Navidad en paz por Baraja
El Valencia, gracias a su entrenador, evitó acabar el año en Segunda y disfruta de La Quinta del Pipo.
Rubén Baraja ha ganado 12 partidos de los 35 de Liga que lleva como entrenador del Valencia. Su porcentaje de victorias es del 34,2%, lo que le situaría en el puesto 37º de la historia blanquinegra entre aquellos entrenadores que estuvieron en su banquillo un mínimo de 20 partidos. Sin embargo, aunque los números analizados sin contexto son más bien discretos, poco tiene que ver este Valencia con el que tuvieron y en el estuvieron la mayoría del resto de entrenadores. De hecho, lo que le ha dado Baraja al valencianismo es paz, porque si celebra la Navidad en Primera y en relativa tranquilidad es gracias al entrenador vallisoletano.
Baraja aterrizó de vuelta a Mestalla el pasado mes de febrero. Lo hizo más por ser leyenda que por su currículum y porque puso menos exigencias que otro candidato, como era Vicente Moreno. Cuando llegó Baraja, el Valencia estaba hundido en la clasificación, llevaba siete jornadas sin conocer la victoria (1 punto de 21), su plantilla estaba superada por la situación, el club descabezado tras la huida de Gattuso y tras ser nulo el efecto Voro, que esta vez no obtuvo resultado alguno. Baraja, ahí, hizo lo más importante y quizás lo único que en ese instante él podía hacer: implicar a Mestalla. Sin el respaldo de su gente, que acudió a la llamada de su leyenda y al rescate de los jugadores, a saber dónde estaría el Valencia hoy.
La figura de Baraja frenó la caída en picado hacia Segunda del Valencia. Lo hizo, además, cambiando la vida a un grupo de chavales en los que creyó y por los que apostó de veras: Javi Guerra, Diego López, Fran Pérez, Alberto Marí y después también los Mosquera, Yarek, Hugo González, Pablo Gosálbez, Rubén Iranzo, César Tárrega… De ahí que se llame La Quinta del Pipo, porque su principal referente es él, su entrenador, su líder: Baraja. La Navidad de 2023 sería por Valencia muy diferente sin el gol de Guerra contra el Valladolid, el de Alberto Marí contra el Celta o el de Diego López ante el Betis. Y sus carreras seguramente también tuvieran otro signo, porque Gattuso nunca puso a Guerra, Diego López estaba más fuera que dentro, como también Fran Pérez este verano.
La frontera entre el valencianismo y Peter Lim
Baraja ha sabido habitar en la frontera entre el valencianismo y el mundo Peter Lim. Y no es fácil estar ahí sin tropezarse. Baraja no necesita, porque su ego lo alimentó con creces como futbolista, recibir ninguna invitación para viajar a Singapur ni tan siquiera un mensaje del máximo accionista para estar feliz en Valencia. Baraja tiene claro dónde está y su única preocupación y ocupación es sacar rendimiento al vestuario. De ahí que él diga las cosas que tiene que decir (“la plantilla es corta”), apriete para lo que considera justo y necesario (“El objetivo es la permanencia”, apostilló Layhoon Chan tras pasarse todo el verano pidiendo Baraja que se marcara un objetivo realista desde el club), aunque sin quemar la Falla -como muchos quisieran que hiciera- ni tan siquiera usar el comodín de Lim como excusa ni para él ni para sus jugadores. Así es como Baraja, con la influencia a última hora de la victoria en Vallecas, ha dado paz al Valencia en esta Navidad.
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