La noche de Vizcaíno
Cosas del destino, el Cádiz se juega sus pocas opciones de salvación en el lugar donde su presidente aprendió como aficionado y directivo.
Manolo Vizcaíno es hoy el hombre. Bajo su mandato, el Cádiz Club de Fútbol salió del averno de la Segunda B para alcanzar la que hasta ahora se ha convertido en la segunda etapa amarilla más prolongada en Primera División: tres años seguidos. Su equipo necesita ganar para, en función de lo que ocurra en Balaídos y Vallecas (el Mallorca empató ayer en Pamplona), no perder ese privilegiado lugar esta misma noche (sigue el partido en directo en AS.com). El destino se vuelve travieso hasta la crueldad y ha querido que el presidente del Cádiz se la juegue precisamente en el campo de sus sueños como aficionado, el lugar también donde conoció la gloria y aprendió los entresijos de la dirección futbolística como vicepresidente del Sevilla: el Ramón Sánchez-Pizjuán.
Sobre Vizcaíno pesan precisamente en la Tacita esas dos losas, la de sevillano y la de sevillista. Ni siquiera una década basada en el éxito de la mayor institución deportiva gaditana, de convertirse, por números, en el mejor presidente amarillo de la historia sólo por detrás del mítico Irigoyen, ha conseguido quitarle a Manuel el sambenito de miarma. De nuevo con uno de los límites salariales menores de Primera, en el Nuevo Mirandilla (antes Carranza) se han vuelto a hacer malabarismos. Pero salvo milagro esta vez no se producirá eso mismo: otro milagro.
Poco amigo de retorcer el banquillo, ya lo demostró con Álvaro Cervera, Vizcaíno mantuvo a Sergio hasta que el propio técnico catalán reconoció que no tenía más cuerda... y trajo a Mauricio Pellegrino, que había dejado buen poso en el Alavés y Leganés. Pero el argentino tampoco ha logrado acercarse a la victoria hasta esta recta final de Liga, cuando ya parece demasiado tarde. Aunque el Sevilla lleva en chanclas algunos días, el técnico argentino afronta un más difícil todavía: de 22 duelos oficiales, desde 1969 a 2023, 19 de Liga y 3 de Copa, el Cádiz no ha ganado ninguno en el Sánchez-Pizjuán. Un récord de 14 derrotas y 8 empates. Dicen que no hay peor (o mejor) cuña que la de la misma madera: quizá Vizcaíno, que tan bien conoce Nervión, es el adecuado para romper esa infame racha y seguir soñando con la salvación.
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