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Paulo Pezzolano, obligado a bajar pulsaciones en España

El técnico, expulsado cuatro veces en Brasil y que grabó algunas de las conversaciones por las que vio roja, afirmaba: “Un equipo intenso requiere un entrenador intenso”.

MADRID (ESPAÑA), 04/05/2023.- El entrenador del Valladolid, Paulo Pezzolano, al término del partido de LaLiga que Rayo Vallecano y Real Valladolid han disputado este jueves en el estadio de Vallecas, en Madrid. EFE/ Kiko Huesca
Kiko HuescaEFE

Paulo Pezzolano apenas lleva un mes en Valladolid, pero ya ha sido expulsado una vez y Competición le ha abierto expediente por sus palabras después del partido contra el Atlético. No estará muy contenta su señora, que está a punto de llegar a la ciudad. Contaba el técnico del Real Valladolid en una entrevista en SER Valladolid que, cuando tenía un incidente de estos, una roja o una sanción, el mensaje o la llamada que más temía era el de su esposa. Después de esas dos situaciones, en Vallecas, Pezzolano bajó pulsaciones; estuvo más tiempo del habitual sentado en el banquillo. Díaz de Mera le advirtió para que estuviera tranquilo, para que no hablara con el cuarto árbitro, y la amenaza de una nueva expulsión aplacó sus ánimos, como él mismo reconoció en rueda de prensa (aunque la procesión iba por dentro). Al uruguayo ya le han cogido la matrícula en España.

El entrenador del Real Valladolid es muy visceral, como demostró al ser expulsado en su segundo partido en España por recriminar al banquillo del Villarreal que marcaran con un jugador blanquivioleta, El Yamiq, tirado en el área. “Sólo gritaba fair play”, afirmó. Tan llamativa fue la protesta que Javier Iglesias Villanueva le expulsó sin más explicación, sin intención de terciar o interesarse por la discusión entre los banquillos. Al charrúa le cayeron dos partidos, pese a que Apelación reconoció que el acta estaba mal redactada. Volvió ante el Atlético, equipo ante quien protestó airadamente la mano de Saúl, y tanto en el flash como en rueda de prensa trasladó la misma idea: “No lo han querido pitar”. Su crítica, argumentó, iba dirigida al VAR, y no a Mateu Lahoz y a su equipo. “Antonio y el trío arbitral en el campo estuvieron espectacular”, explicó. Esto no le ha librado de que el Comité de Integridad de los Árbitros denunciara sus palabras y de que Competición le haya abierto expediente y haya nombrado juez instructor para analizar el caso.

Lo cierto es que la relación entre los trencillas y Pezzolano casi siempre ha sido turbulenta. El día de su presentación el técnico afirmó que vivía los partidos de una manera intensa, pero que siempre se dirigía a los árbitros “con respeto, sin faltarles”, argumento que ha usado también esta semana. No obstante, el uruguayo ya venía de Brasil con un historial plagado de expulsiones, sanciones y polémicas; tanto es así que en su año en Cruzeiro vio cuatro rojas y siete amarillas en 67 partidos.

No siempre Pezzolano fue un técnico señalado por los árbitros. En los encuentros que dirigió en Uruguay nunca fue expulsado, pero en México, dirigiendo a Pachuca, se estrenó. Fue en el 2 de octubre de 2021, en el encuentro que su equipo ganó a domicilio a Puebla (1-2), un mes antes de terminar la temporada y firmar por Cruzeiro, donde sí tuvo importantes polémicas. El mes de febrero de 2022 se encendió la mecha. Vio dos tarjetas amarillas, los días 3 y 5, y una roja, por doble amarilla, cuando se encaró con el árbitro el 20 ante Vila Nova (2-2). Vio otras dos amarillas en abril ante Bahia y en junio ante Fluminense (2-1), en la ida de la Copa de Brasil. En el partido de vuelta, en julio, la polémica subió de tono. El árbitro pasó por alto un penalti y después no pitó una mano clara del equipo carioca cerca del área y el uruguayo estalló e hizo un gesto señalándose la mano reiteradamente. Al ser expulsado, tuvo que ser sujetado por el cuarto árbitro y sus jugadores. En rueda de prensa afirmó: “Es la forma de vivir el juego. No lo hago pensando, sino viviendo el juego. Quiero un equipo intenso y un equipo intenso requiere un entrenador intenso”, y siguió: “La pelota dio en la mano del jugador de Fluminense, y la de Luvannor es penal. Pueden decir lo que quieran, pero tengo razón y es penal”. Estas declaraciones son muy parecidas a las que hizo el pasado domingo y acarrearon su segunda expulsión en Brasil.

No sería la última, puesto que una semana después volvió a ser expulsado, en el duelo ante CSA, el 21 de julio, donde vio una doble amarilla por reclamar después de que uno de sus jugadores sufriera una entrada durísima a dos metros de él y, posteriormente, agarrar del brazo al árbitro. Una vez expulsado por tercera vez, segunda en Liga, también le puso la mano en la camiseta... en una imagen poco edificante.

Justo un mes después, Pezzolano volvió a ver la tarjeta roja en el duelo frente a Gremio, razón por la cual salió indignado del campo, pero mostrando una grabadora y afirmando a la Prensa que no había dicho nada y que, “por suerte, tengo todo grabado”. Después, en Ultimo al Arco, de Sport 890, afirmaróa: “Prefiero no hablar de ese tema, pero para que sepan, es la tercera vez que me expulsan (en Liga) y ya expulsaron a otro de la comisión técnica en otro momento. A veces en el formulario (acta) ponen cosas que nunca decimos; no sabemos ni las palabras en portugués que nos ponen. Hoy en día el club está filmando un documental y hay algunos partidos que estoy con micrófono. Lo que les dije fue que iban a ver que en ningún momento les falto el respeto y que me expulsaron viéndome desde muy lejos”. Después, siguió: “Yo vivo mucho el partido, busco mucho la intensidad del equipo, pero lo importante es que al equipo lo tenés enchufado actuando así, hay que mirar lo positivo también”. Y todo ello, pese a que “yo les prometí a mis jugadores que no iba a volver a pasar, y volvió a suceder. De todos modos esta es una expulsión que me deja tranquilo conmigo mismo, y al escucharlo después me deja más tranquilo todavía. El entrenador no puede estar sin hacer gestos en el banco, aunque a veces el juez puede interpretar que es para él, cuando no es así”.

En total, Pezzolano en Brasil fue amonestado con cuatro tarjetas rojas y siete amarillas después de algunas grandes polémicas, que debe dejar atrás en España, en el Real Valladolid, porque el equipo le necesita en el banquillo, ordenando a sus jugadores y no en el palco. Un entrenador debe ser reconocido por sus méritos deportivos, por sus resultados, no por las polémicas que arrastre, aunque las protestas sean hechas con educación. La permanencia del Pucela depende de ello.