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SEVILLA

Papu Gómez, luz y sombras

El argentino fue titular con el Sevilla casi medio año después. Su rol encaja con más dificultad en el esquema de Mendilibar y su futuro parece lejos de Nervión.

Papu Gómez, ante el Girona.
TONI RODRIGUEZDiarioAS

La aparición de Papu Gómez en el once inicial del Sevilla fue quizás inesperada. Pasaron casi seis meses desde que el argentino fue titular por última vez en el equipo nervionense. Fue en el derbi ante el Betis. Desde entonces, minutos contados y lesiones que casi apartan de forma definitiva al futbolista de la entidad. Pero José Luis Mendilibar los quiere a todos a bordo de su barco para este tramo final de campaña. Le dio minutos en duelos precedentes y ayer le entregó un sitio de privilegio que el atacante no aprovechó. Luz y sombra para el Papu, que en estos momentos se encuentra lejos en rendimiento respecto a sus competidores por esa zona del campo.

Tal vez a Mendilibar le cueste algo más encajar el rol de Papu Gómez en su esquema. Tras la derrota, aseguró que su futbolista jugó un buen partido pese a no tener la dinámica de minutos que sí tienen otros, pero no se vio la mejor versión de un jugador habituado a marcar las diferencias en tres cuartos. Al Sevilla le costó tener pegada en los últimos metros y su factor creativo no entró en escena para dañar con regularidad a la firme defensa del Girona. La entrada de Suso en el segundo tiempo ejemplificó que a estas alturas de Liga hay una gran diferencia entre los rendimientos de ambos, con el gaditano mucho más incisivo en esa zona de tres cuartos.

A sus 35 años, el argentino termina contrato con el Sevilla en el verano de 2024. Su futuro, sin embargo, no tiene todas las garantías de seguir en Nervión este próximo año. Ya estuvo más fuera que dentro en la pasada ventana de invierno y todo apunta a que puede ser uno de los movimientos de salida que entren en escena de cara a este mercado. Tiene citas por delante para cambiar sus designios y un aliado como Mendilibar para tener oportunidades como la de ayer. Pero Nervión exige un salto cualitativo que él cree tener.