“En mis primeras elecciones generales voté a Duckadam y Butragueño”
La historia del Real Madrid vista bajo el prisma personalísimo de Tomás Roncero (Villarrubia de los Ojos, 1965). En ‘Eso no estaba en mi libro del Real Madrid’ (Almuzara) el redactor jefe de AS aborda los 120 años del club de sus sueños: “Los he recordado tal y como los tengo en mi cabeza y en mi corazón”.
Hay muchos libros sobre la historia del Real Madrid pero ninguno como este. Porque lo que aparece a lo largo y ancho de las 317 páginas de Eso no estaba en mi libro del Real Madrid (Editorial Almuzara) es la reconstrucción, periodística y sentimental, de los avatares, éxitos, dramas, héroes y villanos que han poblado los 120 años de la entidad de Chamartín impregnados de una visión tan personal como es la de Tomás Roncero. Una obra entre su flema manchega, el asfalto de Carabanchel y el olor al césped del Santiago Bernabéu...
Para contar la historia de Tomás Roncero con el Real Madrid empezamos por...
Por unas imágenes en el antiguo Estudio Estadio, años 70. Era el campo del Betis, el Madrid perdía 2-1 y recuerdo un pase al segundo palo con Pirri tirándose en plancha. Gol. Me impactó. Fue la primera vez que mi padre me dijo “es que no sabes cómo es el Madrid; el Madrid, hasta el último minuto nunca se rinde”. Mi mente de niño se quedó con eso. Y con el nombre de Pirri. Luego, con 8 años, mi padre y mi tío Luis, que en paz descanse, me llevaron al Bernabéu. Noviembre, un Madrid-Las Palmas que terminó 5-0. Recuerdo todo. Cómo entré al campo, el ruido de la grada repleta de gente, los que iban veniendo el cognac, las almohadillas... De ahí me viene la pedrada con el Madrid.
¿Hacerse madridista en las décadas en las que el Madrid no ganaba Copas de Europa forja una manera especial de entender a esta camiseta?
Sí, no era subirse al carro. Había éxitos, sí, pero los niños de aquella época veíamos al Madrid sucumbir con los equipos alemanes y darse una leche tras otra en Europa. ¿Cómo cambió eso? Con las remontadas de los años ochenta. Eliminatorias increíbles en la Copa de la UEFA contra el Inter, el Borussia, el Anderlecht de Scifo... Partidos de Champions de hoy en día. Yo ahí, con 18 ó 20 años y ya pensé, “este es el Madrid del que me hablaban en Europa”. Y luego hubo otra cosa que exacerbó aún más mi madridismo...
Cuente, cuente.
La final de la Copa de Europa de 1986 que jugó el Barça en Sevilla, que te lo vendían como que era la caña y que iba a empezar a remontarnos en títulos. Pues fue un 0-0 y de repente un tío llamado Duckadam, el portero del Steaua, para cuatro penaltis. Lo ví por la tele y me quedé afónico, pocas veces he celebrado algo más que no se trate del Madrid. No es para presumir, mis padres me regañaron, pero hubo Elecciones Generales ese año y el mío fue uno de los votos nulos porque taché una papeleta y escribí en ella ‘¡Forza Duckadam, Viva Butragueño!’.
El libro es la historia del Real Madrid desde un enfoque ronceriano, pero también un ataque total a lo que usted llama ‘el relato oficial’. Como que el Madrid fue el equipo de Franco...
