ENTREVISTA | CARME COMA
La víctima de Hugo Mallo rompe su silencio en AS: “Ya no tengo miedo, ha ganado la verdad”
Carme Coma ha decidido abandonar el anonimato una vez conocida la sentencia inculpatoria: el excapitán del Celta cometió un delito de abuso sexual sobre ella, que trabajaba como mascota del Espanyol.
Cinco años y medio, desde el 24 de abril de 2019 y hasta este jueves 12 de septiembre, ha tardado Carme Coma en comprobar cómo se le hacía justicia. Aquella tarde, a pocos instantes de las 20:30 horas, fue víctima de un delito de abuso sexual por parte de Hugo Mallo, capitán entonces del Celta de Vigo, que visitaba al Espanyol en el estadio de Cornellà-El Prat. Ahora, un juez ha declarado culpable al futbolista, que tocó los pechos de quien trabajaba disfrazada como mascota periquita.
Coma, a quien AS había rebautizado como ‘Ana’ para proteger su identidad desde que el pasado 30 de enero destapó este caso y todos sus entresijos, ha decidido romper su silencio. Y abandonar el anonimato. Porque en su conversación con este periódico este jueves por la tarde en un rincón de la lluviosa Barcelona afirma que, pese a haber sufrido durante demasiado tiempo, al fin no siente miedo sino esperanza. El anhelo de que su testimonio sirva, cuando menos, para que “antes de que un niño le levante la falda a una niña o un adolescente le tire del sujetador a otra, se lo piense dos veces”.
¿Por qué ha decidido romper su silencio y abandonar el anonimato, justamente además el día en que se ha conocido la sentencia?
Porque no me quiero esconder más. Porque he pasado cinco años largos en el anonimato con mucha vergüenza y miedo por lo que me pudiera pasar tanto a mí como a mi familia y personas cercanas. Simplemente, quería esperar a tener una resolución judicial. Lo único que he hecho es buscar las herramientas legales de que disponía para defenderme de una conducta que me ha causado mucho daño.
¿No le abruma la posible exposición?
Precisamente, ahora que se ha dado esta exposición mediática es cuando creo que me encuentro en la obligación de hacer saber que a las personas normales también nos suceden estas cosas. Que me pasó a mí, pero podría haberle sucedido a cualquier otra persona que estuviera haciendo mi trabajo. También a un hombre. Y hay que denunciarlo, sea en el Espanyol o en una pequeña empresa y sin cámaras delante porque al final, de lo que se trata, es de que se tomen las medidas para que no vuelvan a ocurrir situaciones como la que yo sufrí. Ya no tengo miedo, porque lo que explico y lo que ha ganado es la verdad.
¿Enseguida tuvo claro que esa era la postura acertada, y por eso presentó la denuncia a la mañana siguiente de los hechos?
En un primer instante, me bloqueé tanto que incluso me avergonzaba decir lo que me había pasado. Fue al cabo de un rato cuando exploté y asimilé que era un ultraje sobre mí que no podía ni debía tolerar.
¿Cómo encajó el Espanyol su relato del abuso sexual?
La verdad es que doy las gracias al Espanyol y a Barna Porters (la empresa para la que trabajaba como mascota periquita), porque desde el primer momento me dieron apoyo y asistencia legal, que ha llegado hasta hoy. Y también a los medios de comunicación que han sido cuidadosos y discretos con un asunto tan delicado. Yo lo quería llevar todo con respeto.
¿Y el Celta de Vigo? ¿Se puso en contacto con usted?
Fui yo quien, con toda la rabia acumulada que tenía cuando llegué a casa por la noche desde el estadio, envió un mail de repulsa tanto al Espanyol como al Celta. La única respuesta que obtuve del Celta fue institucional, me dijeron que tendrían en cuenta lo que les explicaba y que lo valorarían. Nunca más he vuelto a saber nada.
¿Y de Hugo Mallo o de su entorno?
