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OSASUNA-REAL MADRID | RICARDO LÓPEZ

“El propio Vinicius se debe sentir mal cuando ve la imagen que da a veces”

Ricardo fue una leyenda en Osasuna, donde jugó siete temporadas y media. Se retiró a los 41 en el Bernabéu. Y analiza para AS la actualidad.

Florentino Pérez, junto a Ricardo
JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Desde Old Trafford ha viajado hasta el Eustasio Casallo de Aluche pasando por Pamplona, Brujas, Tokio y Colombia, entre otros destinos, como estaciones intermedias. La aventura vital de Ricardo López (Madrid, 1971) siempre ha estado marcada por un acentuado espíritu nómada. A sus nietos podrá contarles que estuvo a las órdenes técnicos legendarios como Alex Ferguson, Camacho o Radomir Antic, que formó parte del grupo de trabajo de Javier Aguirre en la selección de Japón y que regresó a sus orígenes para convertirse en entrenador del CD Los Yébenes San Bruno, modesto equipo de la Preferente madrileña.

Tocó el cielo como jugador y bajó al barro para enseñar con el orgullo intacto. También les podrá confesar que de todos los escudos que lució junto al pecho, donde más pasión entregó y más cariño recibió fue en Pamplona. Sus ocho temporadas defendiendo la portería de Osasuna dejaron tal legado que los aficionados rojillos le eligieron como mejor guardameta de la historia en el equipo del centenario del club. Se despidió, con 41 años, en el Santiago Bernabéu. Formado en el vivero rojiblanco y ganador del doblete con el Atleti y una Premier con el Manchester United, Ricardo sigue soñando con sentarse en un banquillo de tronío algún día no muy lejano.

Entrevista

―¿Aún sigue emocionado con la remontada de su Atleti en Champions?

―¡Cómo no! Fue increíble. Estuve en el estadio y el ambiente fue tremendo. La afición llevó al equipo en volandas ya desde la llegada en autobús y los jugadores respondieron en el campo. Fue una noche mágica y el equipo lo merecía. Ahora toca seguir avanzando.

―¿Cómo acabó alguien como usted, que ha estado siempre en la élite, en un lugar tan humilde como este?

―En este equipo jugué y le tengo un cariño especial. Me llamaron por una emergencia nada más empezar la temporada y no pude negarme. Fue una decisión emocional.

―¿Entrenar a un club tan modesto es como volver al inicio de la partida?

―Algo así. Aquí empezó todo, como diría mi amigo Piqué. Me está sirviendo como experiencia porque en esta categoría tienes que convencer más que exigir y está siendo un gran aprendizaje de cara al futuro. Si consigo que estos jugadores, que no cobran, me hagan caso, lo tendré más fácil cuando llegue más alto y trabaje con profesionales. Estoy contento.

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DANI SANCHEZDiarioAS

―¿Aún tiene la ambición de dirigir a algún equipo importante?

―Por supuesto. Me vine a Madrid desde Pamplona para seguir aprendiendo y formándome como entrenador y este es un paso más. Todo ayuda.

―¿Cuál sería su gran sueño? ¿Osasuna?

―No estaría mal (ríe). Estuve ya dirigiendo al juvenil de División de Honor del Valladolid, también al Racing de Ferrol, al Ejea,…y ojalá se pueda dar algún día esa posibilidad. Voy rellenando el currículum, el objetivo es seguir creciendo y me veo capacitado para aspirar a cotas mayores.

―En Pamplona dejó huella. Los aficionados le eligieron como mejor portero de la historia del club ¿le sorprendió?

―Fue algo muy bonito. Además, siendo elegido por la afición me resultó más emotivo aún.

―El Madrid siempre ha sufrido en el Sadar ¿recuerda alguna anécdota de esos duelos?

―La afición de Osasuna aprieta mucho contra los grandes y eso lo notan los rivales. Me viene a la cabeza un partido en el que nos jugábamos la permanencia. Al final del partido me daba el sol de cara, chutó Van der Vaart muy ajustado al palo y la paré sin saber realmente cómo, pero iba dentro. Fue puro instinto. Esa jugada ayudó a que no bajásemos a Segunda. Pasé miedo porque realmente me cegaba el sol, pero salió bien.

