La familia del Atlético se vuelca con Correa
El delantero vive momentos complicados tras la muerte de su madre. Ya perdió antes a familiares directos. Club, jugadores y afición se vuelcan con él. Llegó en 2014 y se ganó el cariño y el respeto del Atlético.
No lo tuvo sencillo en su inicio con el Atlético. Una complicada intervención de corazón le tuvo fuera de combate en la temporada 2014-15, su primer ejercicio de rojiblanco. El club madrileño se había anticipado a otros grandes y por ocho millones de euros lo firmó de San Lorenzo. Se trataba de uno de los jugadores más prometedores del fútbol argentino y se comprometió por cinco temporadas. Nueve años después Correa se ha ganado el cariño, la admiración y el respeto de todos. Dirigentes, compañeros y aficionados. Por sus goles, pero también por su humildad, algo que no suele ser habitual en un mundo del fútbol lleno de egos. Lo comprueba casi a diario, pero ahora más tras el fallecimiento de su madre.
Correa perdió a su madre esta semana y ha podido comprobar el cariño que le tiene la gente del Atlético, su gente. Para todos es uno más dentro de la familia rojiblanca. Superó la operación de tumor benigno en un ventrículo en julio de 2014. Tenía 19 años y ya entonces el Atlético mostró su apoyo incondicional al jugador. Ahora tiene 28 años y esta semana dijo adiós a su madre, Marcela Martínez. Ya perdió a su padre y también a dos hermanos: “En lo personal para mí el fútbol siempre un faro de alegría. Desde los 10 años, cuando perdí a mi papá se convirtió en algo que me sacaba de todo lo que me hacía mal. Después perdí a dos hermanos y el fútbol es lo que me hace olvidar de eso. Cada vez que entro a la cancha a jugar me olvido de las pérdidas que tuve y lo único que quiero es divertirme con mis compañeros en el Atleti o con amigos en Rosario”, dijo hace años en una entrevista a Página 12 de Argentina.
El fútbol lo fue todo para él y en el Atlético, donde no es fácil triunfar, pese a que pueda parecer lo contrario, se ha sentido feliz, cómodo, como en casa. Estuvo cerca, muy cerca de marcharse en un par de oportunidades, pero finalmente no lo hizo. Y lo agradecieron todos, desde el Cholo hasta los seguidores. En estos momentos el fútbol no es prioritario para él. Se lo dijo Miguel Ángel Gil. También Simeone. El Atlético se agarró en muchas ocasiones a la chispa y a la genialidad de Correa. Sin ir más lejos el pasado domingo, cuando una jugada suya propició el 1-0 definitivo ante el Betis. Como también en Valladolid, cuando marcó uno de los goles más importantes de su carrera, la que pondría al Atlético rumbo al título liguero de la campaña 2020-21. Mientras él atendía momentos complicados en Argentina, sus compañeros se acordaron de él en el entrenamiento.
364 partidos, 66 goles, tres títulos (una Europa League, una Supercopa de Europa y una Liga) dan como para ganarse un gran respeto. El que se merece Correa. El que siempre ha mostrado por el Atlético. Es el 14 jugador con más partidos en la historia rojiblanca. No lo tendrá fácil. Con 28 años tendrá una gran responsabilidad familiar: su mujer, sus hijos, sus sobrinos, hermanos... Pero tendrá al aliento de los que le quieren. Que son muchos. “Pero sobre todo, ser agradecido con quienes te ayudan. Gracias a toda a la familia del Atlético de Madrid, a mis compañeros, dirigentes, empleados y a lo más grande que tenemos, que es nuestra afición, por acompañarme desde el primer día. Gracias a mis compañeros de la selección argentina, a los dirigentes y cada integrante de este gran grupo por su apoyo. ¡Muchas gracias a todos ustedes!”, escribió el delantero el pasado junio cuando fue sometido a una pequeña intervención para corregir una cicatriz que le quedó de la operación de corazón.
Pronto superará este nuevo golpe. Y cuando llegue a Madrid comprobará, una vez más, lo que le quiere su otra gran familia, la rojiblanca. El fútbol, al final, es agradecido.