Navarro Montoya: “A Iker y Valdés yo les parecía un referente”
Aquel meta excéntrico que dejó huella en LaLiga de finales del siglo pasado, charla con As sobre su carrera, sus grandes ídolos y los porteros de hoy y de siempre.
Carlos Fernando Navarro Montoya (Medellín, Colombia, 1966) dejó huella en LaLiga de finales del siglo pasado durante los apenas tres años que jugó en el Extremadura, el Mérida y el Tenerife. Al Mono, como era apodado, se le recuerda por su tremendo carácter bajo palos y el aspecto excéntrico que coronaba un tremendo ‘1′ en el pecho. “Ese 1 lo creé yo, lo cosía cada domingo mi mamá y terminó siendo una marca registrada”, revela el portero a As. Su afán por jugar la pelota con los pies, tan de hoy, lo heredó de otro gran ídolo bajo palos: el Loco Gatti. Casi un cuarto de siglo después de dejar de jugar en España, aunque volvió para alguna aventura y sigue visitando habitualmente este país, Navarro Montoya charla con este periódico.
¿A qué se dedica ahora Navarro Montoya?
Pues sigo con mi carrera de mi entrenador. Además, he sido dos veces director general de juveniles de Boca Juniors y ya sabe que dirigí al Guadalajara de España hace unos años. Ahora tengo un centro de tecnificación de futbolistas que se encuentra entre los mejores de Sudamérica, con entrenamientos personalizados e individuales, desde arqueros hasta delanteros. También ando de comentarista para la ESPN Argentina.
Usted se retiró con 43 años. ¿Se cuidaba en centros así para poder llegar a esa edad bajo los palos?
Yo jugué 25 años y entonces era algo raro, pero ahora es más habitual. La vida útil del futbolista se ha extendido en los últimos tiempos. Primero, más que el físico, hay que tener pasión por la pelota. El futbolista tiene que ser 24 horas futbolista, y eso necesita de un máximo cuidado personal y profesional. Yo amé siempre todo lo que tenía que ver con mi carrera.
Curioso: usted bajó a Segunda con los tres clubes españoles donde jugó y, sin embargo, en todos se le recuerda con muchísimo cariño.
Llegué al Extremadura en aquel torneo donde descendían seis, pero a pesar de todo superamos a grandes equipos. La gente de Almendralejo y de toda España se sentía identificada con nosotros, éramos el equipo del pueblo. Parecía una utopía salvarse. En Mérida sí fui titular todo el año, y peleamos hasta el final la categoría. Con el Tenerife apenas jugué, me fracturé la mano en la segunda jornada y cuando volví ya casi estábamos descendidos. Con todo, en aquellos años fui elegido por los aficionados para el partido de estrellas de LaLiga que se jugó en el Bernabéu. Eso te da la pauta del cariño de la gente. De hecho, a Iker Casillas y Víctor Valdés yo les parecía un referente, un espejo. El mayor orgullo de un futbolista es su legado.
Algunos años antes de acabar viniendo a España se le relacionó nada menos que con el Barça.
Sí. Faltó muy poquito para jugar en el Barcelona de Cruyff, que se interesó por mí después de un triangular que le ganamos con Boca Juniors al Barcelona en Tenerife. Para Boca era impensable entonces (comienzos de los 90) dejarme ir. No pude ser parte de ese punto de inflexión que marcó Johan en la historia del fútbol. Me habría gustado, pero no me arrepiento porque jugar y triunfar en Boca siempre había sido mi sueño desde niño.
¿Qué ha cambiado (o no) en los porteros respecto a aquella época?
Pues mire: han evolucionado en algunas cosas, porque ahora tienen mucho más el balón en los pies. En eso son más completos incluso. El arquero hoy en día juega como yo jugaba hace 30 años. Ahora se demandan porteros que participen en el juego. Algunos nos adelantamos a eso.
¿Y algo que sea peor que entonces?
Es verdad que ahora los porteros son muy estructurados, pero muchos de ellos carecen por eso de ese carisma y ese calor que magnetizaba a los aficionados. También actualmente son más toscos, usan demasiado los pies para tapar. Ha habido avances en los entrenamientos pero se ha dejado de lado la técnica para detener balones. Hoy se usa cualquier recurso. Y han involucionado claramente en el posicionamiento durante el balón parado: se colocan muy dentro de la portería, incluso los que miden 1,90. Y eso se hace difícil para salir a por la pelota.
Usted era una referencia en el uno contra uno.
A mí me tomaron como ejemplo porque yo me quedaba quieto esperando la ocasión de atacar al delantero o de recular. El primer error que muchos arqueros cometen en el uno contra uno es que no se paran, siguen corriendo. Y además, abren las dos piernas, lo que provoca que si la pelota no les pega en el cuerpo, ya no pueden ir a por ella.
