Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

ESPANYOL

Espanyol, crónica de un desenlace fatal

Se consumó el segundo descenso en apenas tres años con un escandalosa actuación arbitral que empujó a los blanquiazules al empate en Mestalla. El partido, un reflejo de la temporada.

Sergi Darder.
Biel AlinoEFE

Barcelona. 01:40. Fin de trayecto

Cuesta tanto escribir las necrológicas que es mejor empezar por el final, por ese camino de vuelta inundado por el silencio después de certificar el sexto descenso en la historia del Espanyol, tan esperado hace dos semanas como doloroso por la forma y el fondo. Lo vivido en Mestalla eriza la piel por el torbellino de emociones y por la injusticia de un partido que el equipo de Luis García tenía en la mano, pero donde el arbitraje se lo arrebató poco a poco. “Ha sido un escándalo”, comentaron al unísono los compañeros que siguen la información del Valencia en la sala de prensa. El atraco al equipo perico fue el empujón definitivo a un abismo que quizás, en lo futbolístico, hace justicia a un club a la deriva a nivel institucional, social y deportivo, donde cada decisión que se toma es peor que la anterior.

De Rufete a Diego López, el sarcástico destino

Cuatro horas antes todo era esperanza. Por el Paseo de la Alameda se atisbaba Mestalla. Los cánticos del millar de aficionados del Espanyol se escuchaban desde lejos, animados porque el perico siempre cree en los milagros, como el gol de Corominas en el 93′ o la fantástica remontada ante el Brujas en la UEFA del 88. Añorados tiempos pasados. El apocalipsis se hizo realidad en Valencia, ciudad de alegría en la Copa del 2000 pero de lágrimas en el descenso de 2023. Junto a los aledaños del estadio que la semana anterior estuvo en boca de todos, un niño con la camiseta del Valencia y el nombre de Rufete paseaba de la mano de su padre. Una imagen que rescató tiempos pasados, también grises. Todo está conectado en el decadente Espanyol de Chen, el peor presidente de la historia. Hasta Diego López abrió la lata tras un error de Pacheco en la primera mitad. El destino es sarcástico.

Mestalla, con su grada de animación vacía.
Ampliar
Mestalla, con su grada de animación vacía.JOSE JORDANAFP

Anulado Melamed, con Montes al rescate

Tanto Luis García como Baraja señalaron en la previa que las emociones iban a ser determinantes en la final de Mestalla. E intentaron los blanquiazules controlarlas a base de posesiones largas, pero los pericos confundieron la pausa con la parsimonia y no encontraron a un Melamed sustituido al descanso, bien marcado por un Valencia que se sabía el truco del juego interior. El Valencia jugó a otro ritmo, a toda velocidad, y pudo ampliar la ventaja, pero el gol al Espanyol se le cae de los bolsillos. Montes anotó a centro de un Cabrera que jugó de lateral para liberar a Brian, fórmula que no funcionó. El descanso le sentó de maravilla al Espanyol, que no se podía creer ese 1-1 ni todo lo que vendría después.

Del gol inexistente de Griezmann al legal del mexicano

Sin apenas generar juego, el Espanyol se colocó 1-2 con un tanto de Braithwaite, que aprovechó un error de Mamardashvili. El cazagoles danés puso por delante a los de Luis García. El Espanyol había hecho lo más difícil y ahí empezó un nuevo partido, con un Valencia preso de los nervios y un Espanyol que fio su suerte a defenderse, y lo hizo con solvencia hasta la jugada del 2-2. Pero antes vino el primer escándalo. Montes le gana el salto en el área pequeña a un blando Mamardashvili y marca el 1-3. Era definitivo. Pero el mexicano apenas protestó, corrió hacia su campo. El árbitro dudó y pitó falta. Nadie se lo comió, nadie lo persiguió o reclamó revisión. Y el VAR se hizo el sueco. “Sigan, sigan”. La acción fue tan clara y meridiana como la del 0-2 inexistente (o al menos sin un plano que lo certifique) de Griezmann la semana anterior. La grada de Valencia, muda, aconteció con asombro a la decisión. Y siguió animando a un Valencia al que se le acababa el tiempo.

El Espanyol, tras la derrota en Mestalla.
Ampliar
El Espanyol, tras la derrota en Mestalla.JOSE JORDANAFP

Braithwaite y Calero, los últimos ‘frames’

Por los resultados que se estaban dando a esas alturas de la noche, con los hinchas pericos mordiéndose las uñas y con el corazón a mil, el Espanyol sería equipo de Primera si ganaba al Almería en la última jornada. El Getafe no pasaba del empate ni tampoco el Valladolid, por lo que el Almería vendría al RCDE Stadium a jugársela. Pero en el minuto 93, el mismo en el que Coro obró la salvación en 2006, todo explotó por los aires. Una conducción de Braithwaite acabó con el danés por los suelos y reclamando una falta. Gil Manzano no apreció nada (es difícil saber si fue o no porque en las imágenes no se ve contacto claro) y Lino recibió el balón y se metió hasta la cocina. Entre Vinicius, Cabrera, Pedrosa y Calero no lograron entenderse en las marcas y en quién debía saltar. Y Lino se metió en el área y batió a Pacheco. Calero, que apenas llevaba un minuto en el campo, no entendió la jugada, y quizás esa autocrítica de la que habla Luis García se ajusta a meter un central en los momentos finales del partido cuando todo parecía controlado. Un 2-2 que volvió a despertar al Espanyol, que vio como Gabriel Paulista le hacía un claro penalti a Braithwaite que tampoco vio el colegiado ni el VAR. El danés no protestó. Incomprensible como en un momento tan visceral no saliera ese empuje. No hubo tiempo para mucho más. Y el Espanyol se fue a Segunda cuando tenía la salvación a un partido.

Las lágrimas de Darder, el dolor de otro descenso

Mientras el encuentro agonizaba, marcó el Getafe, resultado que enviaba a los blanquiazules a Segunda. Se produjo la catástrofe con una sensación de impotencia e incredulidad, reflejada en las lágrimas de Darder, un gran jugador en la historia perica que ha sufrido dos descensos, golpes demasiado duros. El capitán, después de hablar para Movistar+, solo en el campo, se tapó la cara con la camiseta y enfiló al túnel de vestuarios, hundido. La última imagen de la crónica de un desenlace fatal de una temporada desastrosa en todos los sentidos tras un partido que sintetiza el año: errores en la portería y defensivos, condicionamientos arbitrales, goles inesperados y falta de identidad. El Espanyol vuelve al infierno. Él mismo se lo ganó y en las dos últimas jornadas le dieron el empujón definitivo.