La última gran virtud de Saúl
El ilicitano da cinco asistencias en cinco partidos por primera vez en su carrera, asentándose de nuevo como imprescindible para el Cholo.
“No son cuatro asistencias: yo me cuento cinco”. Saúl hablaba ante la cámara de DAZN al finalizar el Atlético-Cádiz con ese centro que había hecho estallar al Metropolitano sobre su cabeza. La pelota había terminado en Correa, en el gol, en el 3-2 después de haber ido perdiendo 0-2 con los de Sergio González. La estadística de Opta le cuenta cuatro, cuatro en los últimos cinco partidos, aunque para él sean cinco: “Porque la de Memphis en Vallecas, aunque la toca un defensa (Aridane), me la cuento”. Con cuatro ya es de récord: son las mismas que las que el 8 rojiblancos había dado en sus 149 partidos anteriores en Liga, según detalla Opta. Y aquí no hay pero. Saúl suma a su poderosa zancada y su polivalencia una nueva virtud: la de asistente.
Dos en el Rayo Vallecano-Atlético, otras dos en el derbi ante el Real Madrid, la del Atlético-Cádiz del fin de semana. Si la temporada pasada el Cholo encontró en las botas de Griezmann ese papel, esta lo ha hecho en las de Saúl que, mientras recupera el gol, los sirve. Volviendo a echar raíces, eso sí, en la pizarra del Cholo. El otrora pilar del Cholo, uno de esos jugadores que siempre estaba en el once, está recuperando ese papel: es el séptimo futbolista de Simeone en minutos esta temporada, con 427′. Atrás quedó el tono grisáceo con el que regresó de los días de lluvia de su cesión en el Chelsea (21-22). Atrás el peso de su cabeza y los viajes al lateral izquierdo. Atrás aquellas palabras a Ibai Llanos antes de irse a Inglaterra y con Tuchel para vestirse de azul: “Pedí entrenar en mi posición (el medio) y no lo hago”. Atrás queda todo aquella que empequeñecía y apeaba a un Saúl que la temporada pasada transitó sin demasiado poso en la competición y el equipo: 15º jugador en minutos para Simeone, con 1.433′.
El resurgir del 8
Pero Saúl señaló el dorsal 8 este verano y lo hizo con la clara intención de volver a ajustárselo bien a la espalda para hacerlo grande, para que calara en su hierba de nuevo, como lo hace la tinta en la piel tras un tatuaje. Él lleva uno en su muñeca que se besa cada vez que marca goles y le recuerda que, de lo peor, también se sale. Él lo hizo. Lo peor: aquel golpe en su riñón que le hizo jugar con un cateter dos años miccionando sangre para abrazar lo mejor. Lo mejor: aquel gol al Bayern de Múnich cuarenta y dos años después del gol de Schwarzenbeck que apartó al Atlético, en el último suspiro de la prórroga, de su primera Champions posible cuando aún se llamaba Copa de Europa y en la televisión aún no existía el color. Ahora ha vuelto a hacerlo. Porque Saúl es uno de esos futbolistas que representan como nadie qué es el Atleti: siempre vuelven. El mejor asistente de LaLiga lo tiene el Cholo, es rojiblanco. Aunque el propio Saúl también avisó ayer, tras el Atlético-Cádiz. “Yo lo que quiero es meter goles”. Mientras llegan, los regala.