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LALIGA

LaLiga fabrica talentos

El centro ESC LaLiga & NBA reúne a 36 chavales de 24 nacionalidades, que juegan en dos equipos. Su programa pone el foco en lo académico y lo deportivo.

AS visitó las instalaciones, asistió a la charla técnica y al partido que enfrentó al equipo de jóvenes talentos de LaLiga contra el Adarve.

Gabri Veiga, Pablo Barrios, Gavi... son las últimas perlas surgidas en el fútbol español. Para seguir destapando más, LaLiga ya tiene su propia fábrica de talentos y de sueños. La localidad madrileña de Villaviciosa de Odón alberga, desde septiembre de 2022, el centro ESC LaLiga & NBA, donde se desarrolla LaLiga Academy Madrid, un programa académico y deportivo para formar a jóvenes promesas. Actualmente conviven allí 36 chavales de 24 nacionalidades —la más numerosa es la mexicana y hay dos representantes españoles—, que juegan en dos equipos: uno Sub-16 y otro Sub-18. No obstante, asoma en el horizonte otro femenino. Estas instalaciones se componen de una residencia (con capacidad para 450 personas), dos campos de fútbol (uno de césped natural y otro artificial), gimnasio, clínica... y colegio internacional, cuyo idioma común es el inglés.

Esta idea bebe del college americano. “De ese concepto de estudiante y atleta. Se entrenan seis días a la semana, pero la educación es muy importante. Sólo un 1% llega a la élite. Hay que darles recursos. No se trata de formar sólo jugadores, sino también personas”, explica Juan Florit, responsable de Proyectos Deportivos de LaLiga, que incide: “Si conseguimos que uno dé el salto a un club profesional, fenomenal, pero lo principal es darles una salida a futuro. Tenemos LaLiga Proplayer, un sistema de becas para que puedan jugar en universidades americanas”. Actualmente, hay siete chicos en ese proceso y cinco ofertas en firme de universidades.

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Para la próxima temporada está previsto que funcione el apartado correspondiente a la NBA. “Llevamos años hablando de convivir. Nuestra idea es que LaLiga se encargue de los programas de fútbol y NBA, de los de baloncesto”, afirma Javier Hernández, responsable de desarrollo internacional de LaLiga Grassroots. Su idea es crear una experiencia similar a la vivida en una Villa Olímpica. Los chavales llegan con la ilusión como equipaje para ese camino que dura diez meses, en los que además se pone el foco en el aspecto psicológico. La frustración, la soledad... son algunos de los aspectos con los que lidian. “Los chicos manejan sus expectativas mejor que sus familias”, coinciden Florit y Hernández.

Los sábados por la tarde y los domingos los tienen libres. Los chavales aprovechan para realizar actividades fuera del complejo, van al Parque de Atracciones, a ver partidos de LaLiga... Y tienen permiso para salir si viene su familia a España o son vacaciones. “Un jugador japonés se quedó en Navidad. Todos nos lo queríamos llevar a casa”, aseguran con ternura. Al fin y al cabo, son una familia. El staff lo forman 21 personas para atender a los 36 estudiantes. Los jóvenes —algunos de ellos, becados— duermen en habitaciones dobles con vistas a los campos de entrenamiento y se busca a compañeros afines, según un cuestionario que rellenan al entrar. Las paredes lucen frases motivacionales, como las de Carl Lewis (“Si no tienes confianza siempre encontrarás la manera de no ganar”) y Jorge Valdano (“En ningún lugar he aprendido más sobre los demás y sobre mí que en el campo”).

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Grandes mujeres como Frida Kahlo, Ana Frank, Malala Yousafzai, Coco Chanel... son su inspiración a la entrada del colegio, que posee laboratorio, sala de manualidades... Para reponer fuerzas está el comedor (con pantallas para ver partidos) y una sala de juegos, con su futbolín, la play... Ya sobre el césped, se ha establecido una línea de trabajo único en todos los proyectos internacionales, que se matiza según el contexto de cada país y está centralizado en un software. Algunos clubes (Mallorca, Leganés, Tenerife...) trabajan con dicha herramienta. El videoanálisis es la parte que más llama la atención de los chicos. “Les gusta ver qué ha pasado, cómo lo han hecho”, argumenta David García, coordinador de técnicos y metodología.

Ganar o no ganar, esa no es la única cuestión. “Aquí prima el crecimiento del jugador”, advierten los entrenadores Antonio y Guillermo. Sus equipos no participan en competiciones federadas, aunque tienen una cita marcada en el calendario: la Oviedo Cup, que se celebrará en Semana Santa. “Todos los futbolistas intervienen, aunque no con los mismos minutos. Eso lo ligamos a la conducta y al cumplimiento del reglamento interno”, sentencia García. El central mexicano Julio Castro y el guardameta hondureño Carlos Adrián Girón compartieron sus experiencias en primera persona. “Llegué jugando bien, pero sin saber leer el juego. He madurado. Nadie está pendiente de tus cosas, te dice acuéstate... Extraño a mi familia, pero hay que hacer sacrificios para alcanzar lo que quieres”, analiza Julio, a lo que Carlos continúa: “Aquí somos como una familia. El equilibrio físico y mental es importante, si no no llegas a nada”. Sus referentes son Rafa Márquez y Keylor Navas y se esfuerzan por emularlos.

