Lunin, misión cumplida
El ucraniano realza su valía en ausencia de Courtois. De pocas palabras y un círculo muy estrecho, ha coordinado envíos de ayuda a su país...
Si hubiera un concurso dentro del vestuario del Real Madrid al futbolista más parco en palabras, muy probablemente lo ganaría Andriy Lunin. El portero ucraniano es tan reservado que ni Ancelotti ni los más bromistas del plantel logran sacarle más que leves sonrisas. Su timidez va acorde a su estilo casi soviético bajo palos. Poca estridencia, mucha solidez y un rubio a cepillo junto a una mirada glacial que recuerda a la de Ivan Drago en Rocky IV. Su cara fue la misma tras las dos importantes paradas (a Nico y Gumbau) que evitaron problemas al Madrid entre tanta ensalada de goles en fuera de juego milimétrico.
Lunin no necesita, en todo caso, los músculos de Dolph Lundgren. Sólo partidos. La ciática de Courtois le ha abierto una ventana por la que realzar su valía en la ingrata misión de portero suplente. Cañizares, que entiende del asunto, aplaudía radiofónicamente al ucraniano: “Esto es lo que se pide a un portero suplente del Madrid, que no haya que hablar de él, que no dé el cantazo”. No fue el único, su actuación en el Martínez Valero fue elogiada por el propio Tibu. “Grande Luninnnnn...”, tuiteó el belga, flamante Trofeo Yashin. La Araña Negra seguro que aprobaría la manera de manejarse de Lunin...
Ayer Lunin se soltó para hablar en televisión y ofreció en DAZN la clave de su rendimiento: “Todo va de la cabeza...”. Una frialdad mental que le sirve también para que le afecte lo menos posible la guerra. Hace una semana le tocó jugar contra el Shakhtar en Varsovia conociendo, como sus rivales, los nuevos bombardeos rusos. Para él, ese día y el Clásico eran exámenes finales ante el mundo y los sacó adelante.
Eso no significa que los kilómetros le hayan alejado del sufrimiento en su país. Ni mucho menos. En diferentes momentos desde el inicio del conflicto ha ayudado a coordinar envíos de ayuda y aprovecha su repercusión en redes sociales para promocionar, por ejemplo, la gira del Teatro de Kiev por Madrid con una obra sobre la resistencia en Mariupol.
Los bastones del portero durante estos largos meses ininterrumpidos de suplencias han sido su padre, Aleksey, su esposa Anastasica y su hijo, Andriy Junior. Se mueve en círculos de confianza, hasta el punto de que su patrocinador de guantes es la marca de Rustam Khudzhamov, exportero ucraniano con el que compartió clubes (Metalist y Lugansk). Así es Lunin, el secreto mejor guardado de este Madrid.