Gourlay siente el hierro

Ron Gourlay empieza a sentir en primera persona el malestar de la afición del Valencia con la planificación deportiva. El CEO del Fútbol que ha elegido Kiat Lim para gestionar su proyecto fue increpado en el palco del Antonio Puchades durante el partido contra el Leganés. Gourlay aguantó el tipo, a fin de cuenta lleva años en la profesión y las ha visto de todos los colores en el Manchester United, Chelsea, Reading, West Bromwich y Al-Ahli. Eso sí, su semblante distaba de la relajación de un amistoso de pretemporada.

Gourlay no deja de ser un recién llegado a Valencia, han pasado apenas dos y medio desde su nombramiento y aterrizó en oficinas hace solo tres semanas. Pero los últimos años de gestión de Peter Lim (seis temporadas sin competir en Europa) hacen que llueva sobre mojado por Mestalla. Los aficionados, por más que la campaña de abonos (40.000) evidencia su fidelidad, hace tiempo que dejaron de dar a nadie vinculado a Meriton ni 100 días de gracia. Los hechos, hasta la fecha, tampoco le están dando popularidad al ejecutivo escocés.

El Valencia en este mercado de verano ha cerrado de momento dos fichajes (uno a coste cero, Raba, y otro en calidad de cedido, Agirrezabala), ha traspasado a dos futbolistas (Yarek, por unos 10 millones, y Mosquera, por 15 más cinco en variables) y de las renovaciones pendientes solo ha cerrado las de Foulquier y Jesús Vázquez. El culebrón en el que se han convertido (en gran medida por la propia forma de proceder del club) las ampliaciones de contrato de Javi Guerra, César Tárrega y Diego López está generando un ruido molesto, sobre todo el caso de Guerra, al que ni le satisface la propuesta económica ni le genera confianza el rumbo del club.

Los aficionados del Valencia llevan meses sin recibir respuestas. El Valencia ha cambiado en los últimos cinco meses de presidente y de organigrama de gestión en la parcela deportiva sin más explicaciones que comunicados prefabricados y supervisados en Singapur. Ni Kiat Lim, a pesar de haber estado dos veces en Valencia, ni Ron Gourlay han dado considerado oportuno dar una rueda de prensa, mientras que Raba y Agirrezabala se han presentado en sociedad sin intervención en ellas de ningún ejecutivo de la parcela deportiva, llámese Gourlay o Miguel Ángel Corona.

Corberán mantiene la calma

A 23 días del estreno liguero en Mestalla contra la Real Sociedad, con cerca de 60 millones ingresados por los traspasos de Mamardashvili, Mosquera y Yarek, los tiempos de negociación en el Valencia de Gourlay son idénticos a los del pasado. Un ejemplo, la negociación a fuego lento con el Real Mallorca para el fichaje de Copete. Carlos Corberán espera un mínimo de cuatro refuerzos antes de que se cierre el mercado (un central -dos si le dan salida a Cenk y Cömert; un mediocentro y uno o dos delanteros, o un extremo en su defecto, posición en la que solo tiene a Hugo Duro).

El técnico, de momento, sigue asumiendo que las cosas de palacio van despacio y que el mercado estará abierto hasta el 1 de septiembre. Pero su paciencia (e información interna) no la tiene el aficionado, de ahí sus protestas en los dos amistosos disputados en Paterna, contra el Castellón y Leganés, aumentando el nivel de las quejas en éste último. Todo sea dicho, nada que desde el Valencia no tuvieran previsto. De ahí que Ron Gourlay, Javier Solís y Miguel Ángel Corona no hicieran acto de aparición por el palco del Puchades hasta casi el mismo instante del pitido inicial, se marcharan apenas señaló el colegiado el descanso y el final y se subiera el volumen de los altavoces con música ambiente durante las dos pausas de hidratación.

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