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Para gestionar sus emociones trabajan José Ángel García y Leticia Montoya, del área psicosocial. “Esto es un ecosistema donde el jugador está en el centro de todo. Nosotros los formamos coordinadamente”, narran. Cuidan también de ese entrenamiento invisible, integrado por el sueño y la nutrición y ejercitan tanto la tolerancia y la gestión del error como la adecuación de las expectativas. Un aspecto clave, donde los padres y el entorno tienen especial relevancia. “Los chicos llegan y quieren ser profesionales, pero ponemos el foco en los objetivos a corto plazo y en el proceso, más allá del resultado. La presión es una losa que les impide disfrutar”, apuntan. Además, el equipo que no juega tiene una importante tarea, la de evaluar al otro en cuanto a comportamiento y juego limpio. Y los futbolistas responden un formulario de cómo se sentían antes y después de competir.

Las charlas tácticas se acompañan de arengas motivacionales. No se pierde el foco en la persona. “Buscamos que los chavales estén a gusto y no se sientan solos. Trabajamos con todos los tipos de padres que hay: el hooligan, el inversor, el entrenador... Les hacemos una entrevista previa y les hablamos con sinceridad. No les prometemos que sus hijos terminen jugando en el Atlético, pero sí que salgan preparados para vivir una experiencia en cualquier lugar del mundo. Nosotros creamos oportunidades”, insiste Rubén Caño, coordinador de proyectos en LaLiga Grassroots y encargado de las admisiones.

“¿Sacar un Messi? Ojalá. Nosotros impartimos un método profesional, pero los mimbres los traen de casa. Somos especialistas en fútbol formativo. Entrar aquí ya es una oportunidad”, concluyen. Ellos pulen esas joyas con la esperanza de que algún día brillen en la élite...

Luis García.
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Luis García.

Luis García: “El jugador español está preparado para competir en cualquier liga”

Una de esas joyas, en la primera década de los 2000, fue Luis García. El exfutbolista de Atlético, Barcelona y Liverpool y actual embajador de LaLiga visitó el centro y compartió sus experiencias. A lo largo de su carrera, el catalán jugó en seis países (España, Inglaterra, Grecia, México, India y Australia) y cuatro continentes distintos, lo que le llevó a valorar más la formación de los jugadores y técnicos españoles. “Me di cuenta en Inglaterra del trabajo que se hace en las canteras de los clubes españoles. No sólo en la parte técnica, táctica o física, sino también en la mental. El tema emocional es fundamental y más hoy en día que convivimos con las redes sociales. La mentalidad en España es que el jugador debe seguir desarrollándose, con cesiones, por eso está preparado para competir en cualquier liga. En la Premier no se tiene y apenas vemos futbolistas ingleses que compitan en Italia, Francia... Los jugadores y entrenadores españoles tienen prestigio. A todos nos gusta el tiqui-taca, pero ese no es el único estilo aquí. A mí me encanta Iraola, que da a ese tiqui-taca un aire más físico, atrevido, agresivo, dominador...”, esgrime el extremo.

Luis también abogó por la importancia de la parte académica (“Los padres cada vez son más conscientes de que sólo llega a ser profesional uno entre un millón”) y de la emocional. Algo que vivió en su propia piel. “Cuando llega la frustración no tienes herramientas y es fundamental tener ayuda. Yo jugaba en un filial del Barça, que tenía un convenio para llevarse a los chicos que quisiera con 14 años. El año anterior al nuestro se llevaron a 5 para el juvenil A y en nuestra generación no cogieron a nadie. Lo que yo lloré... Seguí y tardé otros tres años más hasta que el Barça vino. Eché de menos ayuda en ese proceso”, señala el catalán, que sí trabajó ese aspecto más adelante: “Fue en el Liverpool. Me era complicado jugar con Jamie Carragher porque era muy gritón durante el partido. Al principio no le entendía y luego me decía todo el rato: ‘No pierdas la pelota’. ¿Cuál era mi primer pensamiento? No pierdas la pelota. ¿Qué era lo primero que hacía? Perderla. Yo era atrevido e intentaba a la siguiente darla más bonita todavía, de tacón... La fallaba. Hice un trabajo psicológico diario duro, para dejar esas voces a un lado y seguir. Volaba en el campo. A día de hoy sigo trabajando esos aspectos en mi día a día”.

Luis García cumplió su sueño y reconoce en la mirada de los chicos de la academia la suya de antaño. “Me costó la vida jugar en el Barça, pero conseguir llegar al primer equipo lo significó todo”, rememora emocionado.