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El Sevilla se falta al respeto a sí mismo

A Lopetegui ya no lo salva ni Perry Mason. Ni un (improbabilísimo) 5-0 contra el Borussia Dortmund evitaría la destitución del técnico vasco... O sí, pero para qué. Las diferencias entre Julen y la cúpula dirigente del Sevilla se antojan ya del todo irreconciliables. Lopetegui está sentenciado y mantenerle en la dirección del equipo durante estos días de negociaciones con otros técnicos, de acuerdos incluso con alguno, escenifica una tremenda falta de respeto hacia un hombre que se ha ganado todo lo contrario: la máxima dignidad. El club no sólo desprecia a un empleado ejemplar: se ofende también y sobre todo a sí mismo.

Al numerito que supone sentar en el banquillo a un técnico desahuciado se suman varios y profundos agravantes. El primero y más importante: que en el partido contra el Dortmund el Sevilla se juega la permanencia en Champions y, tal vez, en Europa. Y también la nada desdeñable cifra de casi tres millones de euros, lo que dan por una victoria en la máxima competición continental.

Con ese dineral se paga por cierto un buen pellizco del salario que Jorge Sampaoli ganará cada temporada que dure (si dura) en Nervión. Con el argentino está ya todo acordado. Aguarda en su país a que el Borussia Dortmund acabe de bajarle el pulgar a Lopetegui, cuya trayectoria no merece para nada el escarnio al que le somete el Sevilla. Tres clasificaciones para Champions consecutivas por primera vez en la historia y la Sexta Europa League convierten al de Asteasu en uno de los mejores entrenadores que han pasado por el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Con todo, no somos pocos los que coincidimos en que Lopetegui debería haber acabado su etapa en Nervión el pasado verano. Ya por entonces ni el Sevilla aguantaba a Julen, ni Julen se encontraba del todo a gusto en el Sevilla. Incómodo con buena parte de la directiva, a la gresca con empleados de varios departamentos, tirante con algunos futbolistas... La situación, más allá de las lesiones o la falta de gol, propició una recta final de la pasada temporada lamentable. El empobrecimiento de la plantilla ha empeorado aún más las cosas en el inicio de esta 22-23.

Echar a Lopetegui parece por tanto una consecuencia muy lógica que empaña, ensucia incluso, el incomprensible manejo de los tiempos de un club que hasta hace bien poco aparecía, con muchos argumentos, entre los modelos de gestión que se estudian en las escuelas de fútbol de todo el Mundo. Y que ahora parece deambular sin rumbo, sin mando: completamente a la deriva.