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VALENCIA - REAL MADRID

Mamardashvili, el orgullo de un padre soñador

El papá del portero, David, le inculcó el amor por la portería y el actual meta del Valencia tuvo que escalar desde el filial che.

Mamardashvili, en un partido del Valencia.
ALBERTO IRANZODiarioAS

Cuando Giorgi tenía 4 años, allá por la primavera de 2005, su padre jugaba con él a chutarle balones en los parques de Tiflis. Por aquella época, David era un buen portero georgiano que llegó a disputar varios partidos de previa de la Champions con el WIT Georgia.

David y Giorgi veían juntos partidos de la Premier y de otras ligas europeas. Consciente de que jamas tendría una oportunidad de ser protagonista en alguna de las competiciones que contemplaban con admiración por televisión, el padre proyectó todos sus sueños en su hijo. Lo entrenó con esmero, lo motivó y le fue descubriendo poco a poco los secretos que se esconden entre los tres palos.

Giorgi fue creciendo (mucho) y sus facultades como portero alimentaban la esperanza de su progenitor. Con 17 años, con Neuer como espejo, lo fichó el Dinamo de Tiflis, equipo de referencia en el país. Para que pudiera mantener su progresión, lo cedieron al Rustavi primero y al Locomotive después. En un partido de Europa League que disputó este último en Los Cármenes frente al Granada, en septiembre de 2020, un agente valenciano llamado Antonio López, experto en el mercado ruso y de países del Este, lo estaba observando desde la grada por informes previos. A pesar de la derrota por 2-0, aquel joven larguirucho mostró parte de su amplio repertorio de paradas.

Antonio se fue un tiempo a Georgia para seguirlo más de cerca. Cuando estuvo completamente convencido de su talento, se lo ofreció al Valencia como un diamante por pulir. Desde que lo hizo hasta que le contestaron (abril de 2021) pasaron cuatro meses, pero la respuesta fue afirmativa. El Mestalla, filial del Valencia, sería su destino.

No fue sencillo sacarlo del país ya que España no tiene embajada en Tiflis y hubo que gestionar todos los trámites en Estambul. Al llegar a Paterna, sin saber ni una palabra de español, Antonio recuerda su mirada de seguridad, fruto de la fortaleza mental también trabajada durante años.

En el sitio justo en el momento adecuado

Se afanó en aprender el español básico para comunicarse en el campo y en esforzarse en el gimnasio para muscular un cuerpo endeble. El junco de quería ser roble. La suerte también le acompañó. Las lesiones de Cillesen y Jaume le abrieron las puertas del primer equipo. Bordalás le dio confianza y él puso el resto. Algunas actuaciones deslumbrantes le hicieron indiscutible. Su buen amigo Kvaratskhelia, que fue ofrecido al gratis al Valencia a primeros de 2022, cuando empezó la invasión de Ucrania, le enviaba mensajes motivadores desde Nápoles.

Su progresión fue tan fulgurante que el club se dio prisa en renovarlo hasta 2027 con una cláusula de rescisión de 100 millones. El chico que llegó casi de puntillas para el filial ya era una estrella. Un guionista de Hollywood no lo habría ideado mejor. El día de la firma llamó a su padre, ahora entrenador de porteros en el Torpedo Kutaisi, y le dijo: “Papá, lo hemos conseguido. Gracias por todo”. David, emocionado, se sintió más recompensado que nunca. Esta tarde no verá el partido ante el Madrid con su hijo al lado sino como protagonista del cuento que siempre soñó.