Noche de oportunidades perdidas
Ceballos y Asensio no aprovecharon su trampolín liguero en Anoeta, Mariano naufragó en su primera titularidad y Rodrygo, aunque fue el clavo ardiendo, estuvo demasiado solo.
La Liga es un caramelo envenenado para el Real Madrid. Un poco que ganar y mucho que perder desde que el alirón se cantó de manera oficiosa con la victoria del Barça en el Camp Nou. Un examen liguero perenne jornada a jornada que varios jugadores suspendieron en Anoeta. Un día que comenzó como un haz de esperanza para Ceballos, Asensio o Mariano, y un escenario para que Rodrygo volviera a brillar en la izquierda, terminó como un naufragio ofensivo donde la desconexión entre las partes fue el resumen más evidente. La noche de las oportunidades perdidas.
Ceballos estuvo desdibujado, tardío en los duelos donde suele llegar con el ímpetu suficiente para imponerse (perdió 12 de 14) y sin la presencia habitual como nexo de conexión entre la sala de máquinas y el frente de ataque. Estuvo preciso en el pase (43/46), pero no en la conducción, una de sus mejores armas. Los nueve balones perdidos son buena muestra de que el utrerano no se encontró a sí mismo. Como tampoco lo hizo Asensio, que comparte horizonte y espíritu de reivindicación obligada con el centrocampista. El pistolero más eficiente de la Liga, con ocho goles y seis asistencias que le hacían participar en un tanto cada 81,8 minutos antes del pitido inicial, no desenfundó el fusil. Tímido, con sólo 25 intervenciones, sólo 14 pases acertados y ningún remate peligroso ni a portería. Asensio pasó de puntillas en época donde los pasos deben ser firmes.
De hecho, sólo Mariano, con 13, participó menos que Asensio. El de Premià de Mar se encontró con su primera titularidad de la temporada cuando apenas sumaba 62′ en todo el año. Intrascendente en un encuentro que podía servir como escaparate antes de ser agente libre en verano y ni siquiera probó suerte con algún disparo en los 59 minutos de los que dispuso. Por contextualizar, Álvaro Rodríguez sólo tuvo dos intervenciones menos (11) en la mitad de tiempo.
La soledad apagó el duende a Rodrygo
Y el mayor damnificado por este contexto fue Rodrygo. Sin Vinicius, el de Osasco se encontraba con una nueva oportunidad para reivindicar que la izquierda es su carril fetiche. En Cádiz salió cara, en Anoeta cruz. Tampoco estaba Benzema y eso le convirtió en un clavo ardiendo. Lo del brasileño no fue un problema de actitud ni intensidad y talento. Completó ocho regates, fue el madridista con más envíos en el tercio final del campo (13), recuperó cinco balones... Pero no fue diferencial. Ser un islote solitario no ayudó. Rodrygo no tuvo duende en el área de Remiro en un día donde no estaban Karim y Vini, sus socios habituales. El cuarteto ofensivo no conectó, las ocasiones brillaron por su ausencia (apenas dos chuts lejanos de Tchouameni y Kroos y un testarazo de Militao) y el Madrid lo pagó.