Real Madrid

La presión ‘fake’ y la desunión del Madrid

Las tres victorias seguidas no ocultan la precariedad futbolística del equipo de Xabi Alonso. Sus concesiones al rival resultan tan evidentes como sus limitaciones creativas ante bloques cerrados.

Real Madrid's German defender #22 Antonio Ruediger speaks to Real Madrid's English midfielder #05 Jude Bellingham during the Spanish league football match between Real Madrid CF and Sevilla FC at Santiago Bernabeu Stadium in Madrid on December 20, 2025. (Photo by Oscar DEL POZO / AFP)
OSCAR DEL POZO
Javier Sillés
Subdirector de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, empezó en 2011 en la sección del Real Madrid como becario. Después pasó a AStv, donde ejerció la función de editor jefe hasta 2021 y como jefe también de la sección de infografía. En 2021 fue nombrado de redactor jefe de fútbol y en 2022 ascendió a subdirector de AS.
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Una sensación de abatimiento preside el recorrido del Real Madrid en los últimos tiempos. Como contraste aparece su situación clasificatoria en la Liga y su presencia ventajosa en el resto de las competiciones, pero esta realidad parece no servir ya como coartada. La regresión futbolística del equipo de Xabi Alonso está fuera de discusión y remite a tantos motivos que no se atisban soluciones cercanas y fáciles. La implicación general de los jugadores sin balón ha volado, los desajustes tácticos se desmadran partido a partido y la poca claridad ofensiva cuando no hay espacio para correr limita todavía más su repertorio. El Madrid está en una encrucijada.

Las sospechas se ciernen sobre el equipo blanco, que anda lejos de enmendarse, como quedó certificado contra el Sevilla. Por ser el último partido, conviene reparar en todas las equivocaciones en las que incurrió el Madrid, aunque el dossier de errores viene de tiempo atrás. El bloque de Xabi Alonso se desangró defensivamente, pese a que dejara su portería a cero. Pero la precariedad de su estructura quedó más que señalada con desatenciones de peso en las vigilancias, una presión vacía de contenido e intensidad y una distancia entre líneas y jugadores que cualquier equipo profesional es capaz de aprovechar. Al Sevilla le faltó pegada y le sobró la presencia de Courtois, un remedio milagroso para Xabi Alonso, como lo fue para Ancelotti, que no oculta sus contradicciones. El despropósito táctico e individual alcanzó de pleno al Madrid.

Ni presión ni retorno

El Sevilla, como antes otros muchos equipos, volvió a disfrutar de una salida desde atrás sin demasiada oposición. El Madrid presionó sin hambre ni organización, desconectándose entre líneas y con dos futbolistas, principalmente, que no se desgastan en ese apartado. Mbappé y Vinicius menosprecian sus obligaciones, y la estructura blanca se deshace como un azucarillo.

La presión ‘fake’ y la desunión del Madrid
Vinicius y Mbappé protestan y pasan de apretar. Agoumé está solo en medio de la nada. El bloque blanco está partido.

El Sevilla siempre encontró escapatoria con los tres centrales y los dos pivotes, mientras que el Madrid era incapaz de cerrarse por dentro y por fuera. A la espalda de Tchouameni y Güler siempre había hueco, que Rüdiger y Huijsen nunca cubrían. Además, los problemas se agudizan en el momento en el que los rivales superan a una línea. No existe un repliegue uniforme, los futbolistas se abandonan y lo que queda de amparo no resulta suficiente. La presión ‘fake’ es una condena para el Madrid. En los últimos cinco encuentros, registra únicamente cinco robos en zonas adelantadas por encuentro, cuatro menos sobre media anterior. Al final, el cambio profundo que pregonaba Xabi Alonso a su llegada ha explosionado y el volantazo hacia el pragmatismo que ha intentado dar con un bloque más sujeto y menos pasional no ha adecentado nada.

La indolencia en las marcas

A esa errática presión se añade, y también lo explica, los descuidos en las vigilancias. El Madrid no aprieta arriba, pero tampoco fija bien a los posibles receptores. Le pasó, por ejemplo, contra el Elche y la salida en largo que planteaba a veces Eder Sarabia; se advirtió de nuevo en los apoyos de Borja Iglesias en el gatillazo ante el Celta en el Bernabéu; y se acentuó en la visita del Sevilla bajo las apariciones entre líneas de Alexis Sánchez o Isaac Romero. Rüdiger y Huijsen siempre dejaron distancia sobre sus marcas, al igual que Asencio y Fran García. Y los jugadores del centro del campo anduvieron faltos de reflejos y responsabilidad para retroceder cuando la acción les superaba.

La presión ‘fake’ y la desunión del Madrid
Rüdiger llega tarde a encimar la recepción de Isaac Romero. Salida fácil del Sevilla.
La presión ‘fake’ y la desunión del Madrid
Isaac lanza el desmarque y Rüdiger baja al trote. Huijsen da espacio a Alexis y nadie del centro del campo tapa a Sow.

El Sevilla atrajo al Madrid a su campo y se sirvió de entregas verticales para poder transitar y atacar después la espalda de la defensa blanca. Fue una constante durante todo el partido.

La separación de la última línea

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El agujero del Madrid trasciende al rendimiento particular de la zaga, pero tampoco hay demasiadas dudas sobre las menguantes prestaciones de sus especialistas defensivos. Ante tanta baja, sin tener a disposición el talento de rectificación de Militao y la experiencia de Carvajal, escasea la fiabilidad. Rüdiger y Huijsen completaron una actuación ante el Sevilla digna de estudio. Todo lo hicieron mal y tarde. La crítica se endureció sobre el internacional español, pero el alemán se desentendió en demasiadas jugadas y demostró que físicamente no está para jugar a campo abierto. Las distancias entre los centrales aumentaron respecto a partidos anteriores y las coberturas brillaron por su ausencia. Debería causar extrañeza que el Sevilla le disparara hasta en 13 ocasiones, o que el Talavera lo hiciera en 16, pero la secuencia de los partidos rebaja la sorpresa.

La presión ‘fake’ y la desunión del Madrid
Distancia sideral entre Rüdiger y Huijsen, que permite el desmarque de Isaac al pase de Alexis. Sow también está solo.

Atasco en la generación

La presión ‘fake’ y la desunión del Madrid

El Madrid tampoco se encuentra con el balón. Funciona a arrebatos individuales, sin hilo de continuidad y una pauta que favorezca al colectivo. Cuando los adversarios estrechan las vías de acceso, se le apaga la luz. Eso sucedió contra el Sevilla hasta el gol de Bellingham a balón parado. El equipo de Almeyda se juntó en campo propio con un sistema de ayudas que hizo que la posesión adormecida de los de Xabi Alonso apenas creara peligro. De esa espesura solo despertó con alguna conducción de Vinicius o a partir de la movilidad de Rodrygo, el jugador que puso verdadero interés por agitar el tablero. Sus movimientos de ruptura proyectaron al Madrid y sus apoyos abrieron espacios para los compañeros (en la imagen, viene a recibir y da salida conectando con Bellingham). En cualquier caso, fue más coyuntural que algo estructural. El Madrid sigue sin dar señales satisfactorias de cómo atacar a bloques hundidos.

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