Los complementarios
Se le presentó el dragón al Barça en el primer minuto. El balón suelto que Griezmann convirtió en rosca simbolizaba todos los males pasados que no claudicarían, tan eternos como simbólicos, un castigo moral para el club blaugrana más que futbolístico. Puede presumir de pecados para ser castigado, tanto en comisión como en pérdida de valores y rumbo, aunque los excuse vanamente el victimismo habitual. Tiene el Barça tantos frentes abiertos que ni ganar la Liga traerá el silencio. El travesaño repelió el disparo, el equipo se palpó el cuerpo, sorprendido de estar vivo, y decidió resucitar lentamente. Resolvió aguantar una hora hasta que Pedri volviera, por primera vez en muchos partidos consiguió agruparse, volvió a la competitividad del uno-cero. Los delanteros estaban ansiosos, necesitan todos terapia, pero el equipo fue paciente, buscó la rendija en la mejor defensa del campeonato y la encontró al filo del descanso.
Cuando salió el canario el partido estaba a favor, pero no cerrado. En su primera pausa en medio del fragor del mediocampo, muchos corredores sudando, mucho golpe en la espinilla, mucha tarjeta amarilla, se entendió que el Barça iba a ganar esta Liga. El carrusel de cambios traería oportunidades y emociones, pero había algo de película ya vista en el final del partido. Milagro de Ter Stegen, Frenkie regresando al comando y Araújo confirmando la impresión de que es el mejor central de este planeta. Ayer hizo de central derecho, izquierdo, de Koeman y, si le dejan, haría de Neeskens. Ante las malas compañías (Alonso y Eric no ayudaron) se erigió en el escudo de Sant Jordi.
Hay algo contracultural en la presencia del uruguayo en el eje de la defensa. Igual que Pedri confirma y mejora uno por uno los mandamientos del juego de posición, el rendimiento resolutivo, poderoso, ejemplarizante de Araújo explica que algunas cualidades complementan otras y que cultivar la rigidez y la exclusión en esta vida es no ser muy listo. Es un consejo gratuito para unos y para otros.