ENTREVISTA AS | FERNANDO SANZ
“Ganar la Séptima fue una heroicidad”
Fue mucho más que el hijo de Lorenzo Sanz en aquel éxito que cumple 25 años. De su fiebre en Dortmund a la profecía de Mijatovic. Fernando Sanz repasa la Séptima en AS.
Mijatovic le dedicó el gol de la final de Ámsterdam en una Orejona blanca de la que su padre fue el gran arquitecto. Y a su hija la llamaron “la niña de la Séptima” porque nació apenas días antes de aquel triunfo que cerró 32 años de sequía madridista en la Copa de Europa. Fernando Sanz se cita con AS para rememorar una victoria que cambió la historia del Madrid para siempre.
Han pasado 25 años...
Qué rápido ha pasado, madre mía (risas). Nos hemos convertido en abuelos. A la vuelta de la semifinal de la del Dortmund nació mi hija y la llamaron “la niña de la séptima”... Es la que me ha hecho ahora abuelo, mi nieta se llama Micaela.
La Séptima recuperó un idilio con una título que parecía casi maldito.
Cuando la ganamos mucha gente pensamos “bueno, ya me puedo morir tranquilo”. Tenemos que ponernos en contexto, estamos hablando de finales de los años noventa, ¿eh? La capacidad económica del Madrid no es la de ahora. Los equipos italianos tenían unas inversiones privadas brutales. Tuvo mérito romper esa tradición negativa de 32 años porque a priori parecía un partido imposible. Fue una heroicidad. Y eso que teníamos estrellas como los Redondo, Suker, Mijatovic y demás... Pero la otra mitad del equipo éramos gente de la cantera. Que no se olvide. Veníamos de tocar fondo, mi padre rearmó el equipo primero con Capello y luego con fichajes. Roberto Carlos, por ejemplo, vino por sólo tres millones de dólares. Yo fui jugador puramente canterano, entré en el Torneo Social del Madrid. De hecho me duele no haber tenido una relación por entonces un poco más sana y directa con mi padre. Yo guardaba las distancias para que no se pensase que estaba ahí por ser el hijo del presidente. Me arrepiento mucho porque me he perdido momentos mágicos con él...
¿En qué momento de aquella temporada pensaron que esa vez podía ser la buena?
En los cuartos de final con el Leverkusen. La atmósfera en la Champions es diferente y lo notamos hasta en el equipo. Mira Karembeu, que no hacía apenas goles y se destapó con goles súper importantes contra el Leverkusen y el Dortmund... Así de enchufado estaba el equipo. Era una mística que no puedo explicar, no se puede. Mire, en la vuelta en Dortmund en semifinales, la noche anterior al partido me pongo enfermísimo. Vomitando, con fiebre. Algo me sentaría mal. El médico Alfonso del Corral me dijo que tenía que decírselo al míster, pero como estaba Sanchís sancionado yo quise jugar. Cuando me preguntó Heynckes le dije que estaba de puta madre, pero por dentro me quería morir (ríe). Acabé el partido y yo creo que perdí cinco o seis kilos...
¿Cómo se preparó la final?
Era una Juventus con Zidane, Del Piero, Davids... Tenías que verlos llegar al estadio, con ese traje... Recuerdo salir por el túnel a Montero dando gritos como un loco. Nosotros nos fuimos varias días antes y nos concentramos en las instalaciones de la selección holandesa. Por parejas, yo con Guti, Suker con Mijatovic... Ahí es cuando surge la historia de la profecía.
Pedja fue a por usted cuando hizo el gol a la Juve. ¿Cómo fue? ¿Qué hay de verdad y de leyenda en que se lo profetizó?
Pedja no había metido un gol en toda esa edición. Me hubiera gustado haber agrandado esa historia pero todo es más sencillo. Guti y yo siempre comíamos en la mesa de cuatro con Davor y Pedja. Y le dije: “¡Pedja, macho, tú vas a hacer el gol a la Juve! Porque eres el que está en mejor forma, es que te entra todo. Vamos a ganar con un gol tuyo”. Ahí me dijo que si lo metía, me lo dedicaba. Nuestra relación, la de Pedja y mía siempre ha sido especial. Somos vecinos desde hace treinta años. ¡Se compró la casa puerta con puerta con la mía sin que ninguno lo supiéramos!
Ganan la final y no tienen ni con qué celebrarla...
No teníamos ni preparado un salón para en caso de ganar hacer una fiesta posterior. Nada. No sé si por superstición o lo que fuera. La Juventus nos cedió su champán.
¿La Séptima limpió el camino a todas las posteriores?
Sí, de hecho el núcleo estuvo en la Octava y casi también en la Novena. Recuerdo aquella grada de Ámsterdam. Veo similitudes con la Decimocuarta. Por lo impensado de ganarla, pero incluso aquella más. Eran tantas generaciones de sufrir, de que te recordaran que las anteriores eran Copas de Europa en blanco y negro... Era romper aquello. Padres, hijos, todos el mundo llorando. La gente decía “¡Por fin lo he visto!”. Tengo aún un nudo en la garganta.
¿Qué quedó de aquello?
Mantengo una relación casi familiar con toda aquella plantilla. Hierro, Clarence (Seedorf), Panucci, Roberto Carlos, Redondo, con el que hablo cada mes... Fernando es como el unicornio del Madrid. ¡Qué aureola tiene! Es el mejor cinco de la historia. Tenemos una relación de cariño y admiración mutua, con todos. Somos más que hermanos.