No, conmigo nadie se ha puesto en contacto en ningún momento durante estos cinco largos años.
¿Cómo valora la sentencia?
Estoy muy satisfecha, porque ha quedado demostrado que decía la verdad. Sé que aún se puede recurrir, pero me siento esperanzada porque la justicia ha dado la razón a una persona anónima que se ha encontrado con un problema grave en su vida.
Ha anunciado el futbolista que recurrirá a la condena y que agotará todas las instancias para demostrar su inocencia.
Esta persona tiene el derecho de defenderse como crea oportuno, igual que ya hizo ante un juez que ha decretado su culpabilidad.
A Mallo le han sancionado con 6.000 euros de multa, más otros 1.000 euros con intereses que le deberá abonar como víctima por daños morales. ¿Es cierto que esta cantidad última es la que había solicitado usted con su abogada?
Sí. Precisamente una de nuestras fortalezas pasaba por dejar claro que no quería una compensación económica, simplemente quería que se hiciera justicia. Afortunadamente, tengo un trabajo muy bonito que me llena, me gano la vida.
¿Su principal sustento guarda alguna relación con su desempeño como mascota del Espanyol?
No. No tiene nada que ver. Lo de mascota periquita lo hice durante muchos años como ‘hobby’, me lo pasaba bien y me gustaba. Lo dejé porque me fracturé un pie hace un par de años. En la vida me hubiera imaginado tener que pasar por esta situación tan desagradable que he vivido. Jamás.
¿Temió, en un proceso tan largo, que el abuso sexual cometido por Hugo Mallo llegara a quedar impune?
De hecho, desde el primer momento en que decidí ir a denunciar, personas de mi entorno dudaban de si debía dar ese paso porque me veían como en inferioridad, que no tendría apoyo legal. Luego, pasé un montón de tiempo sin querer que se hablara del tema. Cuando vi que se hizo público, justamente en el As, seguía con muchísimas reservas. Hasta que no ha salido la sentencia, he sufrido muchísimo porque aún hay gente por ahí que no considera un ultraje lo que pasó, por eso temía que la verdad no quedara reflejada.
¿Qué pensó cuando el Juzgado de Primera Instancia de Cornellà decretó el sobreseimiento provisional del caso?
Eso fue un golpe muy duro. En ese momento sí pensé que lo tenía muy difícil, que la justicia no estaría de mi lado. Pero la verdad prevalece. He perdido horas de sueño, tranquilidad, aun así nunca pensé en arrojar la toalla. Era mucho más fuerte mi deseo de que quedara claro que un comportamiento de ese tipo no se le puede hacer a nadie, que este tipo de ataques no se pueden repetir.
¿Cree que estos cinco años y medio transcurridos entre el delito y la condena han ido en paralelo a un cambio de mentalidad en una sociedad que al fin no mira para otro lado?
Me llamó mucho la atención que, cuando lo que me había pasado salió en la prensa, se hablaba ya de unos cuantos casos de futbolistas, de entrenadores incluso. Y ahora la sentencia coincide con un jugador del Valencia incriminado en un posible delito sexual (Rafa Mir) o un utillero acusado de grabar en un vestuario. Quizá estemos más sensibilizados, sí, pero igualmente no dejan de aparecer noticias de este tipo. No se para.
Además de la necesidad de que toda víctima denuncie cualquier vejación, maltrato, abuso o agresión sexual, ¿cree que su caso servirá para avanzar hacia la erradicación de estos comportamientos inadmisibles?
Si de alguna manera esto deja ver al sustrato de la sociedad, que son los niños y jóvenes, que estos comportamientos de gamberro de patio de colegio no se pueden hacer porque tienen consecuencia, ya habremos avanzado algo. Antes de que un niño le levante la falda a una niña o un adolescente le tire del sujetador a otra, se lo pensará dos veces. Si sirve para eso, yo ya estaré satisfecha.