El proyecto de Benítez se tambalea
El Celta pasará la Navidad en descenso por segunda vez en los últimos 30 años y con dos únicas victorias ante los dos últimos. El madrileño pierde crédito.
La derrota en Vila-real, con una paupérrima puesta en escena, ha supuesto más sal en la profunda herida celeste. Los vigueses cierran el año con solo dos victorias en 18 partidos, frente al colista y el penúltimo clasificado, trece puntos y en puestos de descenso. El proyecto de Benítez, que tanta expectación creó, se tambalea peligrosamente. El entrenador madrileño se comerá el turrón en Vigo, pero su futuro está más en el aire que nunca.
A punto de cumplirse la primera vuelta, el barco celeste camina peligrosamente a la deriva y la confianza en el técnico madrileño decrece con el paso de las jornadas. Uno de los motivos que le mantienen en el cargo son los nueve millones de euros que cuesta el finiquito, pero en el Celta empiezan a hacer cuentas ante una eventual destitución. Y es que además de los resultados, la imagen del equipo en las últimas semanas ha menguado considerablemente la fe en el plan Benítez.
Marián Mouriño basó su proyecto deportivo en dos pilares con nombres y apellidos: Luis Campos y Rafa Benítez. Ahora mismo el portugués tiene fecha de caducidad en el Celta y la continuidad del entrenador se mantiene con alfileres. El asesor deportivo externo se marchará toda vez termine el mercado de enero y junto a él su mano derecha en Vigo, Juan Carlos Calero. La permanencia del madrileño dependerá de los resultados más inmediatos, con un calendario que se empina peligrosamente en enero: Betis, Mallorca, Real Sociedad y Girona. Serán tres duelos en Balaídos y un enfrentamiento directo en Mallorca que dictarán sentencia sobre Benítez.
A pesar de los pésimos resultados, la salvación está cerca y eso es lo que mantiene viva la llama de la esperanza en la cúpula celeste. Eso sí, cada vez son más las voces discordantes entre los altos cargos del club vigués. El debate está abierto sobre la continuidad de Benítez, aunque su crédito es cada vez menor y el grupo de defensores entre los que mandan, cada vez más reducido. El alto finiquito, la firme apuesta de Marián Mouriño y la cercanía con la salvación son los argumentos que le mantienen en el cargo, pero el vaso de la paciencia está cerca de desbordar.
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