―Como jugador, ¿qué entrenador le marcó más?

―He tenido muchos, pero me voy a quedar con Antic. Era un técnico serio con un concepto del fútbol que me gustaba. Él nos convenció a todos de ir a presionar a campo contrario para robar el balón y nunca echarnos para atrás. Supo motivarnos y todo ese trabajo táctico y de motivación acabó con la recompensa del doblete en 1996.

―En el United tuvo de jefe a Alex Ferguson, un mito ¿imponía mucho en el vestuario y en el campo?

―Cuando se enfadaba imponía mucho, pero también tenía mano izquierda y sabía gestionar a los jugadores. Era inteligente. Cuando llegué yo apenas entendía inglés y él hacía un esfuerzo por hablar en español para que pudiéramos comunicarnos. Me preguntaba por el fútbol español. Me pareció un tipo muy campechano.

―¿Puede recordar el episodio con Beckham y la bota voladora?

―Después de un partido Ferguson reprochó a Beckham que no había estado bien en un gol que nos marcaron, David le dijo que estaba equivocado y se enfangaron en una discusión que fue subiendo de tono. El entrenador, en un momento de calentón, metió una patada a una bota que había en el suelo diciendo algo de “fucking” (jodido) y le dio en la cara. Cuando Beckham se vio la sangre, se levantó y se fue a por él. Tuvieron que frenarle porque iban a llegar a las manos. Al final hicieron las paces. Fue un incidente que durante muchos años se mantuvo en secreto y sirvió para fortalecer la unión del vestuario.

―Hablando de carácter, también coincidió con Roy Keane, el tipo duro que acabó con la carrera del padre de Haaland ¿cómo era?

―¡Bufff! Ese sí que tenía un temperamento fuerte de verdad. Era un buen capitán, porque ayudaba en todo lo posible cuando hacía falta algo y lideraba al equipo en la negociación por las primas, pero no era capaz de controlar su furia. Gritaba a los compañeros y siempre acababa discutiendo con alguno en el vestuario.

<b>VUELTA</B>. Ricardo, hoy meta del United, volvería a Valladolid.
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VUELTA. Ricardo, hoy meta del United, volvería a Valladolid.

―¿Había compañeros que le tenían miedo?

―Es posible que alguno sí, sobre todo los que llegaban nuevos y los más jóvenes. Le perdían las formas. Era superior a sus fuerzas. Su actitud era demasiado agresiva. Llevaba los problemas del campo al vestuario y no tenía fin. No sabía ser respetuoso ni frenar su carácter.

―También fue compañero de un jovencísimo Cristiano ¿ya se le veía que iba para figura?

―Sí, hacía cosas diferentes al resto. Tenía habilidad, potencia, velocidad y ambición, pero si tengo que destacar algo de él es su capacidad de competir ya desde tan joven. El hambre de vencer es algo que lleva en la sangre y lo tendrá toda la vida. Lo estamos viendo ahora en Arabia.

―También andaba por allí Piqué, que no era ni mayor de edad…

―Gerard estaba en el filial y a veces subía a entrenar con nosotros. Me reía mucho con él cuando coincidíamos en el gimnasio o en los entrenamientos. Era un chico muy activo y con ganas de aprender.

―¿Cómo fue la anécdota de la pizza frente al Arsenal y Fábregas?

―Fue en un United-Arsenal en Old Trafford. Cuando vas al vestuario primero está el del equipo visitante y luego nosotros teníamos que ir al fondo por un pasillo estrecho. Se formó una buena trifulca, con gente agarrándose y empujándose. En ese momento llegó Ferguson con el traje lleno de pizza que le habían lanzado al acabar el encuentro. Piqué y yo llamamos a Fábregas, que estaba en el Arsenal, para decirle que todo el mundo sabía que había sido él quien le había tirado la pizza al míster. Con cara de asustado él lo negaba. Era una broma, obviamente, y nos reímos mucho. La tángana se calmó al llegar los responsables de la seguridad del estadio.

―El colombiano Harold Lozano, con el que coincidió en el Valladolid, dijo que era usted muy despistado, que a veces se equivocaba hasta en la hora de ir a entrenar.

―Son leyendas urbanas. Todo es mentira (ríe).