Quise arrancar el libro por ahí porque lo que de ‘una mentira mil veces repetida acaba conviriéndose en una media verdad’ es cierto. Eso te puede venir muy bien para tapar fracasos históricos. Que sí, que estaba Kubala y la delantera que cantó Serrat, pero luego llegó Di Stéfano y ganó cinco Copas de Europa y la sexta seguida no llegó porque dos árbitros ingleses nos birlaron cuatro goles legales en el Camp Nou. Pero vamos más allá. Franco recibió más veces en El Pardo al Barça que al Madrid. Sólo se le veía por el palco del Bernabéu en las finales de la Copa del Generalísimo y en la final de la segunda Copa de Europa ante la Fiorentina, pero porque el Madrid era el anfitrión y estaba el presidente de la UEFA y las autoridades. A Franco le importaba tres narices el Madrid, en todo caso se interesaba por el Atlético Aviación, vinculado al ejército. Franco sabía, además, que Bernabéu era monárquico. Luego está la recalificación de Les Corts mientras el madridismo pagó el Bernabéu de su bolsillo... En realidad fue el Madrid el que se sobrepuso al Régimen y lo diré siempre.
Otro disparo más al ‘relato’. Eso de que La Masia es la gran cantera del fútbol español...
¡Pero por favor! Tuvo una buena hornada con Xavi, Iniesta, Piqué, Puyol, Valdés... pero hay tres cosas que tiene la cantera del Madrid que nunca tendrá La Masia. La primera, jugar una final de la Copa del Rey, aquella de 1980 con el Castilla. La segunda, jugaron la Recopa y el Barça B nunca podrá decir que ha jugado en Europa. Y tercero, en 1984 el Castilla fue campeón de Segunda y ante 85.000 espectadores en el Bernabéu tumbó al Bilbao Athletic. Cuando el filial del Barça haga algo de eso, hablamos.
Hay un tercero, este mirando al vecino. En la página 26 hay un capítulo cuyo título lo dice todo: ‘El equipo del pueblo’...
Eso lo intentó Simeone... Si el Madrid fuera un equipo de oligarcas no sería el club que tiene más aficionados del mundo, por tanto también entre las clases más humildes. Llevo 25 años viajando por todas las peñas de España y he visitado a madridistas de los lugares más pequeños y recónditos y los hay de todo tipo de clases. Me da rabia porque el Cholo insinuaba que la gente humilde es del Atleti y la realidad es que si hay más madridistas es porque se sienten identificados con el Madrid. Ese espíritu de superación. Como El Quijote, peleando este año contra el PSG, el Chelsea, el City... El Madrid es el equipo más del pueblo de todos.
¿Qué daría por haber podido pasar una hora charlando relajado con Santiago Bernabéu?
Es mi gran asignatura pendiente, de la vida en general. Es difícil explicar la admiración tan enorme que siento por alguien que ni siquiera conocí en persona. Sólo le pude ver en aquel partido contra Las Palmas, a 40 metros, y con esa imagen, ese porte y su sombrero... Encima paisano, manchego. Y ese sentido de la decencia, no gastaba una peseta de más del Madrid. Florentino Pérez ha mantenido aquella línea, pero don Santiago fue un pionero en una época durísima. El creador de esta maravillosa obra que es el Madrid.
Usted votó a Duckadam, al Buitre... y también a Florentino.
Sí, pero porque soy socio, ¡no me colé para votar! Soy socio desde el 1 de septiembre de 1981. En ese momento voté como socio del Madrid, no como periodista. No he vuelto a votar, que conste. Florentino Pérez es el mejor presidente de la historia del Real Madrid por detrás de Bernabéu, que no es poco. Modernizó el club y lo de los Galácticos fue una obra maestra. Pasó de un Madrid con una imagen dubitativa a recuperar su gran impacto mundial. Chapeau.
El flechazo suyo con Juanito sí que fue un impacto.
