La defensa no tiene defensa
Alaba y Rüdiger sucumbieron en el Metropolitano ante el oportunismo del Atlético. Tres goles, tres remates de cabeza que señalan a la pareja de centrales.
La defensa no tiene defensa. Es así: claro, conciso. Porque en ninguno de los goles que el Madrid recibió en el derbi cabe excusa alguna. Los de Ancelotti sucumbieron ante la efectividad colchonera, y lo hicieron de forma excesivamente sencilla. No hubo aluvión de ocasiones del Atlético (remató 4 veces a portería y marcó tres goles), pero sí un plan de partido, una finura y una inspiración ante las que el equipo blanco no ofreció ningún tipo de resistencia. Falta de concentración, de agresividad, desorden en las marcas... El Madrid, en un partido más que gris en términos generales, se desangró especialmente por la retaguardia.
Los dos primeros de la noche llegaron casi por inercia, ante una defensa que aún se estaba desperezando, y evidenciaron una carencia de tensión preocupante a estas alturas de curso. Sin ninguna oposición remató Morata en el 4′ y repitió Griezmann en el 18′ para darle una estocada a los de Ancelotti que no parecía definitiva en la primera mitad, pero que la ausencia de soluciones en la segunda hizo aún más profunda. Cero reacción, cero colmillo defensivo, mismos errores. A la vuelta del descanso, la historia volvió a repetirse. Morata, sólo en el área, puso el tercero en el marcador, también con la testa, para acabar con posibles fantasmas en el Metropolitano y rematar a su vecino.
Tres goles, tres cabezazos. Los datos son claros. Y es que el Madrid naufragó atrás, pero principalmente en el juego aéreo. Entre Alaba y Rüdiger sólo ganaron dos duelos por arriba. Pero es que cuesta encontrar situaciones de disputa de ambos con delanteros atléticos. El alemán tan sólo estuvo involucrado en cuatro duelos (tanto aéreos como por abajo) y el austriaco, en dos. Es ahí donde reside el principal mal del Madrid ante los de Simeone: en la incomparecencia de su defensa, invisible en las jugadas de peso.
Con las estadísticas en la mano, no obstante, hay un problema de fondo que trasciende a un patinazo: al Madrid le llegan mucho. Mucho, al menos, para un equipo que aspira a conquistar la Liga. Los 71 disparos recibidos en lo que va de competición distan notablemente de la excelencia. Es el noveno de la competición al que más le disparan. Reciben menos acoso elencos como Osasuna, el Celta o Las Palmas. Conclusión: tanto se había llenado el vaso que en el feudo atlético se acabó derramando.
Una pareja de nuevo cuño
El inicio de curso había traído consigo una pareja de centrales nueva tras la lesión de Militao. El brasileño se rompió el cruzado en el estreno liguero en San Mamés y se quedó fuera de juego, mínimo, hasta el próximo mes de mayo. Ante tal desgracia, emergió la figura de Rüdiger. El ex del Chelsea se ha convertido en líder de la defensa en los seis primeros partidos del nuevo curso. Amo y señor de los balones aéreos (madridista con más duelos ganados por arriba: 20) y un portento en las marcas, pero en Canillejas se diluyó. Corrió la misma suerte que Alaba, a quien el Atlético sacó los colores.
El austriaco, desubicado en los tres goles, se llevó buena parte de la responsabilidad tras la derrota. Una responsabilidad que se adjudicó Ancelotti en rueda de Prensa: “Todo es culpa mía”, apuntó. Pero lo cierto es que el italiano también arremetió contra sus zagueros: “Los tres goles han sido fotocopias. De centrales que no están bien colocados en el área”. Colocación, intensidad y orden. Cualidades que brillaron por su ausencia en el derbi y que el Madrid necesita recuperar a marchas forzadas para disipar dudas.