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Gabri Veiga, forjado a fuego

Su descubridor, Claudio Giráldez, el director de cantera, Carlos Hugo Bayón, y su ex compañero y amigo Lautaro analizan en AS la irrupción del mediocentro.

Gabri Veiga besa el escudo del Celta después de marcar su segundo gol ante el Valladolid en Balaídos.
Gabri Veiga besa el escudo del Celta después de marcar su segundo gol ante el Valladolid en Balaídos.Quality Sport ImagesGetty

Es el jugador de moda en la Liga, uno de los jóvenes con mayor impacto esta temporada en el fútbol europeo, tal y como reflejan sus estratosféricas estadísticas. Gabri Veiga arrasó al Valladolid mostrando todo su repertorio, llamando definitivamente la atención del planeta fútbol. Su irrupción con 20 años en la élite está siendo extraordinaria, aunque hay que retrotraerse unos años atrás para encontrar sentido a esta fuerza de la naturaleza que viaja en AVE de área a área.

Porque los últimos pasos de Gabri Veiga en las categorías inferiores fueron claves para que hoy esté donde está. Y en ese camino tuvo una influencia decisiva el actual entrenador del Celta B, Claudio Giráldez, por entonces técnico del Juvenil B y paisano del mediocentro, ambos son de O Porriño. El joven entrenador enseguida detectó los defectos de la joya celeste: “Se conformaba con ser uno de los buenos de su promoción y nosotros le intentamos hacer ver que no tenía compararse con su generación ni con las cercanas, que tenía que mirar hacia arriba, hacia el fútbol profesional y exigirse más a sí mismo para ser un jugador más completo, porque tenía las condiciones para ello. Tuvimos muchas conversaciones con él, compartimos muchas horas con él porque somos de la misma zona y lo llevaba a entrenar. Teníamos clases particulares de psicología en el coche para darle importancia a acciones puntuales que él no se las daba y así ser más completo. Pero el mérito evidentemente es de él. Estábamos ahí para despertarle cosas que no veía y él es capaz de destacar compitiendo contra canteras importantes. Al año siguiente ya hace la pretemporada con el Celta B, lo hace muy bien y empieza a creer en ese mensaje que le decíamos de poner las miras un poco más altas”.

La fe de Giráldez en Veiga era tal que lo reclutó para el Juvenil B cuando el centrocampista no era fijo en el Cadete: “En el Cadete no lo estaba pasando bien. No estaba teniendo continuidad y ese mismo año lo subimos para el Juvenil B porque necesitábamos un jugador de ese perfil y él nos llamaba mucho la atención. Sólo tenía que mejorar un poco su físico y sobre todo cambiar su mentalidad, no compararse con la gente de su edad. Justo al año siguiente tiene la suerte de debutar en el Celta B, hace partidos muy buenos en el filial siendo juvenil de segundo año y empieza a darle credibilidad a lo que le decíamos. Al año siguiente debuta en Primera con Óscar y ha sido meteórico todo lo que ha conseguido. La temporada pasada tuvo muy buenos números en el Celta B y este ha sido el año de su asentamiento en Primera. Es un jugador con mucha personalidad, con una creencia en sí mismo y en su técnica para hacer daño en el último tercio pasmosa. Antes le costaba más defender y correr para atrás, ahora es un jugador más completo. Ha sido capaz de hacer esfuerzos repetidos y ahora es un jugador total”.

En el momento que el mensaje de Claudio Giráldez caló en Veiga, éste se dio cuenta de que necesitaba un importante cambio físico para llevar a cabo el plan. Dicho y hecho. El porriñés se encerró en el gimnasio y consiguió forjar un cuerpo preparado para correr kilómetros y kilómetros, para hacer todos los cambios de ritmo que le apetezcan. Gabri Veiga está forjado a fuego: “El desarrollo físico ha influido muchísimo en su trayecto. Él tuvo un desarrollo muy grande en la etapa juvenil, se hizo muy potente y muy fuerte. Eso le ha ayudado al tipo de fútbol que hace, a ser el ‘box to box’ que dicen en Inglaterra. Todo esto tiene un valor salvaje, porque un mediocentro con estos números y esta incidencia en el área rival es oro puro. No fue siempre exactamente así, ha ido desarrollando sus cualidades”, destaca Carlos Hugo Bayón, director de la cantera del Celta.

El propio Carlos Hugo guarda en su retina el momento en el que Gabri Veiga le enamoró con su fútbol: “Era un jugador destacado, pero recuerdo una acción puntual que me llamó mucho la atención y fue un gol contra el Santa Mariña en su campo. Él era juvenil de primer año y dibujó una acción espectacular en la que aglutinó el compendio de todas sus virtudes. Primero una inteligencia táctica para hacer un autopase por debajo de sus piernas, sin tocar la pelota se va del rival, luego con su potencia y técnica es capaz de eliminar otros dos rivales en la frontal del área y luego con la determinación que tiene logró chutar raso para marcar un gol que es muy difícil ver en una cantera”.

