La consolación de Lunin
El ucraniano pacta su renovación mientras ve cómo ha pasado del once al banquillo, tanto en el Madrid como en Ucrania, en apenas unos meses.
La vida de Andriy Lunin ha dado un vuelco en unos pocos meses. Entrando en el tramo final de la pasada temporada se veía como portero titular del Real Madrid y potencial guardameta inicial de Ucrania en la Eurocopa; ahora, con la campaña 2024-25 apenas empezada, se ve de nuevo relegado al banquillo con el club blanco, en el que su futuro no está nada claro, y con su selección. Gracias a sus buenas actuaciones del curso anterior ha entrado en las listas para los premios individuales, pero es un triste consuelo en el inicio de un curso en que sabe que, si no hay imprevistos (como la lesión de Courtois de hace un año), lo normal es que juegue muy poco.
Nadie le puede negar a Lunin la fe en sus posibilidades. El verano pasado todo le llevaba a abandonar el Real Madrid para buscar minutos lejos del Bernabéu. No contaba para el cuerpo técnico, que así se lo había hecho saber, y tampoco para el club, que maniobraba para traer un sustituto que cubriese la espalda de Courtois (David Soria, del Getafe, es el que anduvo más cerca). Pero él insistió en quedarse mientras su entorno aireaba mensajes de fe en lo imposible: “Quiere ser el número uno del Real Madrid”.
Ese es Courtois y sólo una grave lesión, una rotura de ligamento cruzado (seguida de una rotura de menisco), generó espacio para que Lunin se colase y jugase. Aunque ahí el Madrid reconfirmó que no confiaba demasiado en él, firmando a Kepa cedido desde el Chelsea. No hubo batalla en el inicio, una pequeña lesión del vasco abrió la puerta y luego el rendimiento del ucranio convenció a Ancelotti, con actuaciones notables en Champions, especialmente en Leipzig o en casa del Manchester City.
Le sonreía la vida a Lunin, que en esas profesionalizó de todo su entorno firmando por la agencia de Jorge Mendes, lo que a priori pareció el anuncio de un movimiento este verano que está a punto de acabar. Y el final de la campaña se le atragantó: Courtois se recuperó, le quitó el puesto en los partidos finales de Liga y, sobre todo, en la final de la Champions, a la que no habría llegado el Madrid de no ser en buena medida por Lunin. Sus méritos le llevaron a la portería de Ucrania en la Eurocopa de Alemania, donde la desgracia se volvió a cebar con él: falló varias veces en el debut, con derrota por 3-0 ante Rumanía, y no volvió a jugar. Su puesto desde entonces es para Trubin, del Benfica, un equipo con menos renombre, pero donde juega de forma habitual.
El futuro de Lunin
Ha pasado Lunin del cielo al infierno en apenas unos meses. Y todo ello, con su futuro en el aire hasta que se aclaró recientemente con el acuerdo para su renovación hasta 2028, pendiente de anuncio oficial. La temporada para él tiene pinta de ser de muy pocos minutos, apenas la Copa del Rey y ya veremos si completa o sólo las rondas iniciales. Ahora tiene una vinculación más extensa con el Madrid y eso le dará margen para quedarse si así lo desea, pero todo depende de la confianza que le brinde Ancelotti, una incógnita sin resolver en la que Courtois tiene mucho peso, sobre todo tras una campaña sin jugar y con el belga sin acudir con su selección por su conflicto con el seleccionador, Domenico Tedesco.
El verano para dar el salto a otro equipo y hacerlo en inmejorables condiciones era este que ahora termina, tras buena parte de una temporada como titular en el Madrid y seleccionado entre los mejores porteros de la 2023-24 para France Football, que le ha incluido entre los candidatos para el Trofeo Yashin. Todo ello podía tener influencia en las condiciones de su contrato. Si el verano que viene quiere moverse, le tocará pactar un precio con el Madrid, aunque cuenta con un representante, Mendes, cuya red de contactos e influencia es profundísima. Pero el verano que viene queda muy lejos, el ahora es lo que importa y ahora, por desgracia para él, sabe que su sitio, tanto con el Madrid como con Ucrania, es el banquillo.
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