En la nueva casa de Cristiano
El Madrid tiene en la ciudad deportiva del Al Nassr, el nuevo equipo de Cristiano, su cuartel general de la Supercopa. La opulencia de su fichaje contrasta con la humildad de sus instalaciones.
A 23 kilómetros al sudoeste de la Plaza Deera, centro histórico de Riad en el que descansan los restos de la primera fortificación en torno a la cual creció la capital de Arabia Saudí, se encuentra la ciudad deportiva del Al Nassr, en el barrio de Tuwaiq, donde se ejercitó el Real Madrid en la previa de la semifinal de la Supercopa, donde lo volvió a hacer ayer y donde repetirá hoy por la tarde, en la última sesión antes del Clásico del domigno ante el Barcelona. Y ayer lo hizo con un invitado de excepción: Cristiano Ronaldo, nuevo jugador del Al Nassr y que aprovechó que su sesión prácticamente se solapó con la del Madrid para hacer una visita a sus excompañeros. Se fotografió con Vinicius, Militao, Alaba, Ancelotti… y aprovechó para ponerse al día con Pintus, Chendo o el doctor, Niko Mihic. Se mostró como un anfitrión preocupado con Carletto: “¿Está bien el césped?”. Y hasta se permitió una broma con la prensa: “¡Españoles pesados!”, soltó con una sonrisa en la boca, consciente de que todos buscaban su fotografía.
El barrio donde se ubica la sede del Al Nassr se sitúa en los mismos límites de la ciudad; cuatro kilómetros al sur arranca el desierto. La opulencia del centro de Riad, repleto de rascacielos modernistas, contrasta con la humildad de Tuwaiq: los alrededores de la ciudad deportiva del Al Nassr concentran pequeñas casas de dos plantas, con negocios en la parte baja, y enormes descampados con porterías desnudas, sin redes, en las que siempre se encuentra a chicos jugando a fútbol, incluso en horario de clases.
Nada que ver con Valdebebas, el paraíso de cualquier deportista de élite. Pero será ahí donde Cristiano se entrenará los próximos meses y años, pues, como ya contó AS, ha firmado para ser jugador del club hasta 2025; luego su vinculación se extendería por cuatro años más para servir de consejero deportivo y, de paso, dar un empujón a la candidatura de Arabia Saudí para albergar el Mundial 2030. Y todo ello le reportará nada menos que 500 millones de euros netos.
Cristiano, a por la Saudi Pro League
Como todos los clubes en Arabia Saudí, el Al Nassr pertenece a la familia real saudí; el príncipe Faisal Bin Turki ejerce su presidencia. Y es el propio estado el que financia a los clubes, aunque no de forma igualitaria: Al Hilal, Al Nassr y Al Ittihad, los integrantes del podio del palmarés de la Saudi Pro League, cuentan con una posición de privilegio. Con nueve títulos de Liga (y ninguno de la Champions de Asia), el Al Nassr ha perdido la pista del Al Hilal, su principal competidor, que lleva 18 ligas y ha ganado cinco de las últimas seis. También por ahí viene el fichaje de Cristiano y de otros jugadores que han rendido a primer nivel europeo, como Álvaro González, Talisca, Ospina, Aboubakar o Luis Gustavo. Cristiano estará bien rodeado en Riad y se sube a un tren en marcha: su equipo es líder y hoy se mide con el segundo, el Al Shabab que entrena Vicente Moreno.
En los lujosos pasillos de su sede descansan los títulos que ha conquistado y también algunas reliquias, como los banderines del primer Mundial de Clubes, en el 2000, en el que se enfrentó al Real Madrid. Pero poco más acceso permite el Al Nassr, al que la llegada de Cristiano le ha pasado por encima: tiene cientos de peticiones de entrevistas y, de momento, las despeja todas. La orden, que proviene de la propia casa real, es evitar cualquier salida de tono y controlar el mensaje. Cristiano, a la espera de mudarse a la lujosa mansión que tiene por contrato (de momento reside en el Four Seasons), no podrá debutar hasta el 22 de enero, contra el Al Ettifaq, pues arrastraba una sanción de dos partidos de su paso por Inglaterra. Aunque probablemente se le pueda ver antes, el 19 de enero en el King Fahd Stadium, donde el PSG de Messi se medirá a un combinado de jugadores de Al Nassr y Al Hilal, dirigo por el argentino Marcelo Gallardo. Y la ilusión ha empezado a desbordarse: según ESPN, ha habido dos millones de peticiones de entradas.