La nueva vida de Tchouameni
El francés será, por su versatilidad como pivote y central, una pieza maestra en los planes de Xabi. Afronta su cuarto curso tras revertir los pitos en aplausos.
Llegó para una transición que ya ha culminado. Para ser a largo plazo el reemplazo de Casemiro en aquella mítica CMK en un centro del campo inolvidable con el que el Madrid conquistó cuatro Copas de Europa. Y Aurélien Tchouameni (25 años) tuvo que asumir de inmediato aquel desafío sin colchón después de que el brasileño pusiera rumbo a Mánchester. Mientras que otros como Valverde, Camavinga y Güler tuvieron a Kroos y Modric (y también al propio Case en el caso del uruguayo) de maestros con los que crecer de la mano, el francés tuvo que recorrer solo un camino plagado de espinas. Tres años después, aquella transición para la que llegó se ha completado. Y ahora Tchouameni no es solo una de las referencias en la medular, sino la pieza maestra sobre la que pivota el entramado táctico de Xabi Alonso.
Han sido tres temporadas (146 partidos disputados) de adaptación, de crecimiento... y también de dudas. Dudas que llegaron a colmar el vaso de la paciencia del Bernabéu, que el pasado mes de enero explotó con una pitada en el partido de Copa contra el Celta, cansado de ver a Tchouameni pasar de puntillas por los partidos. “Lo que no te mata...”, escribió el centrocampista en redes tras aquel partido junto con un emoji de un relajante masaje en la cabeza. Aquellos silbidos resultaron terapéuticos. Un punto de inflexión. En los meses siguientes se ha visto a un Tchouameni revitalizado, sólido, con liderazgo. Devolviendo primero a Ancelotti la confianza inquebrantable que siempre mantuvo en él. Respondiendo luego al papel que Xabi Alonso le ha otorgado desde su llegada.
El italiano no perdió la fe en sacar el jugo de un futbolista por el que el Madrid pagó 80 millones de euros al Mónaco. Precio de galáctico que quizás le pesó. Por entonces, el cuarto futbolista más caro de la historia del club (tras la llegada de Bellingham, es el quinto). Carletto lo reinventó como central ante una emergencia que en muchos momentos de la pasada campaña se convirtió en persistencia. “Se enfadará [por jugar de defensa], pero es un central espectacular. Juega muy bien, saca el balón como pocos y tácticamente es muy bueno. Tiene la suerte de poder jugar tanto de pivote como de central”, decía el italiano en los primeros pasos que el normando daba como defensa.
Una suerte de la que disfrutó el italiano y ahora Xabi Alonso. Y que convierte a Tchouameni en “un pilar fundamental de la plantilla”, como lo definió el propio técnico tolosarra al poco de aterrizar en el banquillo madridista. Porque esa polivalencia que adquirió con Ancelotti ahora le va a resultar muy útil a Xabi y va a revalorizar la figura del propio Aurélien.
“Tchouameni puede ser híbrido y hacer de central y de centrocampista. No nos vamos a cerrar en una idea y la riqueza táctica nos va a dar alternativas para buscar soluciones. Le había visto mucho, pero al final le tienes que conocer y ver que tiene la capacidad de adaptarse. Es inteligente y esa posición para mí es fundamental”, explicaba Xabi Alonso en Estados Unidos durante el Mundial.
La versatilidad de Aurélien
Hay muchas expectativas con el sistema que pueda adoptar el guipuzcoano. Pero una de las cosas indubitadas es que Tchouameni, como pivote o como central según lo pidan el partido y su entrenador, es la pieza clave en el dinamismo del dibujo de Xabi. “El fútbol te obliga a muchas cosas en la actualidad y no me obsesiono mucho con el sistema, puede ser flexible durante el partido. Depende de la altura de Tchouameni, y decir 4-2-3-1 o 4-1-4-1 es muy estático”, anticipaba el técnico en el Mundial.
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Un mes después de aquellos pitos, el Bernabéu cambiaba su veredicto y le dedicaba aplausos contra el City. Tchouameni se ha terminado ganando el favor de la afición y ahora, tras cuajar un gran partido ante el WSG Tirol –con asistencia incluida a Mbappé–, afronta una nueva temporada en la que va a ser primordial en los planes de Xabi y un referente en el equipo. Es la nueva vida de Tchouameni.
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