Lamine, la cara de la Liga
El título 28 del Barça ha tenido muchos nombres, pero el carisma del ‘19’ lo arrastra todo. Se ha convertido en la cara del equipo de Flick.


Un elegido. Sólo con esos ojos se puede mirar estos días a Lamine Yamal. Porque la Liga número 28 del Barça ha tenido muchos nombres. La irrupción arrolladora de Cubarsí, la invulnerabilidad de Koundé, el carácter de Iñigo, la magia del metrónomo Pedri, los goles de Lewandowski y el liderazgo de Raphinha. Y, sin embargo, el carisma de Lamine lo arrasa todo. Con él, cada jugada es una aventura. Pocos partidos como el Clásico que sentenció la Liga en la jornada 35 para definir su ascendencia en el equipo. Un gol, una colección de arabescos eficientes que desquiciaron al Madrid, tres asistencias imposibles a Raphinha que el brasileño no pudo terminar en gol.
El Barça ya va asociado al nombre de Lamine. Por eso esta Liga lleva el apellido del chico que, en sus propias palabras, dejó el miedo en un parque de Mataró. Definitivamente, ha explotado como futbolista y ha confirmado punto por punto todo lo que dejó en la Eurocopa de 2024 en Alemania, en la que fue elegido mejor jugador joven. Su temporada 2024-25 ha estado trufada de premios. Recibió el Golden Boy y el Trofeo Kopa que le acreditaban como mejor jugador joven del mundo. Pero ya ahí parecía que se le quedaban pequeños. Clasificado en el octavo puesto de la lista del Balón de Oro, las previsiones permiten sospechar que se subirá al podio desde este año.
Siete goles y catorce asistencias no parecen unos números descomunales para darle a esta Liga el nombre de Lamine. Sin embargo, su influencia en el juego va más allá de los números. El Barça juega volcado hacia la izquierda, y de las superioridades tácticas que provoca se generan espacios y nacen jugadas prometedoras de las que se han aprovechado Lewandowski o Raphinha. Su privilegiada lectura del juego le permite entenderse con todos los jugadores que pasan por su zona de influencia: Koundé, Pedri, Olmo… En un equipo que juega sin descanso, es el único que decide en ocasiones darle a la pausa, ponerle un ritmo casi caribeño. Vuela como una mariposa, pica como una abeja.
Empujado por el aire de la Eurocopa, lleno de confianza, Lamine empezó la temporada como un tiro. Cinco goles y siete asistencias en las primeras doce jornadas. Noviembre fue, como para el Barça, su mes ‘horribilis’. Una lesión e grado 1 en la sindesmosis de su tobillo derecho le hizo parar un par de jornadas. Poco después de su regreso, una entrada de Neyou le hizo recaer de la molestia. Hubo preocupación. Flick decidió ir con precaución. El extremo criado en Rocafonda no jugó el partido contra el Atlético de Madrid (1-2), en el que al Barça parecía que se le estaba escapando la Liga. Prefirió esperar a que estuviese plenamente recuperado.
Lamine no se ha perdido ni un partido de la segunda vuelta y a sus lomos ha cabalgado el Barça. Su gol en el Metropolitano anunció como favorito para la Liga a los azulgrana. Y su exhibición en el Clásico, que completó la exhibición de la semifinal de la Champions contra el Inter, le consolidó el podio mundial.
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La guinda de Lamine
Abrumado por todas las marcas que pretenden que sea su imagen, ‘independizado’ desde principios de curso, cuando decidió salir del caparazón de La Masia para vivir solo (cerca, eso sí, de las instalaciones de entrenamiento), Lamine es un diamante bruto. Ni siquiera él, pese a la autoconfianza que desprende, conoce cuáles son sus límites. Tiene un buen mentor en Flick, que no para de repetir que es “un genio”, pero también que los grandes lo son porque no se toman ni un día libre en el trabajo. Le exige constancia, cuestión difícil en esta edad de la inocencia en la que aún vive, y en la que va a tener tantas tentaciones cerca y fáciles. De momento, y aunque es fácil encontrarlo haciendo vida social en Barcelona, parece determinado a hacer historia. Es una celebridad, pero no olvida sus orígenes. Alguna visita a su abuela en Rocafonda, el cumplimiento del Ramadán, y la pasión desbocada por su hermano Keyne, que es una de sus compañías favoritas. Nacido en 2007, se hará mayor de edad el próximo mes de julio. Para entonces, se espera la firma de la renovación de su contrato, que le convertirá ya en uno de los futbolistas mejor pagados del mundo. Lamine ha prometido fidelidad al Barça como también traer la Champions de vuelta once años después. Por desafíos, tiene los que quiera. Un tal Messi levantó diez Ligas como futbolista del Barça. Esta historia, sin embargo, la escribe Lamine.
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