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SEVILLA

El Sevilla se queda sin Bozenik, el ‘padawan’ de Van Persie

El 9 eslovaco del Boavista, cuyo fichaje quedó frustrado ayer, aprendió en el Feyenoord a las órdenes de su gran ídolo: “Jugaba al FIFA con él”.

Van Persie y Bozenik, el 9 que quiere el Sevilla, en el Feyenoord.

“El Boavista ganará mucho dinero con Bozenik”, titulaba el rotativo A Bola a finales del pasado mes de septiembre, cuando el delantero eslovaco (Terchova, 1999) conseguía su segundo doblete en cinco jornadas ante el Chaves (4-1) para convertir al equipo ajedrezado entonces en el sorprendente líder de la liga portuguesa. El ariete, que el Sevilla intentó cerrar ayer sin éxito, se había convertido en la sensación del país vecino y parecía por fin explotar las condiciones que le enseñó uno de los grandes 9 de este siglo XXI: Robin Van Persie. Orta no pudo encontrar el camino para hacerse con su principal objetivo para el ataque de Quique pese a que el jugador ya estaba en Sevilla listo para firmar.

Con Van Persie como “entrenador de delanteros” trabajó Bozenik durante la 20-21, meses después de que el Feyenoord le hubiera fichado a cambio de 4 millones de euros. Una apuesta por depurar cuando el futbolista contaba con 20 años y todavía no había explotado a gran nivel en el débil campeonato de Eslovaquia. Sus condiciones prometían.

Van Persie era mucho más que un maestro para Bozenik: era su ídolo de los videojuegos: “Todos en el vestuario se reían de mí porque estaba delante de Robin, mirándolo como si fuera una imagen sagrada. Debo decir que incluso estaba sudando. Hace poco me encontraba jugando al FIFA con él, mirándolo por televisión, admirando cada gol y cada movimiento, y de repente se te acerca, te da la mano, te abraza y te felicita porque le gusta tu estilo de juego”, afirmaba entonces el eslovaco, emocionado.

Pero tampoco en Países Bajos, a pesar de marcar algunos goles nada más llegar a la Eredivisie, acababa Robert de despuntar incluso habiendo aprendido algún tiempo a las órdenes de Van Persie. En la 21-22, el club neerlandés decidió cederle a la Segunda alemana, el Fortuna Dusseldorf. Allí tuvo un inicio prometedor (dos goles en cuatro encuentros) que se diluyó por completo: no volvió a anotar un tanto más en toda la campaña.

Y entonces llegó el Boavista, que llegó a un acuerdo de cesión más compra hace dos veranos. En la 22-23 4 tantos le alumbraron, dos de ellos en la última jornada de nuevo ante el Chaves (también, precisamente), preludio de lo que vendría a partir de agosto. Pero tras esos cinco goles que le colocaron como Pichichi después de esos fulgurantes primeros partidos en Portugal, Bozenik apenas ha convertido dos dianas en las siguientes 14 jornadas de liga, muy en la línea, cierto es, de un Boavista que se ha desinflado hasta su actual 12º puesto en la clasificación. También marcó otro par en Copa.

El director deportivo Víctor Orta creía que podía romper en Sevilla, ya camino de los 26 años y con la Eurocopa, que Robert debe disputar con Eslovaquia, entre ceja y ceja. Por eso insistió tanto en traérselo de Oporto hasta el último suspiro. Quizás el Sevilla vuelva a tenerlo entre sus objetivos en un futuro cercano.