Impacto Lamine
La aparición del adolescente blaugrana acapara todos los focos. La gestión de su progreso será la clave del éxito. Su representante: Mendes.
La última vez que el Villarreal ganó al FC Barcelona en El Madrigal (aún no era La Cerámica), Lamine Yamal tenía tres meses. El domingo pasado, este joven de 16 años recién cumplidos salió ovacionado de ese estadio después de su segunda titularidad consecutiva con el FC Barcelona. La ovación fue absolutamente merecida: disparó dos veces al palo, obtuvo un 100% en sus regates, ganó seis duelos, cuando el equipo estaba perdido después de que el Villarreal le remontara al Barça un 0-2, asumió el mando de operaciones, dio una asistencia y acabó como MVP del partido.
Al acabar el duelo le preguntaron si no sintió miedo cuando el entrenador le dijo que iba a ser titular, porque el propio Xavi reconoció que en sus inicios se asustaba ante esa responsabilidad, pero su respuesta fue clara: “Yo no tengo miedo, la que siente miedo es mi madre y eso sí que me preocupa un poco”.
Hace diez años, este chaval de padre marroquí y madre guineana fue detectado por los ojeadores del Barcelona en la comarca de El Maresme. Vivía en el barrio de Rocafonda, donde jugaba en el equipo de La Torreta. Ante el entusiasmo del ojeador blaugrana, Lamine fue convocado a un entrenamiento en el que participaron niños mayores que él y no defraudó. A pesar de tener ya sobre la mesa una oferta del Espanyol, el chaval no lo dudó y aceptó la blaugrana, donde ha impresionado a todos sus entrenadores desde ese día. Y siempre, jugando una o dos categorías por encima de la que por edad le debería corresponder.
El impacto de Lamine Yamal en el Barcelona es absoluto. Todas las portadas de los diarios hablan de él y ya se le compara con Leo Messi, lo que tiene tanto de elogio como de peligro. Está en la cresta de la ola de manera tan precoz que su renovación se ha convertido en uno de los casos a seguir. Le representa Jorge Mendes, que sabe que desde Cristiano no tenía nada igual entre sus manos.