Eterno Cunningham
Rayo y Real Madrid homenajearán a Laurie Cunningham, mito de ambos equipos. Sergio, su hijo, y su madre harán el saque de honor este domingo en Vallecas.
El apellido Cunningham volverá a sonar este domingo en Vallecas. Rayo y Real Madrid homenajearán a Laurie Cunningham, quien vistió de blanco tres temporadas (1979-82) y de franjirrojo dos (1986-87 y 1988-89). “Son los equipos de su vida”, confirma Sergio, su hijo, su legado, su vivo retrato. “Hace una semana me llamó Butragueño para comentarme lo del homenaje. Me ha sorprendido el detalle y se lo agradezco a ambos clubes, porque es un sueño hecho realidad”, explica Sergio, que vive a escasos cinco minutos del Estadio de Vallecas.
Este domingo pisará el césped para hacer el saque de honor junto a su madre, Silvia. “Ya me ha dicho: ‘Me has metido en un follón...’. Le da cosa salir delante de tanta gente. Además, sé que a ella se le van a remover muchos sentimientos, porque no ha ido a Vallecas desde que mi padre murió hace 36 años. Y el campo no ha cambiado tanto. Ella iba a ver a mi padre y le encantaba el ambiente. Me contaba que la gente llevaba ollas con cangrejos en salsa de tomate y comían todos allí”, desvela Sergio, cuyo padrino era otro rayista, Capón.
Su camiseta del Rayo luce Cunningham en la espalda, pero no dorsal. Su número como franjirrojo es una incógnita. “Cota dice que mi padre tenía el 10. Hay imágenes en las que sale con el 14. Otros me comentan que llevaba el 9...”, relata Sergio, que apenas tenía un año y medio cuando su padre falleció en un accidente de tráfico.
“Mi madre ya me lo ha dicho: ‘Me has metido en un follón...”
Sergio Cunnungham
El fútbol es una de esas cosas que le conectan a él. “Me gustaría estar 30 segundos en el terreno de juego. Voy a tener los sentimientos a flor de piel. Desde pequeño he tenido a mi padre muy presente. Siempre siento que me acompaña y sé que cuando camine hasta el centro del campo será como si me llevara él de la mano. De algún modo estará allí”, se emociona Sergio, antes de añadir: “Va a ser como abrazarle”.
Su ausencia la suple con recuerdos. Los de su madre. Los de Cota. Los de su familia. Los de los rayistas que aún tienen presente cómo se movía, casi bailando, en los terrenos de juego. “Mi padre era una estrella del fútbol mundial en el Madrid, pero en el Rayo se sintió como en casa. Hasta que no me vine a vivir al barrio no he entendido lo que significa el club. Acercarte a los jugadores del Madrid es imposible. Aquí hay mucha cercanía y esa es una de las grandezas del Rayo”, argumenta.
“Cuando camine al centro del campo será como si él me llevara de la mano”
Sergio Cunningham
La afición vallecana no le olvida. Es más, su imagen —junto a Hugo Maradona— aparece en uno de los muros del campo, donde la Federación de Peñas y la Plataforma ADRV están plasmando escenas icónicas de la centenaria historia de la Franja. “Me levanté una mañana y paseando cerca del estadio vi nuevos graffitis. ¡Uno era de mi padre! Me emocionó verle a él, a Míchel, al Matagigantes, al Rayo Femenino... Los muros cuentan una historia que los más pequeños no deben olvidar. Nosotros nos iremos, pero eso seguirá ahí para siempre”, reflexiona orgulloso.
Sergio lo compara con Inglaterra, donde es habitual que se honre a las leyendas con estatuas o murales. Este verano, sin ir más lejos, el West Bromwich Albion le invitó al palco para rendir tributo a su padre en el amistoso contra el Rayo. “Cunningham no era un simple jugador. Era otra cosa. Un símbolo contra el racismo. Mis primos pequeños, que viven en Inglaterra, tienen libros de texto donde sale él. Muestran su estatua y cuentan su vida”, afirma.
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No es para menos. Cunningham fue el primer jugador negro que vistió la camiseta de Inglaterra (la Sub-21, 1977), a pesar de las amenazas: le mandaron una bala por carta, le quitaron los frenos del coche, atentaron en su casa con cócteles molotov... Y también se convirtió en el primer británico en fichar por el Real Madrid (1979) por un millón de libras. Su historia sigue viva, gracias al orgullo de un hijo y de un barrio.
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