Fran Pérez ya no es “el hijo de Rufete”
Durante su época en la jungla del fútbol formativo las envidias brotaban. Pero Fran Pérez, aquel bebé que salió de brazos de su padre hace 19 años, ya se ha hecho un nombre.
No lo ha tenido fácil Francisco Pérez Martínez (21) para asentarse como jugador importante en el equipo de su vida. La etiqueta que le acompaña desde que nació, como hijo de un personaje relevante del valencianismo, se convirtió en una pesada mochila cuando empezó a progresar como integrante de las categorías inferiores del club. Con su padre ocupando cargos como director de la Academia y mánager general deportivo de la entidad, las envidias brotaban a su alrededor y su camino se hizo cuesta arriba y con viento en contra.
El pequeño Fran no entendía por qué algunos supuestos compañeros le insinuaban un presunto privilegio a raíz de su origen familiar y otros le acusaban directamente de jugar en la cantera valencianista por el mismo motivo. En la ya de por sí compleja jungla del fútbol formativo, en la que el proceso selectivo es implacable, Fran tenía que correr y regatear arrastrando una pesada losa. El tiempo y los disgustos le curtieron y endurecieron su piel ante las dudas y la maldad.
Coincidiendo con su llegada a la élite, su familia ha estado mostrándole fotos de cuando salió a Mestalla, con dos años, en brazos de su padre para celebrar el histórico doblete de 2004 (Liga y UEFA), en el que Rufete fue pieza básica del gran Valencia de Rafa Benítez. Emocionado, Fran, en su madurez como persona, valora más que nunca, poder aportar su desborde, osadía y trabajo en el mismo escenario en el que su padre lució y conquistó grandes logros.
De naturaleza atrevida en el campo, Fran ha conseguido ganar la batalla a la desconfianza de los escépticos. Con su juego explosivo y encarador, se ha convertido en el tercer jugador Sub-23 con mejor promedio de regates completados en las cinco grandes ligas europeas, por delante de fenómenos como Saka, Kubo, Martinelli, Bellingham y Savinho.
Muy familiar y sentimental, el extremo valenciano tiene un deseo permanente. Que su abuelo, residente en Benejúzar (Alicante), vaya a verle a Mestalla, como hacía cuando él era pequeño y acudían juntos de la mano al estadio valencianista para ver jugar a su padre, es una ilusión que le motiva y le ilusiona.
Apasionado del conocido videojuego Call of Duty, el “23″ decidió luchar por un puesto en su Valencia cuando se abrió la posibilidad de irse cedido, especialmente al Elche, equipo del que estuvo bastante cerca. Con el sueño de consolidarse como estrella para el valencianismo, Fran, del que Gattuso dijo que estaba loco porque se atrevía con todo, ya reta con ironía a su padre diciéndole que superará el listón que tan alto dejó éste en su época de esplendor. Ya nadie le señala como hijo de Rufete. Fran Pérez se ha ganado a pulso el derecho a tener una identidad propia y a forjarse un nombre para ir creando su particular leyenda con el escudo pegado al pecho, igual que lo llevaba bajo el abrigo hace 19 años, cuando era poco más que un bebé y salió con chupete al césped Mestalla en brazos de su padre.
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