Balones más escurridizos, casi no moverse en los penaltis, no poder coger con las manos la pelota que viene de un compañero. ¿No cree que cada día se le ponen más obstáculos a los porteros?
Pero es que es así, ché. Como los que mandan quieren que se marquen más goles, inevitablemente hay una confrontación de intereses porque nosotros nos preparamos para evitarlos. Pero eso nos invita a ser mejores y a buscar la excelencia: tenemos que evitar lo que todo el mundo quiere: el gol. Somos los antihéroes en ese espíritu del juego. Aunque, más que odiar, yo creo que cada día se valora más al portero porque es el jugador del campo que al menos te puede asegurar el resultado, el empate. Debe de haber muy pocos casos de equipos campeones que no tuvieran un gran arquero. Yo, cuando elijo un equipo de fútbol, siempre empiezo por el arquero.
¿Tiene algún guardameta favorito ahora mismo?
Neuer, Ter Stegen o el Dibu Martínez son los que más me gustan. Son arqueros-jugadores, de área grande y área pequeña, muy participativos. Tienen carisma y color, los chicos se identifican con ellos y yo admiro a aquellos jugadores que además de técnica y profesionalidad generan algo diferente en los aficionados.
Pero su gran ídolo de siempre es el Loco Gatti, al que tan bien conocemos en España por la televisión y por As.
Como hincha de Boca vivía a Gatti desde la tribuna y soñaba ser como el Loco. Nosotros dos entendíamos el arte de atajar y jugar como algo complementario. Somos herederos del gran Amadeo Carrizo, el de River, el primer arquero-jugador que existió en el Mundo. Sé que Hugo ha sido estrella mediática en España, a veces con frases polémicas que hacen pensar a los aficionados. Coincido sólo con algunas, pero eso no hace mella en nuestra amistad, porque los ídolos lo son para toda la vida. El fanatismo no existe en mis juicios.
A usted le hizo debutar en Vélez Sarsfield Coco Basile, exentrenador del Atlético, y junto a usted se estrenó en Primera de Argentina el Cholo Simeone, nada menos.
Coco fue un pilar fundamental en mi carrera deportiva. El Cholo debutó al poco tiempo que yo, conmigo. Nos concentrábamos juntos y ya de joven se veía que se lo llevaba todo por delante. Simeone hizo una grandísima carrera como futbolista y en el Atlético ha habido un antes y un después de él como entrenador. Llegó cuando peleaban el descenso y ahora mismo la marca ‘Atlético’ no se entiende sin el Cholo.
Nacido en Colombia, pudo jugar un Mundial con Argentina pero eligió a los cafeteros antes y ya no pudo cambiar. ¿Se arrepiente?
Tomé una decisión que hubiera necesitado de más tiempo de maduración. Había un tema afectivo, porque Colombia es el país de mi madre, yo había nacido allí y estaba la ocasión de poder disputar un Mundial con ellos. Y eso a la postre me impidió jugar para Argentina, pese a todas las gestiones, incluso las de Julio Grondona (expresidente de la AFA) en FIFA. Porque sí, yo tuve esa lucha que luego ganaron otros futbolistas de jugar primero con una selección y luego poder hacerla con otra. Le pasó a Diego Costa con Brasil y España o también a Munir con España y Marruecos.
Con todo, jugó y fue muy amigo de Maradona. ¿Eso es casi como ganar un Mundial?
Es un gran privilegio. Diego fue el último genio del siglo XX, el mejor de su época. La suya fue la ‘era Maradona’. Yo para él no era El Mono, era El Gorila y le llamábamos Armando en vez de Diego. En la cancha, Diego era feliz porque no había enemigos, sólo rivales. Su corazón era enorme. Sus problemas con la droga le perjudicaron demasiado. Siempre digo que Diego no pudo vencer a Maradona, fue Maradona el que se acabó devorando a Diego.
¿Quién ha sido mejor para usted, Maradona o Messi?
Eso en Argentina es como preguntar si se quiere más al padre o a la madre. Mi padre dice que el mejor de todos fue Pelé. De lo que yo vi, creo que Messi y Diego son lo mejor, pero Lio tiene una ventaja sobre Diego: que ha sido durante 15 años o más el número 1. Messi es una utopía, era imposible pensar que alguien pudiera hacer lo que él hizo durante tantos años... y no habló de sus títulos, sino de su capacidad y la resiliencia para permanecer durante tanto tiempo como el número 1. Es imposible ser mejor que Messi y por tanto, lo reconozco: se trata del mejor que yo vi.