Jonathan Viera disfruta en el patio
El mediapunta grancanario salió ayer victorioso del escenario donde tanta gloria vivió. Se lleva un gran ovación del Estadio de Gran Canaria.
Una vez se hizo oficial que Jonathan Viera había firmado con el Almería, todas las miradas de Las Palmas y su entorno estaban puestas en el día de ayer, cuando el otrora 21 amarillo debía comparecer con su nuevo equipo en el Estadio de Gran Canaria, ese que le vio crecer, desarrollarse y madurar. “Nunca imaginé verme jugando ahí con otra camiseta”, le aseguraba esta misma semana el propio futbolista a la prensa insular en una conferencia de prensa telemática.
Sus problemas con García Pimienta, hechos públicos por el mismo Viera, fueron el detonante de su salida de Las Palmas mucho antes de tiempo, pues le quedaban al menos tres temporadas más de contrato. Espero paciente y, ya en febrero, a Andalucía que se fue. Del jefe del banquillo de la UD ‘rajó' en diciembre, en su despedida, y tampoco es que se mostrara demasiado pacificador estos días. “Si me quiere saludar, lo saludo. Es un gran entrenador y va a más, pero no le valoro como persona. Ya no me importa qué problema tuvo conmigo, mi vida ahora es otra”, aseguraba el futbolista. Al menos públicamente, acaso sobre el césped, se evitaron ambos, haciendo así imposible el encuentro más esperado.
Ayer apareció, por fin, en su particular patio de recreo, donde tanto se divirtió él mismo y también, con su juego hechicero, a tanta gente como lo iba a ver cada fin de semana, infinito talento el suyo, sin duda merecedor del precio de la entrada. Como la que pagaron ayer las 22.865 personas asistentes al Estadio de Gran Canaria. No fue su mejor partido pero la fiesta para él acabó siendo completa, muy animada ella para el Almería gracias a Baptistao, cuyo gol celebró Viera de la manera más discreta posible, andando parsimonioso hacia el abrazo colectivo, y Maximiano.
Inquietud
Se percibía inquietud en el ambiente, durante la semana y en las horas previas al partido, acerca del recibimiento que iba a llevarse Viera de la que, hasta hace nada, era su afición. “No deberíamos pitarle”, aseguraba Guacimara Sosa, presidenta de la Federación de Peñas de Las Palmas, en Diario AS. Si algún silbido se escuchó cuando la guagua del Almería enfilaba la calle Germán Dévora Ceballos antes de meterse en las entrañas del EGC, más sonido de viento apareció cuando Viera saltó a calentar junto al resto del equipo titular del Almería. Sin embargo, los aplausos acabaron sepultando al resto del ambiente, igual que cuando le presentaron a él y a sus compañeros.
Viera no hizo un partido especialmente destacado, y tampoco es que la afición le reprochara nada cada vez que tocaba la pelota. Era, sin más, otro futbolista de la UD Almería, que tanto se jugaba ayer. El 8 del equipo ahora dirigido por Pepe Mel aguantó 66 minutos. Una vez emprendía el camino de regreso al banquillo para cederle un lugar sobre el césped a Baba pasó lo que, hace un rato, parecía del todo imposible.
El sonido de las palmas batiéndose de tantos espectadores se unían el icónico “¡¡Vieeeerraaaa, Vierraaaaa!!” que hasta hace no mucho era coreado por una grada con la que, tras su volcánica salida, parece empezar su particular proceso de recuperación. Al menos, con la mayoría de espectadores de ayer. Jonathan, gentil, devolvió el reconocimiento con sendos aplausos, aquellos que también le dedicó la Peña Ultra Naciente, acaso la más representativa de cuantas acuden al que fue, durante tantos años, el sitio del recreo de Viera. Donde, con la imaginación y los ojos cerrados, aún se divisa a un menudo futbolista haciendo de las suyas con la camiseta amarilla.
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