Tal cual. Llegué al Mundial de Italia 1990 enviado por la agencia Colpisa y Juanito iba con José Ángel de la Casa a comentar los partidos con RTVE. Me lo encontré en el hotel, en Tarvisio, y estuve dándole vueltas a cómo abordarle, porque necesitaba conocerlo. Tras ganar España a Bélgica en Verona, pasamos a octavos, fuimos a una discoteca. Y allí estaba, en la barra. Para mí fue como ver a Miss Italia. No pude evitarlo y me fui a por él. Nos tomamos un cubata... y al final estuvimos hablando dos horas. Juan me terminó diciendo “¡Vale ya, niño, que estás hablando de goles míos que ni me acuerdo!”. Así era Juan, ese tío tan campechano. Cómo iba a pensar que sólo le quedaban dos años de vida... Ese momento en Verona me lo llevo para los restos y aumentó aún más mi mitomanía con él. Habría dado lo que fuera por verle entrenar al Madrid. Siempre digo que fue un aficionado del Madrid que jugó en el Madrid. Si le pillan estas remontadas del PSG, el Chelsea o el City se habría saltado a la grada a abrazarse con la afición. Salvando las distancias, Gattuso me recuerda a él en eso.
Una buena idea para contar los 80 en España de manera deportiva, pero también social, sería con una serie de televisión sobre la Quinta del Buitre y con usted ahí asesorando...
¡Ja, ja! Era la otra movida madrileña, no la de Malasaña, Chueca y las noches salvajes en el Rockódromo, pero sí ese otro perfil de jóvenes con identidad, educados y revolucionarios en lo suyo, el fútbol. Con los cuatro goles de Butragueño a Dinamarca vino eso de “¡Oa, oa, oa, Butragueño a la Moncloa!”. La Quinta lo cambió todo. Fue aire fresco para un país convulsionado por la situación política y económica. Y nos sacaron de la depresión del Mundial del 82. Les tengo tanto cariño que mi primer libro fue sobre ellos.
Un grupo de futbolistas al que le tocó vivir un doble drama, el de Tenerife. Sé que aquellos arbitrajes aún le escuecen en la memoria...
Es que luego el Madrid tiene que cargar con el sambenito de que le ayudan los árbitros... Fueron dos Ligas y seguidas, aquello de Tenerife. Siempre digo que esto será como la Comisión Warren del asesinato de Kennedy, que es un archivo secreto y sigue por desclasificarse, algún día se sabrá la verdad. Tengo esa teoría. Algún día me lo explicarán. Coincidí en su momento con Gracia Redondo en Carrusel Deportivo y yo le preguntaba por aquello y le notaba que no quería hablarlo... Con García de Loza no tuve la oportunidad. Sé que la conversación sería desagradable, porque no me creo que aquellos errores tan contumaces no les quemen en la mente. El primer año, con 1-2, un gol legal de Milla que dicen que es fuera de juego. Puentes Leira fue el que levantó la bandera y luego estuvo muchos años en el Comité de designación arbitral. ¿Qué quieren que les diga? Uno tiene que pensar mal... Tengo el deber como madridista de que se siga recordando, porque aquello amargó a una generación entera de madridistas. Parece que el Dream Team tenía que ganar sí o sí más Ligas...
De la Quinta a otro grupo de futbolistas especial. No sé si hacer spoiler del libro o no, pero ahí cuenta que asustó a un Galáctico en pleno vuelo…
Ah, sí… fue Zidane. Estábamos volviendo de Belgrado. Era cuando los periodistas viajábamos con los jugadores y se montó un corrillo al final del avión. Éramos Figo, Ronaldo, Helguera, Casillas y yo. Lo típico, ahí vacilando. Y Zizou que viene hacia esa zona, supongo que al baño, y yo que me levanto para saludarlo porque nunca había podido hablar con él al grito de “¡Ven aquí Zidane, tío, dame un abrazo!”. Se asustó y se fue corriendo. Los otros se morían de la risa y me dijeron “Roncero, eres muy burro chaval, ya sabes que Zizou es muy tímido” (risas).
El último nombre propio que aparece en su libro es Vinicius y no parece una casualidad... ¿Es el que le gustaría que escriba los próximos capítulos de esta historia universal llamada Real Madrid?
Mi Vini (sonríe). Está llamado a escribir una época. Ahora le reprochan la gestualidad, los bailes... pero es como pasaba con Cristiano. Le reprochan todo eso porque le temen...