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BARCELONA-REAL MADRID

Estrellas fugaces

Hay muchos jugadores que prometían en sus inicios, pero por diferentes motivos, se quedaron en el camino. Aquí repasamos algunos de estos casos

Club: FC Barcelona | Año:1997/98

El camino que conduce a la cima del fútbol es largo y abrupto. La tortuosa senda es una trituradora de sueños. No hay piedad. La inmensa mayoría de ilusionados aspirantes son víctimas de una selección natural extremadamente exigente y de una ley del embudo que va haciendo cada vez más estrecha la vía de acceso. Nadie está a salvo de ese código implacable. Hay casos sorprendentes de grandes talentos predestinados a triunfar cuya proyección se ha visto cercenada en algún momento por diversos motivos. En ocasiones la criba resulta cruel. Varios pequeños genios de Valdebebas y La Masía, candidatos a jugar alguna vez un Clásico, no pudieron cumplir su gran deseo.

Mario Rosas

“En mi época de formación había otro Iniesta en el Barcelona. Era una mezcla de Laudrup y Messi. Jugaba con los dos pies, regateaba y era muy competitivo. Me impactó. Es el mejor que pasó por La Masía. Lo tenía todo, pero se perdió”. Xavi Hernández habla así de Mario Rosas, malagueño de 43 años, talento precoz en su momento, mediapunta deslumbrante, jugón virguero habituado a regalar caños, sombreros, asistencias mágicas y goles de exposición durante muchos años. Su puesta en escena era una obra de arte permanente.

Era un “10″ de los antiguos, como dice él. Jugador de calle, driblador y goleador, con una facilidad innata para asombrar. Diestro pero magnífico con la zurda. Un prodigio. Siendo sub 15 ya iba convocado con la selección española sub 18. Llegó al Barça con 12 años y salió con 20. Siempre fue muy por delante de todos los chicos de su edad. “Era una locura cómo jugaba”, recuerdan quienes lo vieron de cerca.

Rosas, ahora entrenador, acaba de llegar a Bellinzona, en Suiza, para hacerse cargo del equipo de la ciudad, en la segunda división helvética. “¿Por qué no llegué pese a lo que todos auguraban? Es muy importante el entorno que te rodea. Cuando tenía 16 o 17 años, mis padres estaban separados y yo no tenía relación con mi padre. Veía que el padre de Xavi estaba siempre encima de él, le orientaba y le corregía cuando cometía errores. Yo no tuve un apoyo así en un momento tan importante. Tampoco mi agente me aconsejó bien. Cuando salí del Barcelona, con la intención de jugar mucho y volver al primer equipo más formado, me marché al Alavés. No era el destino adecuado porque su estilo de juego no se adaptaba nada a mi fútbol. Participé muy poco. No fue una buena decisión”, reflexiona el andaluz, con la perspectiva que da el tiempo.

Cuando alguien va con velocidad supersónica hacia el éxito, como era su caso, resulta más difícil enderezar el rumbo si se tuerce: “Si pudiera volver atrás, con la experiencia que tengo ahora, habría tomado otras decisiones, obviamente. Con 22 años me frustré. Todos pensaban que iba a ser una estrella y veía que eso quedaba lejos. Necesitaba salir fuera de España para evadirme y relanzar mi carrera. Me fui a Estados Unidos, pero volví a equivocarme. Entonces la MLS era una liga de jugadores muy veteranos a punto de retirarse. Comprobé que no era mi sitio. Fue otra mala decisión”, recuerda.

Van Gaal le hizo debutar en el primer equipo del Barcelona tras marcar 20 goles con el filial. Soñó con disputar un Clásico pero esa ilusión se desvaneció con el paso del tiempo. Esa espina clavada ya desapareció: “No le doy muchas vueltas al pasado pero claro que me habría encantado. No me martirizo pensando qué podría haber pasado si hubiera tomado otro camino. Gracias a ello he podido conocer otro fútbol. Quizás tanto halago no me hizo bien pero el ego lo dejé atrás con el trascurrir de los años”. Salamanca, Numancia, Cádiz, Girona, Murcia, Castellón, Eldense y Burriana fueron las siguientes etapas de un genio del balón que no pudo o no supo encauzar el inmenso don con el que nació.

Mario ha vuelto a ser feliz. Tiene dos hijos y está entusiasmado con su incipiente carrera de técnico que ya le ha llevado a banquillos de Bahrein, Croacia y Suiza. No quiere dejar pasar la ocasión de dar un consejo a los jóvenes que despuntan: “Es muy importante estar arropado por un entorno estable y tener un agente que sepa guiarte para dar los pasos adecuados en cada momento”.

Iván Sáez

Un caso más enigmático y sorprendente fue el del central Iván Sáez (Tarancón, Cuenca, 1995). Jugador portentoso, con una salida de balón impecable y una calidad poco común, pasó del Atlético al Real Madrid y fue quemando etapas de forma vertiginosa. Internacional con España en todas las categorías por las que pasaba, siendo aún cadete, solía ser titular con el Juvenil A, tres años por delante de su edad.

