Nadie se aferra a la Copa
La clasificación del Leganés ante el Ciudad de Lucena no sirvió para que los suplentes pidieran sitio en Liga, como Borja Jiménez esperaba y tal y como sucedió en el Villa de Leganés.
Disputó el Leganés la primera ronda de la Copa del Rey con algo de sobradez administrativa. Como si de un día más en la oficina se tratase. Un día gris. De esos para olvidar. Poco de positivo pudo sacar el equipo pepinero de su visita al Ciudad de Lucena(1-2) en lo que su entrenador, Borja Jiménez, había convertido en una prueba más para que, como ya le sucedió con el Villa de Leganés de principios de mes, los suplentes se le revelasen y demostrasen que merecían más minutos, oportunidades y cariño.
Pero a diferencia de aquel duelo amistoso, la excitación por ganarse un puesto apenas lució y el resultado fue un partido que, lejos de abrirle las puertas de las oportunidades a varios de sus integrantes, acabó dejándolos señalados y, quien sabe, si marcados para el corto plazo.
Porozo, principal damnificado
Quizá el futbolista más señalado fue Jackson Porozo. El central ecuatoriano, inédito aún en Liga (el único pepinero más allá del lesionado Naim que ni ha jugado, ni ha sido titular en el torneo de la regularidad) no se reivindicó como hizo precisamente ante el Valladolid el 10 de octubre en el antes mencionado Villa de Leganés.
Discreto, fallón y lento, acabó sustituido mediada la hora de partido ante el temor a que su actuación irregular acabara costándole un susto mayor a su equipo. Alberola Rojas le había mostrado una amarilla más que discutible en la primera parte y aquello parecía un lastre que, añadido al mal rendimiento del zaguero, podría haberse transformado en una segunda cartulina, la expulsión y el innecesario sufrimiento blanquiazul.
“Lo hemos cambiado porque estaba con amarilla desde la primera parte. El árbitro permitía poco juego de cara. Hoy ha sancionado mucho eso. Había mucho uno contra uno o uno contra dos. Temía quedarnos con 10. No ha sido nuestro mejor partido. El de nadie. Todos podíamos haber hecho muchas cosas más”, justificaba Borja Jiménez en sala de prensa mostrando una cara de la moneda, la de la cartulina.
Lo cierto es que Porozo no estuvo fino y salió retratado en varias de las acciones que fueron de peligro para el Ciudad de Lucena. Aquellas virtudes de contundencia y dominio aéreo que mostró en Butarque hace tres semanas transmutaron en inseguridad. En números, el ecuatoriano no ganó ninguno de los tres duelos que disputó, perdió tres veces la bola, hizo tres falta y no realizó ningún despeje, bloque o entrada exitosa. Mal bagaje.
Sin meritorios pidiendo hueco
Claro que no fue el único jugador ahora en la recámara de la suplencia que dejó cierta sensación amarga. Javi Hernández, central ante los cordobeses, volvió a pecar de cierta falta de rotundidad. La misma intensidad o concentración que se le echó en falta en la visita al Metropolitano. Al menos el jerezano sí que estuvo más fino en la creación de juego y en la proyección hacia la meta visitante.
Las ocasiones marradas por Roberto López, el penalti fallado por Óscar Rodríguez, la falta de colmillo de Munir o la inconsistencia de Rosier fueron también pecados capitales que no gustaron a un Borja Jiménez que prefirió pasar página y guardarse las críticas antes que hacer leña del árbol clasificado… pero no casi caído.
“Estoy convencido de que no ha sido nuestra mejor versión. Nos habrán faltado muchísimas cosas. (…) Hemos hecho ajustes defensivos porque teníamos exceso de relajación. Ellos sabían que no sería fácil. El gol del 1-2 lo hemos tenido pronto y nos hemos relajado un poco. Hemos perdido la intensidad. Por demérito nuestro y el mérito del Ciudad de Lucena”, analizaba el técnico un partido que no parece que hará temblar su pizarra entre dudas e incógnitas para los próximos partidos.
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