“Míchel va a dirigir a un equipo grande sin tardar mucho”
Así le ven los técnicos que más le han marcado, como Pepe Mel, Juande Ramos, Fernando Zambrano, José Luis Martín y Mariano Madrid.
Míchel (Vallecas, 1975) es el entrenador de moda, aunque su humildad le lleve a regatear los focos con la misma naturalidad que lo hacía con los árboles, los baches... de las calles del barrio. Su Girona es líder porque vence y convence. Es un equipo de autor, con las mismas virtudes que él mostraba como jugador. Su ideario es un compendio de su experiencia con otros técnicos que le marcaron, como Mariano Madrid y José Luis Martín a quienes citó en aquel pregón de las Fiestas del Carmen de 2018. También lo hicieron Zambrano, Juande y Mel, como él mismo ha confesado en alguna entrevista. Ellos son la santísima trinidad del que es y siempre será El Niño Míchel.
El primero que percibió su talento fue Mariano Madrid. “Yo dirigía al Rayo Felines en los Juegos Deportivos Municipales y le vi porque era amigo de uno de mis jugadores, Lobo. Ya le quise fichar un par de años antes de que entrara en el Cadete B rayista. Era muy elegante”, recuerda el míster que también le dio su primera oportunidad en los banquillos: “Creo que las prácticas de entrenador se las firmé yo. Se prestó a echarme una mano con el filial. Se le veía carácter y sapiencia. Nos juntábamos en la Ciudad Deportiva con otros técnicos y parecíamos el jurado de ‘Tú sí que vales”.
En ese sanedrín, estaba José Luis Martín, su técnico en el Juvenil, hasta donde había saltado desde cadete. “Míchel siempre ha tenido las ideas claras y personalidad. Esa que ahora plasman sus equipos sobre el verde. Veía el fútbol de una determinada manera y yo tenía mis peleas con él porque a veces no se podía jugar así”, explica el director de la Ciudad Deportiva. “Le exigía mucho porque me podía dar mucho”, admite. Camacho pronto le echó el ojo y le subió a trabajar con el primer equipo. “Le llamó la atención su forma de sacar los córners. Le dije: ‘Habrá que ir a hablar con el frutero’. Camacho se extrañó: ‘¿Con quién?’. Con su padre, que tenía una frutería”, ríe José Luis, testigo de sus primeros pasos y los últimos en el mundo del fútbol. Aún se emociona con la determinación que demostró nada más retirarse: “Míchel presentó un proyecto escrito al director deportivo, Felipe Miñambres, de cómo implantar una metodología en la cantera. Con los críos disfrutaba como un enano”.
“Ya era un entrenador cuando jugaba y hacía fácil lo difícil”
Uno de los hitos de su historia data del 28 de noviembre de 1993, cuando debutó ante el Barça. Fernando Zambrano le dio la alternativa. “Ya era un entrenador cuando jugaba, un estudioso. Hacía fácil lo difícil y técnicamente es de los mejores que he tenido”, lo define el sevillano, que añade más adjetivos: “Es trabajador, humilde... ¡Hacía una falta o la recibía y pedía perdón de lo educado que es!”.
Este Míchel tiene algo de Zambrano: “La gestión del vestuario. Un buen ejemplo es que ya ha aprendido catalán. Nosotros hacíamos convivencias. Nos jugábamos una tortilla y una vez a la semana nos tomábamos una Coca Cola... Nos divertíamos dentro y fuera del césped”. Una chispa presente también en el Girona: “Es el que mejor fútbol hace y de los más completos: ataca, defiende, presiona... Sabe manejar los partidos. Le veo dirigiendo a un grande sin tardar mucho. Quizá al City. Vamos, que se lo van a rifar...”.
Con Juande Ramos, Míchel vivió un ascenso (98-99), un liderato de Primera (99-00) y una UEFA (00-01). “Son caminos paralelos. Lo que le está pasando como técnico en el Girona ya le pasó como jugador en mi Rayo”, bromea su míster de entonces, admirador de su juego actual: “Está siendo brillante. Sus pupilos creen en él. Las experiencias con el Rayo y el Huesca le han hecho crecer. A ver hasta dónde llega, pero no es algo pasajero de la primera jornada. Tiene mucho mérito. Además, no se les ha subido el pavo a la cabeza y este año van a quedar en la parte alta de la tabla”.
De Juande aprendió el dominio de la estrategia. “Los equipos más modestos tienen que explotar esas cosas”, admite el artífice de aquella época dorada de la Franja. Allí brilló Míchel: “Destacaría su compromiso y su sacrificio. Él dirigía al equipo con su juego porque era de los más jóvenes en un vestuario con Luis Cembranos, Bolo, Lopetegui, Cota... que llevaban el peso”. Juande también ve al vallecano en un banquillo potente: “¿Por qué no?”.
“El Girona es muy reconocible y un soplo de aire fresco”
Coincide en sus buenos augurios Pepe Mel, con quien logró un ascenso a Segunda (07-08). “El Girona de Míchel es un soplo de aire fresco para LaLiga. Y si hay un equipo reconocible es el suyo”, destaca. Siempre hubo algo del vallecano que le llamó la atención: “Aunque parezca mentira, no todos los futbolistas entienden el juego. Sólo quienes lo hacen pueden ser buenos. Él sabía cuándo acelerar o pausar, cuándo centrar o regatear... De hecho, no usa un solo sistema”. Maestro y pupilo se han enfrentado varias veces.
El alumno también bebió de Mel. “Le dábamos mucho protagonismo al balón. Míchel me dijo que recordaba aquellos entrenamientos y juegos. Aunábamos la preparación física y táctica”, desvela el técnico que además tuvo a sus órdenes a Salva, el segundo de Míchel: “Forman un buen tándem”. Esa época dejó muchos highlights: su gol de falta al Castilla, la forma en que todos sus compañeros le escuchaban... Mel le vaticina un futuro brillante: “Si no le tiemblan las piernas, el Girona se meterá en Europa y Míchel me puede encajar incluso para dirigir al Barça”.
Este sábado tendrá que defender el liderato en casa, donde están sus raíces. Su barrio. Ese que no entiende de modas ni focos y para quien siempre será el nieto de la María. El pequeño de la Cande. Míchel I de Vallecas.
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