En torno a su figura se trazaron ambiciosos planes de futuro y prometedores augurios. Sin embargo, con 20 años, perdió la ilusión y decidió aparcar todos los entusiastas proyectos que le planteaban. Borró de su agenda todos los contactos relacionados con el fútbol y se alejó de las redes sociales. La lluvia de propuestas que recibió cayeron en saco roto. La gente de su entorno deportivo se echaba las manos a la cabeza y le preguntaban si estaba loco. Intentaron convencerlo de todas las maneras posibles pero su decisión era firme. El fuego se apagó, así de sencillo. Al menos para él.

Emprendió otro camino en la vida. Se hizo entrenador personal de fitness y fundó un gimnasio. El fútbol quedó encerrado y sepultado para siempre en el baúl de los recuerdos. Requerido por este diario para contar su historia, Sáez no quiere remover aguas que ya dejó atrás hace tiempo: “Es una etapa cerrada y no me apetece volver a abrirla. Ese momento ya pasó y hace ocho años que no tengo ninguna relación con el fútbol ni con nadie relacionado con él”, confiesa sin rastro de melancolía.

Víctor Merchán

A Víctor Merchán le ocurrió todo lo contrario. Su afición jamás se debilitó. “Pagaría dinero por estar en el campo ante miles de personas”, asegura este centrocampista madrileño de 33 años que estuvo 12 temporadas en La Fábrica y que aún da rienda suelta a su entusiasmo futbolero en el Cala de Pozuelo, de Preferente.

Futbolista creativo, su progresión era enorme. En la Copa Amsterdam sub 20, cuando tenía 19 años, Johan Cruyff le entregó el premio a mejor jugador de un torneo muy prestigioso. Coincidió en el Madrid con Nacho, Cheryshev, Jesé, Joselu, Lucas Vázquez, Carvajal y Morata, entre otros, pero él no alcanzó el paraíso. Siendo jugador del Castilla, Mourinho le llamó varias veces para entrenar con el primer equipo junto a Cristiano, Ramos o Benzema. Todo parecía preparado para un final feliz del cuento de hadas. Sin embargo, no se dio.

“No quiero resultar arrogante pero ahora veo muchos jugadores en Primera División peores que yo técnicamente”, dice Merchán, actualmente asesor financiero que aconseja a varios futbolistas y deportistas de élite sobre cómo invertir sus ahorros. A la gran pregunta no tiene una respuesta clara: “¿Por qué no triunfé? Son varios factores. Por cosas de representantes no renové cuando se me acabó el contrato en el Castilla y me fui al Espanyol. No salieron las cosas como esperaba y fui perdiendo expectativas. Caudal, Terrassa, Vilafranca o Alcobendas fueron algunos de los destinos por los que pasé después”.

El motivo concreto por el cual se frenó su brillante proyección deambula difuso por la nube de los sueños rotos: “A toro pasado, quizás debí tener más esfuerzo y dedicación. Mentalmente también tuve que ser más fuerte para gestionar mejor mis emociones en momentos de presión. También eché en falta a alguien que confiase plenamente en mí. Son varios factores los que determinan tu rumbo”. “Uno de mis grandes sueños incumplidos fue jugar un gran Clásico. Me habría vuelto loco en el campo. Disputé muchos en la cantera, pero no es lo mismo”, confiesa, nostálgico, Merchán.

Fran Álvarez

Cuando Fran Álvarez fue elegido mejor jugador de la Liga Promises en 2008 tras exhibirse por la banda izquierda del Barcelona infantil, la sensación era que se trataba de un fenómeno imparable. Rápido, profundo, habilidoso y con buena técnica, se le adivinaba un porvenir esplendoroso. Fue escalando peldaños hasta el último año de juvenil del Barça y de ahí pasó al filial del Mónaco antes de bajar por el otro lado de la escalera al Granada B, La Roda, el modesto Monterosi italiano y equipos menores en Suiza y Finlandia. Actualmente, con 27 años, dirige entrenamientos de tecnificación, tiene un gimnasio de alto rendimiento y busca equipo. El anhelo de jugar un Clásico es ahora una quimera para él.

“Mi problema fueron las lesiones. No pude consolidarme porque no tuve un buen readaptador que me recuperase de los múltiples percances físicos que fui arrastrando y me impidieron rendir al 100%. Considero que cumplí el sueño de llegar pero no pude disfrutar con naturalidad de lo que más me gustaba. La pelota da felicidad pero las lesiones hicieron que el fútbol se volviese amargo para mí en algunos momentos”, lamenta el catalán. Fran ha transitado por una montaña rusa emocional desde su llamativa irrupción pero no cambia su mentalidad ni su mensaje: “Siempre hay que perseguir los sueños”. Él sigue haciéndolo.

Otros casos

Álvaro López fue capitán de la selección española campeona de Europa sub 17 en la que destacaban Thiago y Canales y ahora entrena al infantil B del Real Madrid, en cuya cantera apuntaba a figura en sus once años de permanencia. El destino le hizo cambiar las botas por la pizarra.

El israelí Gai Assulin, gran proyecto de estrella de La Masía, vive en Mánchester tras pasar por Kazajistán, Rumanía y competiciones menores en Italia. A sus 32 años, el apodado en su día “nuevo Messi” espera aún recibir alguna propuesta interesante para volver a los campos.

Ha habido y seguirá habiendo otros muchos casos de trayectorias meteóricas que se desvanecen antes de llegar a la meta. Las estrellas fugaces forman parte del universo fútbol pero la vida, más allá del balón, suele dar segundas oportunidades.

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