La irrupción de Veiga en Primera está sorprendiendo a nivel nacional. Aunque no tanto a los que le conocen bien, como su ex compañero y amigo Lautaro de León: “No me sorprende porque yo sé lo que vale, sé el jugador que es. Los que confiamos en él toda la vida, sabemos que es capaz de esto y mucho más”. La misma opinión tiene su descubridor, Claudio Giráldez: “Sabíamos que tiene un potencial espectacular, que es un jugador distinto, elegido y era cuestión de tiempo que irrumpiera en Primera División”. El director de cantera, Carlos Hugo Bayón, sí reconoce que ha superado todas las expectativas: “Sí que teníamos una fe grandísima en él por sus condiciones técnicas y físicas y por la mentalidad. Creíamos que iba a asentarse sin ningún problema, pero él ha acelerado todo el proceso”.

El impacto mediático ha aumentado en los últimos días a raíz de su exhibición frente al Valladolid, sumando unos números que asustan a su edad: ocho goles y tres asistencias. Sin embargo, su antiguo compañero de habitación, Lautaro de León, asegura que Veiga sabe gestionar este proceso con total naturalidad: “Lo lleva muy bien, es un chico muy tranquilo. Sigue haciendo lo mismo de siempre, quedando con la misma gente para ver los partidos, manteniendo sus costumbres. Tiene los pies en la tierra y lo lleva de la mejor manera. Sí que es difícil gestionar eso, pero él tiene buena cabeza y aún por encima tiene una familia que le respalda y le ayuda mucho”.

El Celta intenta cuidar a su perla alejándole de los focos. Todavía no ha ofrecido una rueda de prensa ni una entrevista. Eso sí, Lautaro advierte que lo mejor de Veiga está por descubrir y lo encontraremos fuera del terreno de juego: “Con los compañeros es muy alegre, muy simpático, muy atento y muy bromista. Le gusta mucho contar chistes. Recuerdo un momento que vivimos hace poco más de un año en la clínica de Mos, donde estábamos el fisio, Gabri y yo haciendo una ronda de chistes y con Gabri nos partíamos todos la caja. Es muy gracioso y muy simpático. Aún está por descubrirse esa faceta, pero cuando te cuente un chiste, vas a flipar”.

Vocación de periodista.

Uno de los amigos íntimos de Gabri Veiga, Ángel González, corrobora la versión de Lautaro sobre la faceta humorística de la estrella celeste: “Le gusta contar chistes, siempre tiene guardado uno en la manga. Es muy bromista, siempre tiene algún chiste para contar, aunque muchas veces suelen ser bastante malos, pero hay que reírse para que no se ponga triste”.

Ángel conoció a Veiga a los 12 años, cuando ambos coincidieron cursando 1º de E.S.O. en el Instituto Pino Manso de Porriño. Desde entonces se convirtieron en inseparables y el estrellato de Gabri no ha variado nada la relación: “Tengo la suerte de conocerlo desde hace tiempo y nuestra relación no ha cambiado en absoluto con el paso de los años, ni la mía ni la del resto de gente que componemos el grupo de amigos”. Eso sí, Ángel reconoce que no acaban de acostumbrarse a tener un famoso en la pandilla: “Hay veces que vas con él por la calle o estás tomando algo y alguien le para para decirle algo o hacerse una foto. Sí que se hace raro porque al final es el amigo con el que estás tomando algo todos los días y la gente lo conoce, sale por las redes sociales, por la tele... Algo raro sí que se hace”.

Entre las pasiones de Veiga están el baloncesto y el periodismo. Ángel González asegura que su amigo tiene facilidad para todos los deportes: “Es muy bueno jugando al baloncesto. Es la típica persona que se le da bien jugar a cualquier deporte. En la infancia estuvo a punto de ir al Porriño de baloncesto. Ahora cuando echamos pachangas entre los amigos, entre que es alto y tiene los brazos muy largos, no para de hacernos tapones”. En cuanto a la faceta periodística, desvela que es una inquietud de hace tiempo, aunque no sabe si ahora mantendrá esa vocación: “Él siempre fue un chaval que le gustaba el deporte y el fútbol, y a cualquier persona que le gusta eso siempre quiere estar vinculado. La forma de estar vinculado era a través del periodismo deportivo y le lleva gustando desde hace mucho tiempo. No sé si en el futuro acabará la carrera y se dedicará a ello”.