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GRANADA

La fragilidad defensiva desangra al Granada

Los tres goles encajados en cinco minutos ante el Almería confirman la falta de solidez del equipo nazarí. Los rojiblancos son los más goleados de Primera (21 tantos encajados) junto al Almería.

El Granada no levanta cabeza.
Carlos BarbaEFE

El Granada no arranca. Su victoria ante el Mallorca es lo único potable de un inicio de temporada para olvidar en el que los resultados no acompañan. Paco López trata de buscar soluciones pero hasta el momento no llegan. El gran nivel de Bryan Zaragoza y la rápida adaptación de Lucas Boyé no están siendo suficientes para un equipo con carencias en la medular y, sobre todo, en la retaguardia.

La fragilidad defensiva está siendo el gran lastre de este Granada recién ascendido que es penúltimo con cinco puntos de 24 posibles. Los 21 goles en contra en ocho jornadas, una media de 2,6 por partido, son una losa demasiado pesada.

La plantilla cuenta con cuatro centrales (Ignasi Miquel, Miguel Rubio, Torrente y Vallejo) más la opción de Víctor Díaz. Vallejo sigue lesionado y el resto no ha estado al nivel. El debate sobre la idoneidad de haber incorporado algún central más en el mercado era latente a finales de agosto y se ha hecho viral después de un mes y medio de competición. Las carencias defensivas son indisimulables y si el Granada no frena su sangría atrás, la permanencia se convertirá en una quimera. Sólo el Almería, colista y también con 21 goles recibidos, presenta registros tan malos como los nazaríes.

Los mensajes públicos desde Los Cármenes son de confianza en la plantilla y en el trabajo de Paco López. Sin embargo, la preocupación existe y la necesidad de acudir al mercado en enero es también más que evidente. Pero para entonces aún quedan casi tres meses de competición y urge una reacción para no descolgarse.

Paco López tiene trabajo por delante. También en los despachos hay mucho por hacer para tratar de mejorar una plantilla que está justa y que precisa de varios retoques, especialmente defensivos, para poder pelear con unas mínimas garantías por los objetivos.