Mingo, de descarte azulón a caballero de Illescas y ejecutor del Barça
El delantero necesitó del mazazo de quedarse fuera del Getafe para enderezar su carrera y ahora entra en la historia perica como autor de un ‘hat-trick’ ante el Barcelona.

Como si cada día le metiera tres goles al Barcelona, aseguraba Víctor García Mingo (Madrid, 25-07-2003) tras el derbi de semifinales de Copa Catalunya del miércoles que habían competido “como si fuese otro rival cualquiera”. La alegría iba por dentro. Con esa misma sangre fría había anotado el delantero un ‘hat-trick’ que pasa a la historia de los Espanyol-Barça (5-0), con los dos primeros tantos a los 40 segundos y a los cinco minutos de partido, que pudieron ser más en una ocasión fallada en la misma línea de gol en la reanudación.
Reconocía Mingo venir de “una racha rara”, centrada sobre todo en su enfado por haber fallado varias acciones el pasado fin de semana con el filial perico, ante el Badalona Futur. Y qué manera de resarcirse. Emulando a Thievy Bifouma, que con su ‘hat-trick’ goleó al Barcelona en la final de Copa Catalunya de 2011. Y ante un testigo de excepción, otro artillero y badalonés, como lo es un Álvaro Vázquez que por primera vez desde su salida del Espanyol visitaba este miércoles la Ciudad Deportiva Dani Jarque.
Del barrio de Hortaleza al Getafe
Muy pronto, como prebenjamín, se enroló Mingo en el equipo de su barrio, el Sporting de Hortaleza, cuya única finalidad era divertirse, pasarlo bien entre amigos, hasta que consumida la etapa de cadete llamó a su puerta el Getafe. Con 16 años recién cumplidos, en el verano de 2019, por primera vez se planteó que el fútbol podía convertirse en su profesión.
En 22 partidos de su primera temporada hizo 16 goles, por diez en el segundo año de juvenil, por lo que terminó en el División de Honor. Y en su tercer curso anotó ocho más, lo que le valió el ascenso al filial azulón, a un paso del equipo de Primera División, con un gol en nueve participaciones. Sin embargo, el Getafe optó por no renovarle.
El entrenamiento invisible
En ese punto, en 2022, fue cuando el madrileño se dio cuenta de la importancia cardinal que tiene el entrenamiento invisible (una alimentación a rajatabla y el descanso, entre otros menesteres) para prevenir lesiones y recuperarse de ellas. Y se agarró a la tabla de salvación que le proporcionó el Club Deportivo Illescas.

Dos campañas militó en la entidad toledana, hasta convertirse en poco tiempo en uno de sus goleadores históricos, con 27 dianas, que resultaron determinantes para el ascenso a Segunda RFEF y la posterior permanencia. El caballero de Illescas, como en la comedia de Lope de Vega. Y también para que se fijara en él un Espanyol que el pasado mes de julio le recuperó para el fútbol de filiales.
Seis goles en 26 jornadas lleva Mingo con el Espanyol B, a la sombra del titularísimo Omar Sadik, el doble de los que consiguió en tan solo 31 minutos en la semifinal de la Copa Catalunya, oficialmente con el primer equipo -aunque Pablo Ramón fue a efectos prácticos el único con ficha profesional- frente al eterno rival. Un artillero. Pero, sobre todo, un currante. Que tiene contrato hasta 2026, con un año más opcional en función de objetivos.
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