“En mi época, los chicos querían ir al Espanyol antes que al Barça”
Carlos García, exjugador perico retirado en 2017, quiere iniciar su etapa de entrenador tras ser asistente en Maccabi y Udinese, mientras que analiza su carrera y el momento blanquiazul.
Carlos García fue uno de los hijos de Josep Manel Casanova, el padre de la cantera blanquiazul que en el comienzo del milenio fue una fábrica de centrales. Los nombra el propio barcelonés que residía a escasos metros del Camp Nou pero que apostó por el Espanyol a los 14 años porque veía “un proyecto” de verdad. Otra época para la cantera y para un Espanyol ahora abocado a los infiernos. El exjugador, retirado en 2017, fue mano derecha de Jordi Cruyff en el Maccabi Tel Aviv (Israel), vivó una experiencia en el fútbol chino, en Ecuador y el último curso conoció a fondo la Serie A en el Udinese. Ahora quiere iniciar su propio camino 20 años después de debutar como futbolista en el Espanyol, club en el que no tuvo demasiadas oportunidades.
-Hace 20 años, en la campaña 2003-04, debutaba con el Espanyol en Primera División. ¿Qué es de su vida ahora?
-Cuando me retiro del fútbol en Turquía, vuelvo a España para entrenar cuatro meses en El Prat. Era 2017. En el mercado de invierno me fui de asistente al Maccabi con Jordi Cruyff. Estuvimos seis meses, luego dos etapas en China, con la selección nacional de Ecuador… La temporada pasada formé parte del cuerpo técnico de Udinese. Tenía la opción de seguir, pero quiero iniciar mi carrera de entrenador y me he vuelto a Barcelona. El fútbol es mi pasión.
-¿Qué funciones tenía? ¿Qué experiencia ha adquirido?
-Con Jordi me encargaba más de la metodología. Él era parecido a un manager inglés, le gusta controlar desde fuera e intervenir cuando fuera necesario. También me involucré en el análisis de los rivales. En Udinese estaba en el día a día, mi función específica era la de mejor individualmente al jugador.
-¿Y cómo siente usted el fútbol?
-Me gusta que mi equipo sea el protagonista, pero si puedo llegar al área rival en cuatro pases mejor que en 20. Quiero atacar con el balón, defender lo más lejos de mi portería. Eso es lo que pienso sin saber los jugadores que tengo. Pero lo primero es saber las fortalezas del equipo y la idiosincrasia del club. Una cosa es lo que a ti te gusta y otra las virtudes del equipo. Aunque también es imposible comunicar cuando no crees en el mensaje. A la hora de competir hay que intentar que el jugador intervenga en sus zonas de confort.
-¿Y cómo ve el Carlos García entrenador al Carlos García jugador?
-Hacía una cosa bien, que era estar preparado para defender cuando el equipo tenía el balón. Cuesta bastante encontrar centrales así. Pero luego, y con técnicos como Tintín, Lillo, Emery o Paulo Sousa, podía haber sacado más provecho con el balón, algo que no logré. Con lo que sé ahora, seguramente mi carrera hubiera sido mejor.
-¿Por qué no tuvo demasiadas oportunidades en el Espanyol?
-Era una época con muy buenos centrales. Estaba Lopo, se produjo la vuelta de Pochettino, más Soldevilla, Jarque, Torrejón, Robusté, Sergio Sánchez… Hubo una opción de salir por un traspaso, y quizás el club consideraba que yo no era el mejor y decidieron apostar por otra gente. A veces es coincidir en el tiempo y en el momento adecuado. Pudo volver cuando estaba en el Almería, pero finalmente ellos ejecutaron la opción de compra.
-Ha nombrado una época dorada de la cantera, ¿cómo ve ahora el papel de los de la casa en el primer equipo?
-Y no solo mi época, tirando más atrás tienes a la Quinta de la Intertoto. Aquellas generaciones llegaron a quedarse o a jugar en Primera o Segunda en otros clubes. Cada vez el primer equipo tiene menos canteranos. En aquella época hubo muchos centrales y ahora no salen, esperemos que puedan salir. Tener gente de la casa es clave. El que le dice a los que vienen lo que significa el Espanyol son los trabajadores y la cantera.
-¿Necesita el Espanyol encontrar un Casanova? ¿Él era la parte diferencial?
-Los chicos de Cataluña preferían venir al Espanyol porque veían que se apostaba de verdad por ellos. Creían que iban a tener las oportunidades. Manel era una persona importante, primero por sus habilidades para seleccionar jugadores. Y luego, porque era capaz de hacerle sentir al futbolista que se confiaba en él. Era bueno en comprender que la gente joven no mejora siempre de forma gradual, sino que tiene momentos. En la adolescencia pasan muchas cosas y él estaba en esos periodos para seguir apoyando. Ver lo feliz que estaba cuando un jugador del filial llegaba al primer equipo era impagable.
-¿Cómo lo captó a usted?
-Jugaba en la Ferran Martorell y tuve la opción de ir al Barça y al Espanyol. Vivo pegado al Camp Nou y el Espanyol no estaba en la Ciudad Deportiva, nos movíamos por toda Barcelona… Pero sentí que me querían y que había un proyecto de verdad. Tenía 14 años. Me fui al Espanyol por sensaciones. Y acerté.
-¿Cómo ha visto al equipo este curso tan desastroso?
-No he visto todos los partidos, pero sí que lo he ido siguiendo bastante. Fue un año muy complicado. Desde el comienzo los resultados no salían. Justo antes de la destitución de Diego Martínez parecía que el equipo se enganchaba, pero llegaron esas cuatro derrotas seguidas. Al margen de resultados, hubo muchos vaivenes, le faltó regularidad. Luis cambió la forma de jugar, pero fue una pena. El objetivo era llegar al último partido en casa con opciones. Si no pasa lo de Mestalla, se habría logrado.
-El Espanyol ha tenido ocho entrenadores en apenas cuatro temporadas. ¿Con qué técnicos se queda de los que ha tenido?
-Lillo era una clase continua. Fue una persona que llegaba al jugador sin ser autoritario, te convencía. Era muy claro. Tintín fue la primera persona que me habló de futbol, de cosas diferentes. Tenía una buena experiencia como jugador y leía el fútbol muy bien. Te daba soluciones antes y durante el encuentro. Te cambiaba los partidos. De Unai Emery tengo un gran recuerdo; era una persona con una pasión enorme, ganas de mejorar, y eso lo transmite al equipo. Le encanta competir y vive el fútbol 24 horas al día. Esa positividad la traspasa al juego. Se ha ido rodeando de gente muy buena. No tiene que demostrar qué es mejorar, sino que tiene gente que lo mejoran. Paulo Sousa era muy parecido a Unai. Tenía un carácter más fuerte. Le gustaba hacer las cosas de una determinada manera, y tuve la sensación de momentos de partidos complicados que quería llegar al descanso para que él lo solucionara.