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BARCELONA

Flick conquista el Barcelona

El entrenador alemán llegó al club azulgrana sin hacer demasiado ruido y a base de mucho trabajo y buen juego ha situado al equipo líder. En Montjuïc ya corean su nombre

BARCELONA, 26/08/2024.- El entrenador del FC Barcelona Hansi Flick participa en el entrenamiento del primer equipo en las instalaciones de Sant Joan Despí previo al partido de la tercera jornada de LaLiga EA Sports contra el Rayo Vallecano
. EFE/ Quique García
Quique GarcíaEFE

Hansi Flick ha caído de pie en el Barcelona. Hasta tal punto que muchos ya piensan que el mejor fichaje del verano ha sido el suyo por ser capaz de cambiarle la cara al equipo con apenas el refuerzo de Dani Olmo. A pesar de llevar tiempo en la agenda de Joan Laporta, llegó al club por el volantazo con Xavi Hernández y prácticamente en silencio. El club azulgrana lo protegió durante dos meses, lo que tardó en ser presentado oficialmente.

Descontaminado del siempre complicado y, a veces, tóxico entorno azulgrana, demostró en sus primeros días que aterrizó en Barcelona con las ideas muy claras y un diagnóstico fiel del equipo que le ponían entre manos. Flick estaba convencido que en la plantilla había mucho talento y que con trabajo duro y serio se podía sacar un mejor rendimiento a los jugadores.

Empezó los entrenamientos de pretemporada con muy pocos futbolistas del primer equipo por culpa de la Eurocopa, la Copa América y los Juegos, los lesionados y la ausencia de caras nuevas, más allá de la de Pau Víctor. De su boca no salió ni una queja, al contrario. Antes de firmar, había estudiado al filial y sabia que en el fútbol base existía mucho nivel. Y ha apostado por los jóvenes sin dudarlo.

Rodeado de un cuerpo técnico lleno de expertos en la preparación física, empezó a trabajar al máximo con los futbolistas disponibles que tenía mientras se iba incorporando el resto. Flick es tremendamente exigente. Quiere que se expriman en los entrenamientos y también en los partidos. “Se juega como se entrena” es una de sus máximas. Quiere que su equipo siempre dé el 100% y no se conforma con el 80. Y lo recalca constantemente.

Pero, al mismo tiempo, es cercano y comunicativo. Como, por ejemplo, cuando quiso darle explicaciones a Héctor Fort por no haber jugado todavía en los cuatro primeros partidos y después de dárselas le dio un cariñoso abrazo. A los jóvenes les exige pero tampoco escatima elogios.

Su comportamiento en los partidos también está siendo intachable. Ni un mal gesto ni una protesta en la banda. Únicamente se preocupa por lo que hace su equipo y cómo arreglar cosas para mejorar la dinámica de un partido. No se le ha visto protestar sobre las decisiones arbitrales y ha tenido motivo para ello y en las ruedas de prensa mantiene un comportamiento ejemplar. Aunque, eso si, no se aparta ni un milímetro del mensaje que quiere transmitir.

Le ayuda en eso haber cogido una cierta distancia en el apartado institucional. Hansi Flick no ha venido para hacer de portavoz del club, como ha pasado con otros entrenadores en el pasado reciente, y públicamente solo tiene buenas palabras para los directivos y empleados del club. En este sentido, también se ha amoldado perfectamente a la situación económica del Barcelona y no ha exigido más de lo que le podían dar.

A nivel deportivo, la mejora del equipo es muy tangible. Aunque muchos pensaron que con su llegada desaparecería el ADN azulgrana del juego, lo cierto es que no es así. Su Barça sigue jugando un fútbol ofensivo y muy asociativo por dentro con Pedri, Olmo y Raphinha con unas bandas letales con Lamine y Balde. Ha recuperado la presión y la defensa adelantada y un ritmo e intensidad que no se veía hace tiempo.

Con Flick, jugadores que ya estaban el año pasado han mejorado. Lewandowski marca y se le ve otra vez feliz, Raphinha, con más libertad, asume galones y Pedri parece el de Koeman. El equipo disfruta sobre el césped y la afición lo hace en la grada. El Lluís Companys se llena porque saben que se lo pasarán bien. Y gran parte del mérito de todo esto es de Hansi Flick, que llegó sin hacer demasiado ruido, pero al que ya corean en Montjuïc.

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