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La segunda parte, ante todo un Sevilla, marca el camino

Mereció más el Real Valladolid, pero se tuvo que conformar con el empate porque Asenjo falló y el colectivo arbitral tuvo un mal día en el Sánchez Pizjuán. En las dos acciones complicadas del partido los pucelanos salieron perjudicados. El debutante Pulido Santana y su acompañante en el VAR, Iglesias Villanueva, no tuvieron la mejor noche y perjudicaron al Pucela. Más incluso desde la sala de Las Rozas que en el campo. Porque se puede llegar a entender que el canario no viera con claridad las dos acciones, pero no tiene un pase que viéndolo en la tele no llames a tu compañero.

El penalti a Guardiola, nada más comenzar la segunda parte, es clarísimo. Hay quien dice que el central del Sevilla toca balón, complicado de ver, pero lo que sí toca, seguro, es el tobillo del delantero pucelano. Hasta Óscar Puente lo vio claro. Peor aún es la entrada de Ocampos sobre Olaza que mereció roja y fue la llama que provocó una gran tangana bordeando el minuto 90. Esa patada es una expulsión clarísima, pero Iglesias Villanueva decidió no intervenir y doblar el error de Pulido Santana.

Y todo ello en un partido en el que el Real Valladolid fue de menos a más. En un duelo donde los pucelanos se vieron sometidos por momentos en la primera parte, sin sufrir demasiadas ocasiones, pero donde se lucieron y merecieron ganar en la segunda. El descaro, la valentía de la segunda parte, marca el camino de lo que debe ser este Real Valladolid en Primera, lo que quiere Pacheta que sea su Pucela que fue capaz de dominar a todo un Sevilla. Con un equipo que adelantó líneas, que jugó al borde del precipicio, arriesgándose a que le pillaran la espalda, pero que iba para adelante, que le quitó el balón al Sevilla de Lopetegui.

La tuvo Guardiola en la primera parte, pero un poco porque el balón le vino un poco atrás, otro porque le falta algo de chispa al no haber competido desde mayo, un tanto más porque Bono le tapó el espacio, el esférico se estrelló en el portero, pero el delantero mostró compromiso y sumó en su redebut como blanquivioleta. El que no tuvo un día feliz fue Asenjo. Si en la primera parte hizo una buena parada a Lamela, en la segunda cometió un error grave que costó los dos puntos al no atrapar un balón sencillo en una confusión con Joaquín. Y es que esto es Primera División y los errores se pagan con goles. Lo pudo sentir el central la semana pasada y ayer le tocó al portero, que hoy cumplía su partido 300 en Primera.

En el lado bueno del partido hay que contar el gran partido que hizo Álvaro Aguado, sumando muchos kilómetros de trabajo a su calidad y la fuerza y fe de Anuar. No jugó en la primera jornada, fue titular en la segunda y marcó un gol que le define: puro corazón blanquivioleta. Ahora toca descansar y pensar ya en el partido ante el Barcelona en el Camp Nou.