Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

BARCELONA

Lewandoswki, tapón o martillo

Nagelsmann recomendó su baja al Bayern por considerar que, en los equipos dominantes, los delanteros de área quitan más que dan. Su debut con el Barça, ilusionante.

Robert Lewandowski, durante el Clásico disputado en Las Vegas.
FREDERIC J. BROWNAFP

“No te puedo ayudar a ser un mejor delantero, porque eres muy bueno, pero puedo ayudar a que el equipo lleve el balón al área y ahí tú ya sabes bien lo que tienes que hacer y cómo lo tienes que hacer”. Con estas palabras Guardiola recibió a Robert Lewandowsky en el Bayern Múnich (2014-15) procedente del Borussia de Dortmund. Más o menos lo mismo que Pep debe pensar Xavi Hernández, que durante los dos últimos meses y a pesar de los 34 años, ha luchado tanto por hacerse con sus servicios, incluido su ‘casual’ encuentro con el jugador en Ibiza.

Aquel Bayern de Guardiola y este Barça de Xavi, matices aparte, son dos equipos cortados por el mismo patrón, con parecida ideología de juego: posesión, fútbol combinativo, ocupación del campo contrario, presión tras pérdida… Esta similitud hace que llame especialmente la atención que Julián Nagelsmann, actual técnico del club bávaro, cuyo equipo tiene una propuesta futbolística forjada en las mismas raíces futbolísticas que Pep y Xavi, piense todo lo contrario. Hasta el punto de que en un informe realizado en febrero recomendara a su club que se deshiciera del jugador y fichara un delantero de características absolutamente diferentes (Mané, ex del Liverpool).

El pasado 16 de julio, Diego Torres, en El País, publicaba una información sobre el citado informe, en el que se exponía que el delantero había bajado su rendimiento en el aspecto físico y también había disminuido su ambición. Para argumentar desde el punto de vista táctico su recomendación, el entrenador hizo hincapié en que Lewandowski pertenecía a una especie, la de los 9 de área, que el fútbol contemporáneo condenaba a la extinción en equipos que, como el Bayern, pretendiesen monopolizar el control del balón.

“Llevamos diez Bundesligas seguidas, pero si queréis que el Bayern sea competitivo en la Champions necesitamos un 9 que no solo se limite a rematar, sino que tenga un efecto amplificador sobre el juego colectivo en el último tercio del campo. Tal y como jugamos nosotros, un delantero que busque más el choque que el desmarque se convertiría en un tapón. Si se producen diez ocasiones de gol, Lewandowski remataría siete; pero si se reformula el ataque sin él, el equipo gestaría 20 ocasiones entre los tres atacantes y los dos interiores”. De ahí el fichaje de Mané, después de fallar en su propósito de comprar a Haaland.

El tiempo dirá si tiene razón Nagelsmann con su descarte por ser un jugador tapón o la tiene Xavi con su apuesta de que Lewi se convierta en el martillo de área que finalice todo el caudal ofensivo del equipo. El caso es que Lewandowski está ahí. En cuota azulgrana no tiene nada que ver con Messi ni con Ronaldinho. Ni tan siquiera con Luis Suárez, el uruguayo. No encaja en el perfil de Henry. Ni en el de Eto’o y Romario, aunque fueran más de área. Si acaso, se acercaría más a las condiciones de Kluivert o de Ibrahimovic. Sí podría considerarse un Quini del siglo XXI.

En ese ímpetu existente por comparar entre sí futbolistas con distintas condiciones futbolísticas por el mero hecho de que ocupen, más o menos, la misma demarcación sobre el terreno de juego, Lewandowski todavía resiste las comparaciones con los mejores delanteros del presente. Hoy por hoy puede ofrecer tanto como el deslumbrante Haaland, que sin duda es el futuro. Sin embargo, no debería pesársele en la misma balanza que a Mbappé. El francés es un atacante total que arranca desde las bandas y llega al área más que esperar en ella. Tampoco se le debería medir centímetro a centímetro con Benzema. El blanco, por su zona de influencia y aunque marque 44 goles, es un 10, no un ariete al uso. El polaco solo aceptaría la similitud y forzando la situación, con el Cristiano de los últimos años que vive más del remate y del gol que del juego.

Su presencia es un reencuentro con el 9 puro con una pincelada moderna. El 9 de toda la vida, cada vez menos arraigado. Ahora las nuevas tendencias sobre los atacantes apuntan a jugadores más versátiles, que pueden ocupar todo el frente del ataque, que salen y entran, que caen en las bandas. El polaco, que ha debutado hoy con el Barça en el Clásico de Las Vegas, es todavía de esos delanteros que remata lo que le llegue. Un diestro que no cojea de la izquierda y machaca con la cabeza. Uno que vive en el área porque es allí donde mejor explota sus virtudes de delantero del siglo XX: anticipación, colocación, instinto, desmarque… Al verle de cerca y más asiduamente sorprenderán sus movimientos de desmarque, cómo se aleja del balón y de sus defensores y su cambio de velocidad en el intervalo entre el área grande y el área pequeña, con el punto de penalti como referencia. En esos metros es letal.

Como futbolista ha evolucionado sin dejar de ser lo que siempre fue. Ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos en los que el área no puede quedarse descolgada del juego. Guardiola, Ancelotti, Heynckes, Flick… le enseñaron a entender mejor el juego, a interpretar que nunca está de más asociarse, descargar, tirar paredes, crear espacios… Resultado: el 91 por ciento de los goles de Robert, los ha marcado desde dentro del área, pero al mismo tiempo se le contabilizan un centenar de pases de gol en los últimos ocho años.

Poco queda ya del diamante sin pulir que Jurgen Klopp intentaba ganarse para su causa futbolística en el Borussia Dortmund (2010-14) corriendo a los espacios en fulgurantes contraataques. Eran los años en los que el ahora entrenador del Liverpool motivaba al joven delantero con 50 euros cada vez que pasara de 10 goles en un entrenamiento… hasta que ganaba la apuesta tantas veces que decidió dejar de cobrar.

También Carlo Ancelotti disfrutó, en su etapa en el Bayern, del ahora azulgrana. Su relación no llegó a ser idílica porque el jugador cargó varias veces contra él por considerar que sus “sesiones de entrenamiento eran cortas y poco intensas”. La realidad fue que el polaco esa temporada 16-17 marcó 43 tantos en 47 partidos, además de dar 10 pases de gol. La respuesta de Carlo cuando le preguntaron por su delantero estuvo acorde con la elegancia y la educación con las que siempre se viste. “Lewandowski es el jugador más profesional al que he entrenado. Solo piensa en qué comer, en dormir bien y entrenarse todo el día. Siempre está ahí cuando lo necesitas y no se lesiona porque siempre sabe qué es la más importante para tener una buena condición física”.