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El Real Valladolid es su mayor enemigo

No hay manera de llegar al éxito si tú no te lo crees. Y el Real Valladolid tiene un problema o varios: el primero es que no se cree que es un equipo de Primera División. Salió en la primera mitad con la intención de sanar las heridas de Montjuic, con dos extremos pendientes de ayudar a sus laterales antes de buscar al portero contrario. Los centrocampistas no participan en el juego, apenas persiguen sombras en la zona de tres cuartos... y quizás todo viene por la inseguridad que producen los dos centrales: lentos, con poca cintura y escasa serenidad. Total, tercera derrota en cinco partidos.

Porque a pesar de que el director deportivo, Domingo Catoira, se mostrará “cómodo” con seis defensas en la plantilla, lo cierto que a Vigo han viajado cinco, no hay lateral izquierdo, y los centrales son los que son... Y cuando no puedes mostrar seguridad atrás, siendo un equipo de los que tienes que cerrar la portería, eso es un pecado capital que influye a todo el equipo. Los extremos salieron a apoyar a los laterales, pero estaban más pendientes de mirar hacia atrás que hacia adelante pareciendo peores jugadores de lo que son. Y así, parapetados en el área, sin conseguir salir, sólo es una cuestión de tiempo o suerte que no vayas por debajo en el marcador como así pasó. El 2-0 fue el mejor resultado posible al descanso para el Real Valladolid.

Y con esa desventaja en el marcador, entró Moro en el descanso y, ¡oh, sorpresa!, el equipo mejoró, no era difícil, a lomos del extremo. El barcelonés tardó 10 minutos en marcar y esa ilusión hizo que, junto al conformismo del Celta, el Pucela pasara a ser más reconocible, un equipo de Primera División que estuvo cerca de empatar pese a que el goleador es el único argumento ofensivo de su equipo y eso es demasiado poco para un conjunto que necesita sumar puntos para no instalarse en la zona de descenso. Sin defensa, sin mediocampo y, apenas, sin ataque... feo. La ilusión se acabó en el momento en el que Hernández Maeso expulsó a Mario Martín de manera exagerada. Era una falta en el centro del campo, amarilla, pero el trencilla tenía en la cabeza el gesto de Aspas minutos antes, afirmando “otra, otra, otra” y el subconsciente le llevó a expulsar al manchego con esa explicación... ver para creer... Algún día alguien tendrá que explicar el poder y la ascendencia que tiene el gallego en el fútbol español...

Total, que después de 15 días para preparar el encuentro, el entrenador calificó la primera parte “inexplicable y carente de todo sentido”. Y eso que Pezzolano es el menos culpable, tiene lo que tiene en su plantilla, pero también podía modificar cosas como no dejar a dos centrales lentos vendidos a campo abierto o contar con tu mejor jugador desde el inicio, pero lo de la famosa comisión deportiva es para echarle hilo a la cometa. Un tipo que, supuestamente, no pinta nada en el club, como Paulo André, pero que sigue decidiendo todo al ser la mano derecha de Ronaldo Nazário, un CEO, Matt Fenaert, que permitió en su día contrataciones con condiciones draconianas que perjudican actualmente al club y que en este mercado ha pagado 13 millones en compras obligatorias, un director global de fútbol, Bruno Mazzioti, que tiene que apagar fuegos cada día y un director deportivo, Domingo Catoira, que está a la orden de todos los anteriores, no consiguió sacar dentro de plazo a ningún jugador de la primera plantilla y que ha traído dos centrales sobreros del Valencia... Más un portero que venía a mejorar a Masip. Ver para creer. Y estamos a 15 de septiembre.

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