El vestuario está en llamas
Indignación con pocos precedentes por el arbitraje de Cornellà. “Es una adulteración intencionada”, se dice en el club. “Vergonzoso”, en el vestuario.

Del Bernabéu sale humo. Y sin haber fuego, hay un incendio. El Madrid está viviendo algunas de sus horas más calientes en mucho tiempo. Y no es una exageración. Dentro del club se respira un enfado con pocos muy precedentes. Contra LaLiga, contra la RFEF, pero sobre todo, contra los árbitros. Ancelotti tuvo cintura en rueda de prensa para regatear la palabra “guerra”, pero el termómetro ronda esa temperatura. No sólo existe, sino que se agranda el sentimiento de que los árbitros perjudican adrede. Y la noche ante el Espanyol fue su prueba del algodón. De directivos a jugadores, aún se alucina con la no expulsión a Carlos Romero. Es un péndulo de la ira a la incredulidad. Y por muchos más episodios. El club está que arde. El vestuario, en llamas. Y el enfado, no es exageración, tiene muy pocos precedentes.
Hay quejas con más razón y otras, con más dudas. Pero hay una que logra la unanimidad: es incomprensible que Carlos Romero no fuese expulsado. Y más allá de la decisión de Muñiz Ruiz (campo), nadie entiende la dejadez de funciones de Javier Iglesias Villanueva (VAR). Un error muy grave. Inverosímil. El jugador no tiene opción de llegar al balón, entra con los tacos por delante y llega a golpear a la altura del gemelo. Una conducta tan salvaje, que encendió al vestuario. Tras el partido, los jugadores revisaron la acción en los móviles, sin dar crédito. Algunos, incluso, se marcharon del RCDE Stadium sintiendo que una entrada así, incluso, llevaba mala fe. Ese era el nivel del enfado.
“Adulteración intencionada”
“Es una adulteración intencionada de la competición; es imposible que el VAR no valorase esa acción como roja”, fue una de las respuestas que se dio desde dentro del club, a este periódico, en las horas posteriores al partido. El propio Ancelotti protagonizó una de las ruedas de prensa más extrañas en mucho tiempo, con apenas seis preguntas, largos silencios antes de responder y mordiéndose la lengua. “Es inexplicable la decisión que se ha tomado. Lo más importante es proteger al jugador... y ha sido una entrada muy fea, con riesgo de lesión. El VAR también está para esto”, dijo. Para sentenciar con una frase que aún colea: “Nadie lo ha visto, pero lo hemos visto todos”.

“Vergonzoso”
En el vestuario el sentimiento es de incredulidad. Y de indignación. “Vergonzoso”, fue el término que se utilizó desde dentro la plantilla, también hacia este periódico, minutos después del pitido final. Mientras los jugadores revisaban las jugadas, aún con las botas puestas. Fue lo primero tras abandonar el césped. Rebobinar, ver. Una de las que pasó desapercibidas y que los futbolistas más señalan, fue la mano de Jofre (minuto 9). Se entiende como muy clara, pese a que Muñiz Ruiz valoró que el empujón de Fran García es lo que propicia el lance. Pero es cierto que el brazo está muy despegado y no se aprecia intención de retirarlo. Una acción interpretable.
Como el gol anulado a Vinicius. Era la primera parte, recortó dentro del área y marcó por el palo largo. Pero durante su regate, se señaló una falta de Mbappé por empujar a Pol Lozano. En el Real Madrid entienden que, incluso aunque el empujón sea desmedido, no influye en la jugada. Iba a ser gol igual. Se trata de otra jugada interpretable, pues la falta es “clarísima e innecesaria”, como apunta Iturralde González, analista arbitral de AS. El sentimiento dentro del club es que, de haber sido en el área contraria, no se habría actuado así. Porque crece el sentir de que se toman decisiones para perjudicar a propósito. Y que este partido es una prueba irrefutable.

La sombra de Flick
Claro que hay sospechas de mala fe. Y por decirlo suavemente. La demostración está en que dentro no se esconde el recelo por Muñiz Ruiz, el árbitro que expulsó a Flick en el Villamarín y recibió una dura bronca de Medina Cantalejo por ello. Fue una roja extremadamente rigurosa, pues el entrenador apenas hizo un gesto con el brazo tras una decisión. Pero Muñiz Ruiz no lo toleró. “Esta semana hemos visto una expulsión de un entrenador… ¡Que venga dios y lo vea! Por no hacer nada… hay que tener un poco de cintura”, reprochó el presidente del CTA, en un audio filtrado. “Que casualidad que después de aquello, pasa esto”, se esboza dentro del Madrid, apelando a que tras perjudicar al Barça... ahora, perjudica al Madrid. Viendo una mano negra.
El gesto que le costó la expulsión a Hansi Flick en el Villamarín 🟥#Super8 pic.twitter.com/iqyxGuIdmi
— DAZN España (@DAZN_ES) December 9, 2024
‘Silenzio Stampa’
El enfado dentro de la plantilla es enorme. “No hay quien lo entienda, no hay quien lo explique”, se transmitía ayer. Y se mantiene. “Acojonante”, se repetía. Ligeramente superada la medianoche, comenzó el desfile de jugadores por la zona mixta. Nadie habló, absolutamente nadie. Pero ni tan siquiera con los canales oficiales del club. Todos estuvieron de acuerdo en no hacerlo. Sólo hubo un gesto: cuando Mbappé pasó por delante de la prensa, se preguntó a viva voz por la entrada de Carlos Romero y su reacción fue llevarse la mano a la boca. Hoy, horas después de lo sucedido, dentro del vestuario se mantiene una enorme indignación. A la par que el club, donde se llegó a valorar la posibilidad de emitir un comunicado haciendo público el malestar, pero finalmente parece que no sucederá. “Aquí todo el mundo se queja... y luego pasan estas cosas”, se añade. En el Madrid recelan de casualidades.
Una postura pública
Pero todo esto es público. El club nunca lo ha ocultado, ni maquillado. A la competición se la califica desde hace tiempo como “mugrienta Liga de Negreira” en la televisión oficial, donde anoche se dio el pregón al supuesto análisis con un directo “enhorabuena a los ejecutores del plan de Medina Cantalejo, su guardia pretoriana; han conseguido el objetivo claro de evitar la victoria del Madrid”. Dentro del club predomina el sentimiento de que los estamentos, sobre todo los arbitrales, maniobran para perjudicarles. Y para indecisos, Espanyol. Esa noche. Ayer. La chispa que ha iniciado un incendio con muy pocos precedentes. El Real Madrid está viviendo unas horas, verdaderamente, al rojo vivo. Con un enfado mayúsculo. Desde los despachos, hasta el vestuario. Del Bernabéu sale humo.
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