que había visto en su vida...
―Ahí comenzó la tortura.
―El pronóstico era de nueve meses de baja pero al sexto mes me tuve que operar de nuevo del menisco interno porque me dolía una barbaridad. Cuando estaba a punto de volver a los entrenamientos, a lo mejor me daba un pinchazo y era volver a andar de nuevo cojeando... Era pasar de cien a cero. Me pasó siete u ocho veces. Eso sumó cuatro o cinco meses más a la recuperación...
―¿Cómo tuvo que afrontar mentalmente el ver cómo retrocedía casillas?
―Psicológicamente fue duro. Porque en esos parones, a lo mejor estaba dos semanas parado y perdía la musculatura de la pierna... Era frustrante. Por eso fue muy importante mi familia y me sentí muy arropado por mi agente también. Yo siempre he tenido mentalidad de tigre, pero pasaron tantos meses y pruebas tantas cosas sin resultados... Lo probé todo. Fui a Vitoria a que me operaran otras dos veces. En mi tramo final en el Madrid sí vi la luz y es cuando firmé con el Olympique de Marsella.
―Menudo cambio.
―Fue por Pablo Longoria (el presidente del club marsellés), que ya me quiso en el Valencia. Le debo mucho. Me dio la vida. Necesitaba irme del Madrid, cambiar de aires, eran demasiados meses haciendo lo mismo... El Marsella me cedió ese primer año al NEC Nimega holandés y fue como revivir. Un pueblito que es como de un cuento de hadas, debuté en un amistoso contra un equipo de la Bundesliga y marqué... Tenía molestias, pero iba a entrenar en bicicleta, era un paraíso para mí. Hasta que en un entrenamiento, en un giro, noté el crujido. Y las pesadillas volvieron. En Marsella vieron que tenía distendido el cruzado, no estaba roto pero no hacía su función. El médico jefe del club me dijo que me iba a operar de nuevo y que iba a salir bien. Pero pasé otro año parado. No puedo dar tres carreras... Es imposible. No he perdido la ilusión por volver a jugar al fútbol hasta ultimísima hora.
―¿En qué momento llega la determinación de decidir la retirada?
―Siempre quise quedarme tranquilo, que no hubiera nada más que se pudiera hacer. Fui a Cáceres a ver a Javier Alfonso, médico especializado en fisioterapia científica avanzada, tiene las mejores máquinas que hay. Estuve un mes desde las ocho de la mañana a las doce de la noche. Luego dos semanas más. Me dijo “Pedro, si yo no te puedo regenerar el cartílago, nadie puede”. Y no se ha podido. Nos hemos gastado muchísimo dinero, pero nada ha funcionado. Mi problema no es que no pueda jugar al alto nivel, es que no puedo correr de aquí a ahí (señala la pared)... En la rodilla, hueso choca con hueso, pam, pam, se me crean hematomas óseos. No puedo ni matar el gusanillo. Daría un brazo por jugar cinco minutos un partido. Qué es para mí el fútbol, si es lo que hice toda la vida... Pero no pasa nada. Ahora toca triunfar desde otro sitio (sonríe)...
―No está quieto, ha cogido los libros, con ese máster a través del propio Real Madrid...
―Sí, quiero una formación, estar preparado para no aportar a los chicos sólo mi experiencia. Es importante, pero hay más. Butragueño fue el que me ayudó a poder acceder al máster. Le estoy muy agradecido. El Madrid ha estado muy pendiente de mí, es un club súper especial para eso.
―¿Y no tiene curiosidad por pasarse a los banquillos y ser entrenador?
―Ahora mismo no me veo preparado. Creo que puedo ayudar más en una gestión personal, el día a día de un futbolista que es lo que he vivido, más que gestionar un grupo como hace un entrenador. Pero quién sabe si dentro de treinta años no estaré metido también en eso (ríe)...