―Su último partido como profesional fue en un Real Madrid – Osasuna en el Bernabéu (2013) con 41 años ¿tuvo una sorpresa inesperada?

―Totalmente inesperada. Unos días antes había dado una rueda de prensa para anunciar mi retirada. Mendilibar, que era el entrenador de Osasuna, intentó convencerme de lo contrario, pero yo ya tenía la decisión tomada. Cuando salí a calentar al Bernabéu, vi a mi familia en el palco y me sorprendió muchísimo.

―¿Quién los había invitado?

―Todo fue iniciativa de Florentino Pérez. Nos conocíamos desde hace muchos años y siempre me había tratado con mucho cariño. Me regaló una réplica del Bernabéu con mi nombre grabado. Fue muy emotivo y es algo que nunca olvidaré. Le voy a estar siempre agradecido.

―¿Aún mantiene la relación con él?

―Sí. Cuando algún día necesito un favor para ir al Bernabéu le escribo, me contesta enseguida y siempre está dispuesto a ayudar. Es una persona increíble.

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DANI SANCHEZDiarioAS

―Y eso que usted es rojiblanco…

―Las personas están por encima de todo. Yo siempre hablaré bien de él porque el trato que ha tenido conmigo ha sido exquisito en todo momento. Es un caballero del fútbol y una persona muy amable.

―Pocos saben que usted llegó a jugar como futbolista de campo…

―Bueno, realmente fue un amistoso con el Mutilvera navarro, antes de volver a Osasuna en el tramo final de mi última temporada. Fue un poco accidentado porque salí de mediapunta y en un intento de remate de cabeza en vez de darle al balón golpeé la cabeza de un rival y le tuvieron que dar varios puntos de sutura.

―¿Al Madrid le espera el calvario habitual en El Sadar?

―No lo va a tener fácil para sacar los tres puntos, ya sabe lo duro que es jugar allí. Veo a Osasuna como un equipo muy solvente y aún se puede meter en la lucha por los puestos europeos. Seguro que no van a bajar los brazos y la llegada del Madrid es un aliciente más. Les harán sufrir a los jugadores del Madrid.

―¿Qué es lo que más le gusta de este Madrid?

―Bellingham me ha impactado. Es un jugador total. Verlo en directo es alucinante. Lo hace todo a la perfección. Contemplar cómo conduce el balón, cómo lee los partidos, los pases decisivos que da y su llegada al área es una delicia.

―¿Le parece el jugador de LaLiga hasta el momento?

―Puede serlo. Los únicos que podrían estar cerca son Griezmann, Lamine Yamal o alguno de los jugadores del Girona, pero la adaptación de un jugador inglés tan joven, con la fama que tienen por su dificultad de integración en muchas ocasiones, ha sido muy sorprendente y positiva desde el minuto 1. Es fuera de lo normal.

―Antes me hablaba de la importancia de convencer a los jugadores ¿qué le diría a Vinicius?

―Necesita que hagan un trabajo mental con él. Tiene que estar por encima de rencillas, entradas duras o agarrones, como vimos ante el Celta con Mingueza. No se puede revolver y empujar como lo hizo. Eso es inadmisible. Debe calmarse y centrarse porque lo contrario sólo le llevará a cosas malas.

―¿Sería aún mejor jugador con un punto más de calma?

―Por supuesto. Estaría más centrado y focalizado sólo en el juego, sin distracciones adicionales que le sacan de los partidos. Es un fuera de serie con una capacidad de desborde inigualable, tal vez el mejor de Europa, pero tiene que tranquilizarse e intentar disfrutar de su juego porque se va a sentir mejor. Creo que él mismo se debe sentir mal cuando llegue a casa y vea la imagen que da a veces con rivales y aficiones de otros equipos.

―Pues en Pamplona la afición ya es muy caliente de por sí…

―Yo le recomiendo tranquilidad. Debe mejorar su carácter para ser más querido y convertirse en un jugador más completo aún. Debe tener el control mental suficiente para acabar con esos arrebatos.

―Usted es un experto en porteros. Si fuese director deportivo de un gran equipo ¿a cuál ficharía?

―Difícil pregunta. Me gustan muchos. Oblak, Courtois, Ter Stegen, David Raya e incluso Lunin son de primerísimo nivel. Si tengo que decir un nombre me quedo con un español, Unai Simón.

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