Otros 20 disparos en la graduación de Riedel y con un Espanyol de ‘senyera’
Tras sus 21 remates ante el Valencia, el equipo de Manolo González brindó otro vendaval de llegadas en Montilivi, ante el Girona, con un Calero crecido en ausencia de Cabrera.
Seguirá sin ser un derbi, seis temporadas en Primera contra 89, pero este viernes en Montilivi se lo pareció más que nunca. En la acepción más deportiva del término. Un encuentro eléctrico, ameno, repleto de alternativas, caliente en la grada sin llegar a mayores, entre un Espanyol de zona Champions y un Girona que llegaba colista a la cita. Entre un equipo rojiblanco y otro que llevaba la ‘senyera’ en su camiseta.
En Montilivi no compareció Cabrera, ni titular ni en el banquillo por unas molestias, y pese a la defensa experimental de los pericos, respondieron tanto Riedel por la izquierda como Calero como mariscal. También en la medular mordió un Pol Lozano que a su fino estilismo ha añadido el mono de trabajo. Y arriba, se hinchó Roberto a embolsarse balones, a articular ataques que en la primera mitad desembocaban en un alegre Dolan, en un Pere Milla guadianesco y más adelante en un Carlos Romero deseoso de redimirse de aquella anterior visita a Girona que le condenó hasta su ‘reset’ después de la Navidad.
A escasos metros del césped, en el córner visitante, los 306 del Espanyol por momentos se hicieron oír más que los 11.000 seguidores restantes que poblaban la grada de Montilivi. “¡Es el Barça B!” fue el grito que, mediada la primera parte, precipitó un intercambio de ‘impresiones’ del que seguramente tomará buena nota Antiviolencia, con la amable respuesta local de “pu… Espanyol” y la réplica de nuevo desde la jaula donde quedaban enclaustrados los pericos.
Entre la entrada de Expósito, incomprensibles pitidos a Terrats, con pasado ‘gironí’, la valiente doble punta Roberto-Kike García para acabar y menos añadido de lo que viene siendo habitual en LaLiga (nada en el primer acto, tres minutos en el segundo), como quien no quiere la cosa acabó el Espanyol rematando casi tantas veces como en el asedio del martes frente al Valencia, 21 disparos entonces por 20 contra el muro de Gazzaniga en Montilivi, que sigue siendo territorio hostil desde la última victoria, en 2019.
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Y el vaso del Espanyol que, pese a tres jornadas en siete días transcurridas sin una victoria, se seguirá viendo medio lleno al menos una semana más: 12 puntos para seguir durmiendo, al menos unas horas más, en posiciones de Champions.
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