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SEVILLA

Fallece Domingo Pérez, el fisio de “los de colorado son los nuestros”

Tercero de una saga histórica en el Sevilla, trabajó más de 40 años en el Sánchez-Pizjuán, donde también vivió. Su anécdota con Bilardo y Maradona, conocida mundialmente.

Domingo Pérez, a la izquierda, junto a José Castro y Del Nido Carrasco.
SFC

Domingo Pérez Mora, histórico fisioterapeuta del Sevilla, falleció este martes víctima de una grave enfermedad. Domingo ejerció durante nada menos que 40 años como masajista en Nervión, como tercer eslabón de la saga de los Pérez en el club blanquirrojo. Una saga que inició su abuelo Manuel Pérez, primero jugador y luego masajista del equipo, y continuó su padre, el mítico Manolito Pérez, que además de ser fisioterapeuta también ejerció como conserje del estadio. Domingo vivió durante su infancia y adolescencia, hasta su matrimonio, en el propio Ramón Sánchez-Pizjuán.

Ya su padre Manolito Pérez jubilado, Domingo ocupó el cargo de fisioterapeuta en solitario y posteriormente siguió vinculado a la entidad en esa misma labor, pero en los escalafones inferiores y el equipo femenino. Además, a finales de la década de los 80 también fue masajista de la Selección española. En 2021, con motivo de su jubilación, el club le organizó una sorpresa y le hizo entrega en el antepalco del Sánchez-Pizjuán de la insignia de oro de la entidad, en un entrañable acto en el que además de su familia y de los máximos mandatarios del Sevilla estuvieron muchos de los jugadores que pasaron por sus manos: Enrique Lora, Curro Sanjosé, Paco Gallego, Manolo Cardo, Antonio Álvarez, Manolo Jiménez, Rafa Paz o Antoñito.

Entre las muchas anécdotas de Domingo Pérez, una de las más conocidas mundialmente es la que le ocurrió en Riazor, con Carlos Salvador Bilardo y Diego Armando Maradona como protagonistas. La patada de un rival acababa de mandar al césped del estadio deportivista al Pelusa, el 6 de febrero de 1993, y la bota del astro argentino impactó en la cara de Albístegui. Domingo decidió atender al jugador rival tras comprobar que Maradona se encontraba bien. Y todo, ante la estupefacción de otro campeón del Mundo que miraba desde el banquillo nervionense: Bilardo. “Me quiero morir”, cazaron las cámaras de El Día Después mascullar al Narigón. “Domingo... ¡Los de colorado son los nuestros!”. El fisioterapeuta siempre recordaba aquel lance con una sonrisa.