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REAL VALLADOLID

La importancia del cómo en lugar del cuánto

El Real Valladolid se impuso a la Real Sociedad en su partido con menor posesión del curso, haciendo valer su verticalidad sobre la tenencia del balón.

Actualizado a
22/10/22  PARTIDO PRIMERA DIVISION
REAL VALLADOLID -  REAL SOCIEDAD
SALUDO ENTRENADORES 
ALGUACIL Y PACHETA
PHOTOGENICDiarioAS

De los once partidos que ha disputado hasta la fecha, el Real Valladolid ha ganado la posesión en siete, imponiéndose incluso a equipos a priori propositivos como el Villarreal, el Girona y el Real Betis. Sin embargo, como no hay dos partidos iguales, Pacheta esbozó un plan de juego distinto al habitual para los dos últimos rivales, maximizando la nueva propuesta contra la Real Sociedad. El resultado fue que salió victorioso a pesar de tener apenas un 25% de posesión, la cifra más baja de lo que va de temporada, superando el exiguo 32% que le permitió el Barcelona.

Siendo resultadistas, el conjunto blanquivioleta llenó de argumentos la importancia que se concede al cómo frente al cuánto, ya que incluso con una tenencia tan baja del cuero consiguió ser propositivo. Así lo fue durante unos cuantos minutos, hasta que el conjunto de Imanol Alguacil, insistente, consiguió hundirlo en su área. Esto solo lo consiguió después de refrescar el equipo y de matizar su disposición en el centro del campo con la entrada de Illarramendi, que ayudó más en las primera a acciones a Zubimendi que nadie antes.

La sorpresa mayoritaria provocada por el once, con Iván Sánchez y Óscar Plano jugando como volantes y acompañando a Monchu en en centro del campo, cobró sentido, sobre todo, por la persecución a Zubimendi del madrileño por todo el campo. Probablemente, la intención para con el jienense era que proyectara al ataque como lo hacía en esa posición con Plata, algo que no pudo hacer en demasía, ya que apenas dio ocho pases, o bien que él mismo verticalizara. Fue parte del plan, dado que el Real Valladolid robó y corrió unas cuantas veces al principio.

Fruto de ello, fueron el gol anulado a Monchu y el válido de Sergio León. En el primero, Óscar Plano robó en la frontal, condujo y dirigió el balón hacia Weissman en vertical, en una rápida acción que acaba con el balón alojado en la portería en apenas 20 segundos, en los que solo uno de los pases, de Iván Sánchez, no fue progresivo. En el segundo, Sergio León ‘rugió' solamente seis segundos después de que Monchu esbozara el envío para su carrera. Con ‘solo’ eso bastaba para crear peligro, ‘solo’, así, entrecomillado, por el esfuerzo que encerraba.

Los esfuerzos de alta intensidad continuaron y pudieron llevar otro gol a la garganta de los más de 20.000 aficionados del Pucela, pero Remiro, con una buena mano ante Weissman, lo evitó. La jugada volvió a ser rapidísima: Weissman y Sergio León se encontraban tapando líneas de pase a los centrales y Monchu saltó a la espalda de Silva, condujo y la cambió para el cordobés, que se la entregó al israelí, que definió. Una vez más, seis segundos de posesión bastaron para lanzar el ataque. No obstante, todas esas acciones provocaron una evidente fatiga.

La Real Sociedad llegó al descanso habiendo tenido el esférico para sí durante el 74% del tiempo, y sin embargo, solo contabilizó dos tiros entre los tres palos, ninguno realmente amenazante. El desgaste de los volantes se notó en alguna jugada aislada en la que les costó recuperar la posición superada la presión. Correr tanto y tanto tiempo detrás del cuero y del rival hacía mella, y es que al conjunto txuri-urdin siempre le salía un cinco al tirar el dado: Merino y Brais empujaban, Silva flotaba y Carlos Fernández y Kubo se movían en el frente ofensivo.

Reactivación y muralla

Aunque Imanol Alguacil defendiera más tarde que el mayor número de situaciones fue de su equipo, lo cierto es que las de mayor claridad fueron del Real Valladolid. En la segunda mitad, Pacheta actuó rápido para evitar que las revoluciones bajasen, dando entrada a Aguado y a Plata, ambos reactivos. En la primera ocasión que pudieron galopar, Aguado rompió a la espalda del mediocentro y se la dejó al ecuatoriano, que se la devolvió al andaluz para que disparara al cuerpo de Zubeldia. A continuación, ninguno de los dos pudo rematar un servicio de Javi Sánchez, que también irrumpió con exuberancia buscando el 2-0.

Entre Aguado y Monchu, al alimón, recuperaron otro cuero que el balear, presionante y generador de ventajas, entregó a Gonzalo Plata, que se escoró y buscó la escuadra contraria en un zurdazo. Llegados a este punto, a la hora de juego, se contabilizaban no menos de seis acercamientos peligrosos. Quedaba otro, este, en una jugada a balón parado, en la que Monchu buscó el disparo directo de esquina y cuyo rechazo, de Álex Remiro, no remató a puerta prácticamente en la misma línea de gol. La posesión realista seguía superando el 70%, pero las ocasiones eran locales.

Si los blanquivioletas dejaron de amenazar en campo rival no fue porque renunciaran a hacerlo, como demostró otra carrera de los dos relevos en el minuto 77. Sin embargo, la Real esgrimió suficientes argumentos con balón como para condenarle al bloque bajo; encontró la posibilidad de progresar a partir de la irrupción de Illarramendi, que mejoró la circulación, y de los movimientos, con y sin el esférico en su poder, del debutante Pablo Marín o de Robert Navarro. Ante este escenario, el pragmatismo ganó la partida a cualquier afán de desordenarse.

No lo hubo en el gol anulado a Zubimendi; sencillamente, los realistas lo hicieron mejor. Fue en esa jugada puntual, dado que la organización defensiva y el sacrificio ganaron la partida a la mayor tenencia del cuero. “Cuando vas ganando a la Real, te va a acular. Nos ha tocado casi colgarnos del área porque te aprietan, no coges el balón y no te dejan salir. Nos han desgastado mucho, pero el equipo ha defendido muy bien”, analizó posteriormente Pacheta en sala de prensa, y tenía razón: merced a un número alto de acciones defensivas ganadoras, los tres puntos se los quedó una versión del Pucela quizás alternativa, pero hambrienta y ganadora.