‘Markus’, el gigante del Atleti al que el Espanyol echó por bajito
Hijo y nieto de waterpolistas, Marc Pubill militó seis temporadas en la cantera perica, fue capitán, rechazó irse al Barcelona, ganó dos veces el MIC, jugó en Brunete… pero no “daba la talla”.


Campeón de Liga, de Copa del Rey, de la Recopa de Europa y de la Supercopa continental en 1992, en la antesala de los Juegos de Barcelona. Y compañero, en aquel Club Natació Catalunya victorioso, de Jesús Rollán, Sergi Pedrerol, Josep Picó o Manel Estiarte. De casta le viene al galgo el espíritu ganador de Marc Pubill, inspirado en su padre, el internacional español de waterpolo Ignasi Pubill, y también en los logros en el agua de su madre, Anna Pagés, y de su abuelo Lluís Pagés.
No en la piscina, sino en el césped, le ha deparado el destino -y el sorteo de LaLiga- al catalán, nacido en Terrassa por el oficio de sus progenitores (20-06-2003) aunque criado en Manresa, que su debut oficial con el Atlético de Madrid se vaya a producir ante el Espanyol, el equipo donde más años ha estado, en el que se crio, y del que tuvo que salir porque no “daba la talla”, era demasiado bajito para su edad, cuando paradójicamente su 1,90 de altura conforman ahora una de sus principales virtudes para triunfar en la elite, igual que su padre.

Pero no fue a Ignasi Pubill sino a Nacho, es decir, a su hermano mayor, a quien trató de emular Markus (como le llaman familiares y amigos) siendo bien pequeñito, y por eso con cuatro años ya les pidió a sus padres jugar a fútbol. Lo apuntaron al Centre d’Esports Manresa, donde pronto le vieron las aptitudes. Y con nueve años recién cumplidos lo reclutaron en la Ciudad Deportiva Dani Jarque. Fueron seis temporadas de pura progresión, sentimiento y éxitos, con títulos como las ediciones del MIC (el Mundialito oficioso de las canteras) en 2013 y 2015 o su participación en el torneo de Brunete. Y con formadores de excepción como Julián López de Lerma, ahora en la Fábrica del Real Madrid.
Dos veces negó al Barça
Tal era su arraigo al Espanyol que con 12 años le llegó una propuesta del Barcelona, la intención de que se enrolase en la Masia, pero la rechazó. Ya lo habían tanteado, no en vano, el verano anterior, cuando se decantó por vestir de blanquiazul. Pero en 2017 llegó el mazazo, la decisión de no contar con él por pequeñito. Y su refugio de nuevo en Manresa, pero esta vez en el Gimnàstic, donde dio el estirón. A su rescate, en plena pandemia, acudió el Levante. Y, curiosamente, también trataron de recuperarlo desde el Espanyol, pero ya era demasiado tarde.

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De Valencia a Almería fue dando saltos de calidad Marc Pubill, siempre acompañado por su ya peregrina familia, muy consciente de los sacrificios que entraña el deporte de elite. Hasta que llamó a su puerta el Atlético, mediante una compra por 16 millones que, sin ir más lejos, deja un pellizco tanto en el Espanyol como en el propio Nàstic de Manresa. Un lateral diestro que Diego Simeone está reconvirtiendo a central por exigencias del guion. Y que se ha convertido en un gigante. Pero que siempre guardará un buen recuerdo de esos seis años en blanquiazul, cuando era pequeñito.
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