Grbic, pendiente de Oblak, pide billete para el Mundial
El croata sustituyó el sábado a Oblak tras su choque con Berenguer y completó unos 20 últimos minutos de partido más que notables. Acumula cuatro encuentros esta temporada.
Si a Grbic le dicen en julio que a 17 de octubre ya habría disputado cuatro partidos con el Atlético (su último ejercicio como rojiblanco jugó uno), seguramente hubiese firmado. El portero croata volvía de una cesión infructuosa en el Lille. Allí encadenó 21 encuentros consecutivos hasta que cinco goles del PSG en casa le hicieron perder el sitio. Ya no volvió a jugar. Su progresión se había frenado y regresaba al club en la misma situación en que había salido, por lo que su futuro era toda una incógnita. Contó con ofertas este verano, pero acabó quedándose. Sin perspectivas, consciente del monstruo que tenía delante e inquieto por un Mundial al que, sobre el papel, sin opciones de demostrar, tenía muy complicado acudir, inició la temporada.
Con todo, no desfalleció. El croata sabía que cualquier opción de alzar el vuelo pasaba por dar la cara en el día a día, y así lo hizo, con premio. El tres de septiembre un golpe de Oblak en Anoeta, en los últimos minutos del partido ante la Real, le permitió estrenarse en la temporada. Cuatro días después el Cholo le quitó frente al Oporto, para alinear al 13, que venía renqueante, y el esloveno lo acusó. Ese mismo fin de semana, ante el Celta, y con Jan autodescartado por molestias en el muslo, le devolvió al once y allí de Split (Croacia), respondió. Un gol por el palo corto en el que pudo hacer algo más fue el único lunar de una actuación en la que presumió de reflejos e intuición. Jugó después frente al Leverkusen, siendo víctima del mal partido del equipo (2-0 en contra), y en el derbi, cinco días más tarde, la recuperación de Oblak le envió de vuelta a la caseta.
El pasado sábado, en una plaza complicada como San Mamés y ante un rival, el Athletic, que en el tramo final de partido apretó a los de Simeone, Grbic volvió a lucir una gran versión de sí mismo cuando salió. De nuevo, listo ante cualquier imprevisto, repelió varios balones por alto y demostró solvencia cuando fue exigido. Algo que no solo realza su confianza sino también la del cuerpo técnico del Atlético y de la Selección Croata, con la que ha jugado dos partidos. Su esperanza es acudir como segundo portero y en ese rol está haciendo méritos con su club, por lo que aspira a que Dalic le tenga en cuenta en noviembre. Mientras tanto, continúa haciendo lo que le ha llevado al sitio en que se encuentra ahora, trabajar en silencio. Mañana, con Oblak pendiente de evolución, puede tener una nueva oportunidad y su obsesión, si se da, es aprovecharla.